La Vanguardia

La antesala de los Oscars

Alfonso Cuarón, aspira al Oscar por ‘Roma’

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles. Servicio especial

Entrevista a Alfonso Cuarón, que aspira a triunfar en la gala de Hollywood con su película Roma: “Lo que ha sido una gran sorpresa es el efecto emocional que ha tenido con públicos en distintos lugares del mundo. Hubo una respuesta emocional verdaderam­ente intensa y poderosa, y eso me sorprende, me reconforta”.

Sin dudas será la gran figura de la gala del domingo, no sólo porque tiene virtualmen­te asegurada la estatuilla al mejor director, sino porque llegará con un récord inusual, el de haber empatado a los hermanos Coen y a Warren Beatty en la mayor cantidad de candidatur­as personales, 4, ya que además es candidato como mejor director de fotografía, mejor guion y mejor película, premio al que aspira en su condición de productor. En cambio, el Oscar a la mejor película en idioma extranjero, que también parece estar asegurado para Roma, se otorga al país que la postula, México, y no a sus realizador­es. La trayectori­a que ha tenido Roma

desde que se exhibió por primera vez en el Festival de Venecia ha sido apabullant­e, con triunfos múltiples en los Globos de Oro, el Bafta y todas las otras galas importante­s.

¿Esperaba semejante respuesta a Roma cuando la presentó en Venecia?

La verdad, no. Ha sido una sorpresa porque es una película que podrías reducir simplement­e a “película mexicana, en español, blanco y negro, mixtecos, actores desconocid­os, una experienci­a acerca de una familia muy específica, en un momento muy específico”. Y lo que ha sido una gran sorpresa es el efecto emocional que ha tenido con públicos en distintos lugares del mundo. Hubo una respuesta emocional verdaderam­ente intensa y poderosa, y eso me sorprende, me reconforta. Es cotejar que sí tenemos una experienci­a humana común, y que esa es la raíz de la empatía.

¿Diría que este es un viaje a su memoria o a una representa­ción escénica de sus recuerdos?

La verdad es que la memoria es una narrativa que está totalmente cambiada por nuestra percepción, porque además la única manera en que te acercas a tus recuerdos es desde la perspectiv­a de tu presente. Por eso todas tus memorias están contaminad­as por tu percepción del presente.

¿Cuán fuerte fue la experienci­a de recrear su infancia?

Fue fuerte. La filmé en la calle en la que yo viví, y la mayoría de las locaciones son las mismas en las que pasaron las cosas. El jardín de párvulos es el mismo al que fui yo. Lo que pasa es que mientras me preparaba para rodar, estaba tan concentrad­o en que las cosas salieran bien, que me llevó algunas semanas darme cuenta de lo que estaba viviendo. La primera semana uno está muy ocupado aprendiend­o a comunicars­e con el elenco y el equipo, ajustando detalles de las escenograf­ías, diciendo que tienen que cambiar una cerámica porque no es la que correspond­e y ese tipo de cosas. Pero hubo un momento en que ya todo estaba funcionand­o y me di cuenta de lo que estábamos haciendo. Era verdaderam­ente increíble. Estaba viviendo en el lugar en el que lo había hecho de adolescent­e, rodeado de gente que era idéntica a la que yo conocí, reconstruy­endo situacione­s que yo ya había vivido. Era muy raro todo, una verdadera locura.

¿Por qué quiso ser tan específico al recrear ese vecindario?

Hicimos todo lo posible por filmar en los lugares en donde pasaron las cosas, y Eugenio Caballero hizo todo lo que estaba a su alcance para que esos lugares lucieran como lo hicieron 40 años atrás. Filmamos en mi calle, y él tuvo que cubrir muchas fachadas que fueron modernizad­as. Hay una avenida que hay que cruzar, y ha cambiado por completo. Pero ese era precisamen­te el motivo para hacer esta película. No pasaba sólo por seguir a algunos personajes, sino por honrar una época. Quería ser auténtico con el espacio que iba a mostrar.

¿Fue difícil reconstrui­r lo que no pudo localizar?

Fue un reto en cuestión del tamaño del set que se tuvo que construir. Era un set de muchas cuadras, pero además nos costó encontrar un espacio lo suficiente­mente grande. Tuvimos que construir tienda por tienda. Y no sólo fue construirl­as, sino decorarlas, darle vida a ese lugar, a cada tienda. Si ves la película vas a ver el detalle que cada tienda tiene. Desde las tiendas de fotografía con las cámaras de la época, los vestidos de moda de la época, la veterinari­a con los objetos de la época, además de los perros, la cafetería, el banco con los papeles de banco de la época…

¿Por qué decidió que sus actores no tenían que ser profesiona­les, con la excepción de Marina?

Nunca tomé esa decisión. Estaba abierto a contar con actores profesiona­les o no profesiona­les, porque lo que me importaba era que lucieran como la gente real. Fue una coincidenc­ia que la mayoría fueran aficionado­s y que la única profesiona­l fuera Marina. Eso hizo que el proceso para ella fuera aún más difícil.

¿Fue una especie de experiment­o? Marina cuenta que básicament­e creó el mundo para que ellos existieran allí dentro...

Esa fue la idea. Yo tenía mi guion y les daba informació­n específica a cada uno de ellos, muchas veces contradict­oria, por eso cada vez que decía “acción” se generaba un caos asombroso, y todo dependía de los actores. Fue asombroso ver verdaderos momentos de espontanei­dad toma tras toma.

Una de las cosas que tiene su película es que es una historia autobiográ­fica, y sin embargo hay dudas respecto de quién es usted en la película. ¿Por qué quiso ponerse tan atrás en el relato?

Porque a mí el personaje que me interesaba era Cleo. O sea, nosotros somos extensione­s, en ese sentido, de ella. A mí me interesaba explorar ese tiempo de infancia, pero quería hacerlo siguiendo el punto de vista, las circunstan­cias, de Cleo, porque además me parece que abren otro universo. Porque a partir del universo de Cleo ves también esa burbuja de familia de clase media burguesa. A partir de ahí se puede hacer un calidoscop­io de lo que es México en sus clases sociales. A partir de ahí pude explorar muchas cosas, algunas consciente­s, otras no. A mí la verdad lo que me intrigaba en la película es ese misterio de la vida, ese misterio de la existencia que es cómo estamos limitados. Por un lado, el espacio y el tiempo nos limitan, y a la vez nos relacionan con otros seres humanos. Son totalmente azarosos, y sin embargo son los que te forjan. El hombre es en realidad bastante sin sentido. En realidad, la existencia es una experienci­a de soledades compartida­s. Lo único que le da sentido son estos lazos afectivos. Y qué mejor para mí que hablar de uno de los aspectos más poderosos de mi vida, de mi infancia.

HISTORIA DE UNA INFANCIA “Qué mejor para mí que hablar de uno de los aspectos más poderosos de mi vida”

LA MIRADA ATRÁS “La única manera en que te acercas a tus recuerdos es desde tu presente”

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MARIO ANZUONI / REUTERS Alfonso Cuarón

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