“El Gòtic es ahora un gueto”
El fundador de la primera tienda Brompton de España se va a la Diagonal harto de la masificación turística, la especulación y la inseguridad
El fundador de Cap Problema, la primera tienda de España especializada en bicicletas Brompton, anunció este verano que se marchaba del barrio Gòtic. Entonces dijo con mucha amargura que ya no podía aguantar más. Aquella tarde de finales de agosto Daniel Milian aseguró que después de unos días de descanso se pondría a buscar un nuevo local lejos del distrito de Ciutat Vella... Uno de los hombres que acostumbran a pasarse el día bebiendo latas de cerveza en la plaza de los Traginers acababa de aparcar su moto frente a la puerta de Cap Problema. Milian le pidió que la retirara. La discusión subió de tono y el hombre arrojó su candado contra el escaparate de la tienda. Ahora Milian, después de meses buscando un nuevo local, ultima la reapertura de su negocio en el número 380 de la avenida Diagonal, junto al paseo de Sant Joan. No, su decisión no fue fruto del calentón de aquel momento.
“Aquello fue la gota que colmó el vaso –explica ahora–. Yo ya llevaba mucho tiempo meditándolo todo. Me voy porque no puedo continuar aquí. La mudanza está siendo muy complicada. No es ningún capricho. Algunas noches llegaba a casa al borde de las lágrimas. En realidad yo pensaba que me jubilaría en el Gòtic. Me estoy gastando mis ahorros de diez años en este traslado, en preparar el nuevo local. Pero es que hacía meses que las cuentas no terminaban de cuadrar. En el último medio año vi cómo cerraba una quincena de negocios a mi alrededor. Nadie puede vivir únicamente del turista, sobre todo del turista que viene últimamente... Cada vez nos visita más gente que no tiene dinero y que viene básicamente a beber y fumar... y debido a la creciente inseguridad ciudadana los barceloneses ya no se acercan al Gòtic como hacían antes”. Milian subraya que su negocio siempre salió adelante gracias a sus clientes de toda la vida, de Barcelona y de toda el área metropolitana.
“Además, aquí en el Gòtic cada vez quedan menos vecinos de barrio, gente que vive aquí –lamenta el comerciante–. Una maestra me explicaba el otro día que les faltaban niños, que tenían problemas para llenar las clases, que las familias de siempre se marchan del barrio porque no les renuevan los contratos de alquiler o se los suben una barbaridad. También somos víctimas de la especulación inmobiliaria. Únicamente puede quedarse en el barrio la gente mayor que aún tiene contratos de renta antigua. El Gòtic ya se convirtió en un gueto. Todo lo que ganamos en 15 años lo perdimos en apenas dos o tres”.
Cap Problema abrió sus puertas en la plaza de los Traginers en el año 2001. Antes estuvo en una calle del Born. Milian fue uno de los comerciantes del Gòtic que más se volcaron la pasada primavera en la lucha contra los narcopisos de la plaza de los Traginers. Recogió firmas, montó manifestaciones, se reunió con técnicos del Ayuntamiento... Incluso repartió estruendosas bocinas de marineros por si algún vecino necesitaba de repente alertar a todo el mundo. En estos momentos, cuando Milian recuerda a todos aquellos agentes de los Mossos d’Esquadra asaltando a las bravas y ariete en mano aquellos dos narcopisos ubicados frente a su comercio, aquella victoria se le antoja anecdótica, un tanto pírrica, cruelmente simbólica.
“Cerrar aquellos narcopisos sirvió
“Los barceloneses ya no vienen a este barrio y yo siempre viví de la gente de la ciudad”, se lamenta Daniel Milian
básicamente para cambiar los heroinómanos por borrachos y fumetas –prosigue Milian–. El Gòtic en verano está masificado, y en invierno resulta fantasmagórico. Los barceloneses venían al Gòtic porque aquí encontraban talleres de artistas, de joyeros, de artesanos... Pero la subida de los alquileres acabó con todo eso ¿y quién va ir a pasar su tiempo libre a un lugar donde tienes que estar todo el rato en guardia para que no te roben? Ahora que estoy mucho más arriba estoy alucinando. Aquí, en el Eixample, por la zona de la avenida Diagonal y el paseo de Sant Joan la vida cotidiana es mucho más tranquila. Yo estoy mucho más relajado. Veo gente de la ciudad paseando tranquilamente. A mi alrededor todo parece un barrio normal y corriente”.