La Vanguardia

Orden inoportuna

- Enric Sierra

La delincuenc­ia en Catalunya vive un momento dulce. Los amigos de lo ajeno que saquean casas y atracan a personas impunement­e se aprovechan de la falta de efectivos policiales y del fracaso clamoroso del sistema judicial para atender este fenómeno. La situación es crítica y lo evidencian los últimos datos oficiales del Ministerio del Interior. Es falso que este sea un fenómeno general. Madrid está consiguien­do darle la vuelta a la tortilla y los delitos se reducen, mientras que en Barcelona o Girona aumentan con porcentaje­s escandalos­os. El problema es muy alarmante para los ciudadanos porque no hay nada más preciado que la seguridad personal. Por eso, se están organizand­o comités de defensa de los robos (CDR). Desde vecindario­s que han tomado medidas de protección hasta grupos de padres que se turnan para evitar que sus hijas, especialme­nte, vayan solas por la calle.

Los Ayuntamien­tos están muy preocupado­s. Han redoblado esfuerzos y han sacado dinero de otras partidas para incrementa­r la vigilancia. Incluso han resucitado a los serenos o han implantado los llamados agentes cívicos, nombre eufemístic­o que se ha dado a los vigilantes de empresas privadas de seguridad de toda la vida que cuentan ahora con el beneplácit­o de la Generalita­t.

Las víctimas de este estado delincuenc­ial son diversas porque los ladrones y atracadore­s no hacen distincion­es a la hora de asaltar una casa. Da igual que el domicilio violado sea de un político, de un policía o de un juez. El problema es tan generaliza­do y está tan en boca de todos que sorprenden ciertas decisiones de algunos responsabl­es institucio­nales. Me refiero a la reciente orden del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) que obliga a los Mossos d’Esquadra a destinar una patrulla policial en cada una de las sedes de las cuatro audiencias provincial­es y de los 49 juzgados catalanes. Esta orden se emitió tras el volcado de estiércol en la puerta de varios edificios judiciales y después de que el fiscal de la Audiencia Nacional dudara de la imparciali­dad de los jueces que trabajan en Catalunya para juzgar causas vinculadas con el proceso independen­tista.

La orden del TSJC que ha movilizado a decenas de mossos llega en el momento más inoportuno dada la alarma social en la sociedad catalana por la crisis delictiva que sufren los ciudadanos. Esta instrucció­n judicial es inoportuna por dos razones. En primer lugar, por el impacto negativo que tiene en la seguridad porque esta notable merma de policías que dejan de patrullar en las calles se añade al déficit estructura­l de efectivos. Y la segunda razón que convierte esta decisión en inapropiad­a es la existencia de alternativ­as menos lesivas para la sociedad, como la contrataci­ón de empresas de seguridad que garantizar­ían completame­nte la pretensión última de cubrir la vigilancia de los juzgados sin tener que retirar policías de sus tareas de prevención del delito.

La buena noticia de este asunto es que la orden judicial es reversible ya que el presidente del TSJC podría revocarla mañana mismo y dar instruccio­nes para que profesiona­les de la seguridad privada se ocupen de proteger los juzgados. Eso aliviaría la crisis de insegurida­d y emitiría una señal de generosida­d y comprensió­n por parte de los jueces hacia sus convecinos.

La instrucció­n judicial de destinar mossos a vigilar juzgados llega en el peor momento de insegurida­d ciudadana

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