Sensibilidad versus forma
London Philharmonic Orchestra Intérprete: Javier Perianes, piano
Director: Juanjo Mena
Lugar y fecha: Palau de la Música (16/II/2019)
Con un programa atractivo nos llega la London Philharmonic con dos intérpretes españoles, y para consumo interno la obertura del ballet Alphonse et Léonore de Ferran Sor, una obra que merece ser más interpretada y, a ser posible en estos tiempos de recuperación del pasado, en su dimensión escénica. Sus guiños rossinianos son claros. Pertenece al balletpantomima que fue desplazado de escena por el gran auge de la ópera. Otro tanto pasó con las pantomimas del siglo siguiente, ahogadas por el gran ballet posromántico, y aún casi desconocidas. De ahí viene el Sombrero de tres picos, por ejemplo. Siguió el Concierto n.º 3 para piano de Beethoven nada menos que con Javier Perianes como solista. Y esto marcó el programa, que acabó con la Sinfonía n.º 39 de Mozart, como el resto, con la dirección de Juanjo Mena.
Perianes propuso su criterio de interpretación en el concierto de Beethoven que podríamos sintetizar en un alarde de sensibilidad, gracia, meditación, tensión, con sonido sutil y perlado, exquisito uso del legato y del rubato en el primer movimiento. Pero el momento central fue el comienzo del largo, íntimo –si se puede describir con palabras– pleno de magia, que la entrada de la orquesta, que no cultivó la dinámica sutil y el fraseo propuestos, rompió. El rondo final mantuvo el buen diálogo orquesta-solista, sobre todo en la respuesta de los violoncelos.
Siguió, ahora en manos del director, la Sinfonía 39 de Mozart, un alarde de arquitectura clásica que deja vislumbrar futuro, pero que en la mayoría de los pasajes deja ver la intención de equilibrio que pronto resolverá Mozart en las siguientes, con un lenguaje más transgresor e individual.
La versión fue correcta y con momentos de musicalidad que conciernen al carácter de la obra especialmente en los allegro finales, pero Mena mira mucho los pasajes de superficie, los subraya con buen resultado, aunque deja de lado la horizontalidad del discurso que, especialmente en la introducción, exige en el fraseo vectores de tensión en este sentido, más que la verticalidad del compás.
Estas orquestas tienen capacidad de responder a lo que se pide –posiblemente en gira no hay mucho tiempo de ensayos, es cierto–, pero lo que llega al espectador es escaso para la buena materia prima de cada instrumento: el piano, excepcional y cada vez más personal; la orquesta, demasiado formal.