Del abrazo al garrotazo

ES posible que a una parte de la clase dominante –la RAE recomienda no usar el anglicismo establishment– soñara con un pacto entre Ciudadanos y el PSOE para después del 28-A, sobre todo tras descubrir en la encuesta de GAD 3 para La Vanguardia que entre ambos sumarían 179 diputados, la mayoría absoluta. Sin embargo, el comité ejecutivo del partido de Albert Rivera les despertó ayer de su sueño al anunciar por boca de su secretario general que “no van a pactar con el PSOE, ni con Pedro Sánchez para un futuro gobierno de España”. Con esta rotunda afirmación rectificaba unas declaraciones de su líder en las que dijo que podrían pactar con los socialistas, pero nunca con Sánchez. Cs ha querido aclarar que no se trata de algo personal. Pero lo cierto es que las relaciones entre ambos dirigentes no son malas, sino peores.

Sin embargo, el trato entre Sánchez y Rivera empezó bien. El pacto del abrazo de 2016 dejó al candidato socialista en el umbral de la Moncloa, si bien Podemos decidió no apoyar la fórmula para desocupar a Mariano Rajoy del palacio donde reside el presidente del Gobierno. Desde entonces, entre ambos se ha abierto un abismo. Basta recordar que en el debate de la moción de censura Sánchez estuvo inesperadamente duro con el líder naranja. Entonces le llamó desleal, mentiroso y persona sin palabra, además de acusarle de vivir en la confrontación territorial con un discurso que “suena al pasado, a la etapa de Aznar”. Del abrazo se pasó al garrotazo.

En el libro Manual de resistencia, que sale hoy a la venta, Sánchez insiste en llamarle “no fiable”. Por su parte, Rivera acusa al presidente del Gobierno de ser cómplice de los separatistas y con los que cree que no hay que dialogar sino aplicar el 155. Cs le ha puesto un cordón sanitario a los socialistas, lo que no ha hecho con Vox. Quienes un día se fotografiaron delante del cuadro El abrazo, de Genovés, deberían repetir imagen con el Duelo a garrotazos, de Goya.