La Vanguardia

Hacer un Amer

- Pilar Rahola

Un adusto ideólogo de Ciudadanos, de mucha mili televisiva y más acritud retórica, aseguró hace tiempo que en Catalunya harían un Ulster. Dado que el personaje tiende al histrionis­mo dialéctico, la cosa quedó en una boutade típica de los rincones tenebrosos de las redes. Pero no era una hipérbole malintenci­onada, sino una mala intención real que ha derivado en una acción política de reiterada provocació­n. Es decir, lo que se trata es de distorsion­ar la realidad catalana, provocar heridas innecesari­as y usar todo este petróleo para crear un incendio político y, así, sacar rédito mediático. Es la política del triángulo perverso: provocació­n, criminaliz­ación, victimizac­ión.

Con esta intención, que ya les ha funcionado alguna vez, para así pasearse por las television­es españolas como víctimas de la perfidia catalana, Ciudadanos perpetró, el sábado pasado, uno de los ridículos políticos más sonoros de los últimos tiempos. La idea era viajar hasta Amer, una especie de tierra inhóspita que, en el imaginario del españolism­o, debe representa­r el súmmum de la revuelta catalana, no en vano aquí fue donde nació la pieza de caza mayor del españolism­o, el presidente Puigdemont. Y así fue como,

Los de Amer saben mucho: estos de Ciudadanos buscaban un Ulster y se encontraro­n con un Tortosa

con notable ruido de micrófonos, despliegue de mossos, para defenderse de los peligrosos amerenses, un kit antilazos amarillos y un buen mamotreto de banderas españolas, los diputados de Ciudadanos, liderados por la capitana Arrimadas, hicieron camino hacia la comarca de la Selva, dispuestos a plantar la bandera del orgullo español en el pueblo de Amer. ¿Qué los motivaba a pasearse por un pueblo tranquilo y pacífico, paisaje humano del president en el exilio? El motivo es tan evidente, como indecente: hurgar en la herida de la familia, de los amigos y de los vecinos de Carles Puigdemont, con la intención de calentar la sangre y conseguir algún momento de patética gloria victimista. Era un gesto de baja política, sucio y malintenci­onado, que sólo buscaba hacer daño. Y del daño, sacar pus viscoso para conseguir un poco de ruido.

Sin embargo, será porque ya conocemos el percal indecente de Ciudadanos o será porque en Amer saben mucho, el hecho es que Ciudadanos buscaba un Ulster y se encontró con un Tortosa: calles vacías, tiendas cerradas, desaparici­ón de los vecinos y un póster gigantesco con el dibujo que el magnífico artista Jordi Magrià –el gran Bicman– había hecho del president Puigdemont. Y así se pudieron escuchar las soflamas de Arrimadas, con la mirada de Puigdemont en el cogote, recordando la vergüenza de la represión. Era tal el ridículo, que incluso generó tuits de enorme ingenio que competían con los mejores guionistas del Polònia. Entre otros, el de Valtònyc, que resume con brillo el ridículo que protagoniz­aron: “Cuando te sientas solo, fuera de lugar y pienses que no te quiere nadie, acuérdate que podría ser peor. Podrías ser Ciudadanos en Amer”. Intención perversa, ridículo cósmico.

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