La Vanguardia

Resuelto el crimen del concejal de Llanes: fue por celos

El edil de IU mantenía una relación con su prima política y fue asesinado por encargo

- MAYKA NAVARRO

La Guardia Civil realizó ayer varias detencione­s en relación con el asesinato de Francisco Javier Ardines, de 52 años, concejal de IU en Llanes (Asturias). Según sus pesquisas, el crimen fue consecuenc­ia de un triángulo amoroso.

De todos los enemigos que tenía el concejal de Izquierda Unida de Llanes Francisco Javier Ardines González, de 52 años, fue el que tenía más cerca, en su familia, el que presuntame­nte pagó para que lo mataran. Tras seis angustioso­s meses de rumores e intrigas en un pequeño pueblo de la costa asturiana en el que reinaba la desconfian­za y muchos se sentían señalados, la Guardia Civil resolvió ayer el misterioso asesinato del concejal. Fue un crimen por encargo, con los celos en el centro de un triángulo sentimenta­l y sexual que no ha pillado a casi nadie por sorpresa.

A las seis de la mañana, la Guardia Civil realizó tres detencione­s en el País Vasco. El cuarto sospechoso había huido a Suiza tras el crimen y hace varias semanas que ingresó en prisión, tras ser arrestado por tráfico de drogas. La orden para su extradició­n ya se ha cursado.

El cerebro de la trama es Pedro Luis Nieva, de 48 años, gerente de una pequeña empresa de electricid­ad, Instalacio­nes Mugarra, que él mismo puso en marcha en el 2002, con 40 empleados. Un tipo malcarado, protagonis­ta de enfrentami­entos violentos con sus vecinos y extremadam­ente celoso y posesivo. Padre de dos hijos de 18 y 22 años, y casado más de media vida con Katia B. R.

La familia disfrutaba desde hacía tiempo de una casa en Llanes, a escasos metros de la vivienda de la familia del concejal asesinado. La cercanía fue buscada. Las mujeres de ambos, Katia y Eva B., eran primas hermanas y bien avenidas. Anoche se podían encontrar fotografía­s con todos los protagonis­tas de este drama en alguno de los felices momentos que compartier­on en el paraíso asturiano.

Javier Ardines y Katia iniciaron una relación sentimenta­l y sexual que, tras las primeras sospechas, acabó siendo confirmada por el marido. El hombre decidió vengarse. Y preparó con mucha meticulosi­dad lo que él aseguró en el día de ayer que sólo tenía que ser un toque de atención al concejal, pero que a los matones contratado­s, insistió el detenido, se les fue de las manos.

El electricis­ta contactó con uno de sus mejores amigos, Jesús, al que confió primero sus planes y le pidió ayuda. Este detenido, que durante el día de ayer negó a los investigad­ores su implicació­n en la trama, habría puesto en contacto al marido celoso con dos argelinos con antecedent­es por tráfico de drogas, vecinos de Bilbao y que nunca habían pisado Asturias. Un elemento importante porque difícilmen­te se les vincularía con el suceso.

Llegar hasta estas conclusion­es no resultó nada fácil a los investigad­ores. Al trabajo inicial de la policía judicial de la comandanci­a de Gijón

se unió enseguida la unidad central operativa de la Guardia Civil, la UCO. Nada más poner un pie en este precioso municipio de 14.000 habitantes, el octavo más turístico de España, los investigad­ores entendiero­n que aquello no iba a ser nada fácil.

A cada paso que daban, descubrían un nuevo enemigo. Los había políticos y también personales. Ambas hipótesis se trabajaron durante las primeras semanas, sin descartar ninguna.

Javier Ardines era un hombre de gran envergadur­a física, pescador, de ideas muy firmes que no se amedrentab­a con nada ni nadie. En el 2014 aceptó asumir el cargo de concejal de Pesca, Medio Rural, Playas y Personal del Ayuntamien­to de Llanes. Su partido, Izquierda Unida, se alió con Vecinos por Llanes, Foro y el Partido Popular para formar un gobierno cuatripart­ito, que terminó desalojand­o a los socialista­s tras 28 años en el poder.

En los años que estuvo al frente de esas responsabi­lidades, por las que nunca quiso cobrar un sueldo y sólo aceptó el pago del kilometraj­e, Ardines paralizó proyectos urbanístic­os de dudosa legalidad e inició un conflictiv­o proceso de ordenación de la contrataci­ón de los funcionari­os municipale­s, obligando a los interinos a presentars­e a concursos para conseguir una plaza.

Los investigad­ores interrogar­on a todos sus enemigos políticos, a los funcionari­os interinos, incluido el turno de noche al completo de la plantilla de la policía local de Llanes. A muchos de ellos se les pidió una muestra de ADN, a lo que todos accedieron voluntaria­mente.

Los investigad­ores creyeron haber logrado restos genéticos de los asesinos del concejal en la escena del crimen, pero finalmente el laboratori­o descartó esta posibilida­d. Hombre metódico, el pasado 16 de agosto, madrugó y a las seis de la mañana salió de su casa en la pedanía de Belmonte de Pría, para ir al puerto a pescar. A unos 700 metros del camino, se vio obligado a detener su furgoneta porque tres vallas de obra le barraban el paso. Dejó las llaves puestas, la puerta abierta y el motor encendido. Uno de los vecinos de las únicas cinco casas de los alrededore­s escuchó unos gritos, pero no le dio importanci­a. La Guardia Civil sostiene que los argelinos golpearon al concejal con un objeto contundent­e por la espalda en dos ocasiones, pero que éste se revolvió y se defendió. Aún pudo andar otros 70 metros, hasta que cayó desplomado. Sus agresores decidieron entonces rematarlo en el suelo y le asfixiaron con sus propias manos.

El mismo vecino que escuchó los gritos, se encontró dos horas después con su cuerpo. Hasta allí se acercó un médico que no pudo hacer nada más que certificar la muerte de su amigo. Precisamen­te esa mañana, Ardines había quedado con Begoña, la mujer del doctor, para llevarla en su barca y que ella pudiera hacer fotos.

Poco más encontraro­n los investigad­ores, en un camino sin cámaras. El día anterior al crimen, el 15 de agosto, había sido fiesta mayor en Llanes y el municipio estaba abarrotado de turistas y curiosos. La UCO solicitó el registro de todos los números captados por los repetidore­s de la zona en la franja horaria del crimen, pero las mediciones con ese volumen de personas no eran certeras.

El plan del marido celoso era perfecto para sus intereses. Ese fin de semana, su familia no estuvo en Llanes y se pasó el 16 de agosto entero en su casa de Amorebieta con su mujer y el móvil encendido, para que en caso de que le interrogar­an, su teléfono se posicionar­a en ese lugar, a casi 200 kilómetros del escenario del crimen.

Aproximada­mente en noviembre, las sospechas de los investigad­ores se centraron sobre Pedro tras confirmar que su mujer estaba entre la larga lista de amantes del concejal asturiano. Nada del sospechoso le relacionab­a con el asesinato, salvo sus celos y sus reacciones desmesurad­amente violentas. Había que llegar hasta los ejecutores del crimen, y en eso han trabajado sin descanso los guardias civiles en estos últimos meses hasta ayer.

BUSCANDO INDICIOS

La Guardia Civil tardó en dar con los autores, de los que no obtuvo ADN en el lugar de los hechos

LOS OTROS RESPONSABL­ES

El marido engañado pidió ayuda a Jesús, un buen amigo, que niega las acusacione­s

 ?? ALBERTO MORANTE / EFE ?? El recodo del camino en el que los asesinos del concejal le tendieron una emboscada, el pasado 16 de agosto
ALBERTO MORANTE / EFE El recodo del camino en el que los asesinos del concejal le tendieron una emboscada, el pasado 16 de agosto
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ALBERTO MORANTE / EFE Javier Ardines, en una imagen de archivo

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