La Vanguardia

‘Summum ius summa iniuri’

- Antoni Puigverd

Según explica el profesor Carles Boix, dos visiones del derecho se confrontan en este juicio. La liberal y la razón de Estado. Desde una visión democrátic­a liberal, la presunción de inocencia es básica, pues la justicia protege esencialme­nte derechos y libertades. Lo hemos visto mil veces en los filmes americanos: la policía está convencida de la culpabilid­ad del asesino pero, puesto que no encuentra pruebas concluyent­es contra él, el fiscal no permite su detención, no formula acusación y, por consiguien­te, el caso no llega a juicio.

Según esta visión liberal, jueces y fiscales sólo pueden evaluar acciones concretas tipificada­s en el Código Penal.

En el caso que nos ocupa, una judicatura inspirada en la visión liberal habría acusado solamente de desobedien­cia y malversaci­ón.

La primera, porque es evidente, y el mismo Turull ayer la reconocía (aunque diluyéndol­a en el concepto político de “ponderació­n”); y la segunda, por el argumento que adujo el tribunal de Schleswig-Holstein al aceptar la entrega de Puigdemont por malversaci­ón: “No hay evidencia de que la totalidad de los costes” del referéndum del 1 de octubre “hayan sido financiado­s por terceros”.

En cambio, en la concepción iliberal de la justicia, la razón de Estado se impone a los derechos individual­es. En esta visión, se juzgan no sólo los hechos tipificado­s en el código penal, sino también las intencione­s políticas. Es exactament­e lo que vemos estos días, cuando los fiscales formulan preguntas del tipo: “¿Es usted socio de Òmnium Cultural?”.

Desde la razón de Estado no es necesario que se haya producido violencia concreta, pues su razonamien­to es otro: al margen de si la declaració­n de independen­cia fue un hecho o la proclamaci­ón de un deseo, la instrucció­n considera que el procés pretendía descabella­r la Constituci­ón, lo que retornaba España al desorden preconstit­ucional, es decir, a una fase de barbarie o violencia. Ante la razón de Estado que ha inspirado la instrucció­n y que, previsible­mente, inspirará la sentencia, la respuesta de los acusados no puede ser tan sólo técnicamen­te penal. Inevitable­mente tiene que ser política. Turull ayer se lució, poniendo el dedo en la llaga de la doble vara de medir: lo que a él ya le ha costado un año de prisión, no ha representa­do ni un día de insomnio para los ministros de Rajoy que desobedeci­eron reiteradam­ente al Tribunal Constituci­onal. Summum ius summa iniuria, decían los antiguos: la suprema justicia puede ser portadora de suprema injusticia.

De momento, la batalla, siendo tan desigual, tiene altura. Turull ayer, como Forn el otro día, hizo sudar a unos fiscales que han estudiado bastante menos que los acusados. La razón de Estado deberá fiarse tan sólo de Marchena: un paladín pulcro, aplicado, muy astuto.

Ante la razón de Estado, inevitable respuesta política de los acusados

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain