La Vanguardia

Menhires

Turull tiene el derecho a mentir. Y mentir a los malos no es mentir y bailar pegados es bailar. Y así acaban Turull y Moreno, abrazados en medio del barro, hartos de escapar uno del otro

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En Obélix y compañía, Goscinny y Uderzo ilustran la aventura mercantil de Obélix: vender menhires a los romanos. En realidad, se trata de una estrategia para corromper la lealtad de Obélix con la causa gala que, en su caso, es más divertimen­to que conciencia nacional. A lo largo del álbum, los romanos del destacamen­to pasan del terror desatado a la indiferenc­ia absoluta cada vez que ven llegar al galo con nuevos menhires que vender. Hoy, en la segunda semana del juicio en el Tribunal Supremo, empiezas a ver pasar menhires y uno casi puede olvidar que aquí hay gente que se juega muchos años de prisión. Todo es incredulid­ad y sobredosis –de propaganda antes y pedagogía ahora–. Atrapados en el juego de un mago que ha olvidado deshacer el truco. Esto no puede estar pasando pero está pasando.

Hoy es el turno de Jordi Turull, conseller de Presidènci­a cuando se convocó y celebró la votación del 1-O. Turull contesta a preguntas de todos las partes menos de “ellos”. “Ellos” son la acusación particular,

aka “los de Vox”. El dúo anda sin amplificad­or hasta que lleguen los testigos y el trámite de conclusion­es. Aprovechem­os su silencio porque cuando se les oiga nos dejarán sordos. A menos que alguno de los acusados se deje vencer antes por el tedio, se venga arriba y les deje preguntar. El cómico Gila explicaba que, en ocasiones, en el frente, en la Guerra Civil pasaba tanta hambre, sueño y frío que a veces salía de la trinchera para ver si le mataban y así, poder dormir. Esperemos que nadie pierda los nervios y sigan sin poder preguntar.

Abogados, magistrado­s, fiscales, políticos y periodista­s en las inmediacio­nes e interior del edificio tienen la sensación de días trascenden­tales. Aunque como en el cómic, después de dos meses de menhires, la rutina se impondrá. Declara toda la mañana y parte de la tarde, Tupalabras Empieza fuerte recomendan­do –como inversión– unos auriculare­s que permitan que los acusados puedan expresarse en su propio idioma, aquel en el cual se sienten más cómodos. Tiene toda la razón. Ello unido a que el fiscal de esta semana, Jaime Moreno, va justo en catalán y no se ha tomado la molestia de transcribi­rse al castellano las relevantes de documentos que hará servir en el juicio, indican uno de los aspectos de que este país adolece. El entenderse en su diversidad. El que el catalán también era –o podía haber sido– el idioma del fiscal Moreno. Material ya para una comedia distópica.

Empieza bronco el interrogat­orio, luego el fiscal lo adormece y al llegar al reces o del mediodía, sabe de p en dentista: mos algo con claridad meridiana. En un hipotético grupo de tus amigos en los que estuvieran Turull y Moreno, el primero no explicaría los chistes y el segundo no guardaría los tickets regalo de Reyes. Turull empieza divertido con su listado de asociacion­es a las que está afiliado: “y hasta del RACC”, y el nombre de su formación política inmos “nos llamábamos Juntos Por El Sí –Junts pel Sí– no Juntos Porque Sí”. Pero luego derrapa en chiste ya viejuno de índole autolesión: “como usted sabe, los catalanes lo aprovecham­os todo” y firma su finiquito como cómico de guardia con el chiste Piqué del pájaro metafórico dentro de jaula: “espero que no sea un periquito”. En cuanto a alusiones clásicas acudirull. a anclaje setentero y aparecen Antonio Machado y Pau Casals, sin mucha convicción.

El otro miembro del hipotético grupo de tus amigos, hoy un desordenad­o, rutinario y deslavazad­o fiscal Jaime Moreno. Hay documentos que no encuentra, otros colgados en la nube y con dos clics tendrían que aparecer (en plan Álex y Cristina y ¡zas, aparezco a tu lado!), algunos del revés y otros –los incautados a Josep Lluís Salvadó– “ahora no los encuentro pero esta tarde los aporto”. El interrogat­orio del fiscal es pormenoriz­ado y largo. Turull da muestras de agotamient­o. Es evidente que el fiscal, por edad, creció viendo Colombo, y Turull, Sí,

ministre. Turull mezcla verdades, medias verdades, disposicio­nes, olvidos y “ni idea” quizás porque todo es tan farragoso que, como Gila, está a punto de salir a que le maten en un par de ocasiones. Por suerte para él, el extravío de papeles viene en su ayuda. Le piden 16 años de cárcel e inhabilita­ción por rebelión y malversaci­ón, pero el ambiente –sin ningún fundamento: seguimos en Shangri-la– es que todo acabará razonablem­ente bien. Esa sensación es, quizás, única y exclusivam­ente, producto de la actuación del juez Manuel Marchena. Cuando él interviene, todos respiramos. Es sentido común, es sentido de lo ponderado y de lo justo. Si pudiéramos diseñar esta pesadilla, en esta Sala ganaría la opción de disolver el Tribunal, que él solito escuchara a todos sin necesidad de letrados, dictara sentencia y todos la acataríamo­s (menos “los de Vox”, obvio). Marchena trata de ubicar a Fiscalía, Turull y Abogacía del Estado en un esquema de diálogo chandleria­no pero fracasa. La letrada del Estado, al preguntar, entre el signo de interrogan­te del principio y del final puede emparedar nominativo­s, un verbo y dos sujetos elípticos, sin parar a respirar. Turull no sale muy mal parado de casi nada porque en realidad lo que sucedió fue más lo que se decía que pasaba que lo que pasaba. Pero no se puede decir con claridad. Se dice –la DUI fue una declaració­n política– pero entre un montón de soflamas, argumentar­ios y pistas falsas. El procés no dejó de ser una escape room que los otros quisieron tomarse en serio y cerraron la salida con llave. Y así uno sabe que el otro ha hecho algo que no debía, el otro niega haberlo hecho y si lo ha hecho no era malo y si lo era podía ser bueno o medio malo y no me acuerdo o me enteré por la prensa o no estuve o ya me había quedado dormido cuando llamaste. Un acusado, Turull, tiene el derecho a mentir. Y mentir a los malos no es mentir y bailar pegados es bailar. Y así acaban Turull y Moreno, abrazados en medio del barro, hartos de tanto escapar uno del otro.

Por la tarde, es el turno de Romeva. Se declara preso político y sólo declara a preguntas de su letrado. Romeva no es Junqueras y, claro, no es lo mismo. Marchena le respeta la defensa política de más de una hora quizás por convicción o para evitar el posible recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos. Parece increíble que Romeva esté, en ocasiones, dando una clase de derecho internacio­nal a siete magistrado­s de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y a dos fiscales pero es lo que está haciendo. La sensación de que esto no está pasando. La cara de los magistrado­s, como menhires alrededor de Marchena. Pero está pasando. Y Marchena solo no va a poder con todos.

“LOS DE VOX” Aprovechem­os su silencio porque cuando se les oiga nos dejarán sordos

LA DECLARACIÓ­N DE ROMEVA Parece increíble que esté dando una clase de derecho internacio­nal, pero lo está haciendo

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ORIOL MALET Turull y Romeva declararon ayer, en el Supremo, en la cuarta sesión del juicio por el 1-O
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CARLOS ZANÓN

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