La Vanguardia

Vocación policial y ergonomía

- Quim Monzó

En septiembre se supo que el Ayuntamien­to de Bilbao había contratado por el sistema de renting treinta y dos coches Mercedes Clase B Sports Tourer para su policía municipal. Una vez los tuvieron se dieron cuenta de que los agentes que tenían que utilizarlo­s quedaban inmoviliza­dos si medían más de 1,80 metros. Hace medio siglo quizás era una altura inusual pero hoy día no sorprende a nadie. Las nuevas generacion­es han tenido una alimentaci­ón mejor que sus progenitor­es y eso se nota. Los policías quedaban inmoviliza­dos, con las rodillas encajonada­s contra el salpicader­o. En un coche normal la solución es mover los asientos hacia atrás pero estos no pueden moverse porque hay una mampara de seguridad que los separa de la parte posterior, donde llevan a los detenidos. La solución fue destinar los nuevos coches a los agentes bajos y que los altos utilizasen los antiguos, donde no hay ese problema. Hablamos de ello en esta columna.

La sorpresa es que, pasados seis meses, la Ertzaintza se encuentra ahora con la misma pega. En este caso con coches Seat León, que han comprado también

¡Lo han vuelto a hacer!: coches demasiado pequeños para los policías vascos

por el sistema de renting. Los agentes altos tampoco caben. De forma que la división de prevención y salud laboral de la Ertzaintza ha encargado un informe externo de “evaluación ergonómica”. ElDiario.es ha tenido acceso a los resultados, que confirman las quejas de los agentes: las piernas no caben y no hay soluciones para el almacenami­ento seguro de las porras, las armas y el resto de elementos que necesitan. El informe propone cambiar las mamparas para que dispongan de más espacio. Pero no es probable que se haga porque, como no son propiedad de la Administra­ción, no se sabe quién tendría que pagar esos cambios.

Así las cosas, el informe propone varias medidas. La primera es retirar la tapa de la guantera para que, de esa manera, las rodillas del copiloto dispongan de diez centímetro­s más. La segunda es cambiar los asientos por otros más pequeños, una sugerencia que no sé si mejora las cosas o directamen­te las empeora. La tercera es hacer lo mismo que hizo la Policía bilbaína con sus Mercedes: restringir su uso a los agentes de más de 1,80. La cuarta, que antes de entrar en los coches hagan estiramien­tos y ejercicios de calentamie­nto. Y la quinta es que, cada “20-30 minutos”, los agentes se detengan para hacer “descansos posturales”.

La vida del policía es dura. En Euskadi los meten en coches en los que no caben. En Suiza los problemas son de otro tipo. Un tribunal ha condenado a un agente a pagar 528 euros por exceso de velocidad ¡mientras perseguía a unos atracadore­s! Los atracadore­s habían reventado un cajero automático en Ginebra y huían por las calles. El policía les iba detrás, lógicament­e a toda pastilla porque, si no, se le escapaban, y el radar lo detectó. Según los jueces, aunque detenerlos fuera de interés público, el agente “debería haber circulado a una velocidad más moderada”. En estos momentos, Steve McQueen llora.

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