La Vanguardia

Lo raro es que no son raros...

- Sergio Heredia

Corría el año 2000, y Ray Torres fue a decirle a su hermana, Rose: –Ha llegado un montón de chavales nuevos al equipo. No conozco a ninguno de ellos. Y pasan cosas extrañas: lo raro es que ninguno de ellos es raro.

Ray Torres llevaba años jugando en aquel equipo. Estamos hablando de la selección española de baloncesto paralímpic­o. Ray Torres era el alma del equipo. El capitán.

También, alguien con una discapacid­ad intelectua­l. Ray Torres tenía sospechas. Veía fantasmas, siluetas que venían a contarle historias. No las entendía. Pasaban cosas raras. Pero, ¿qué? No llegaba más allá. ¿Quiénes eran aquellos chicos nuevos? ¿De dónde salían?

No se le ocurrió preguntar.

Sólo, tirar adelante.

Aquel equipo se fue a los Juegos Paralímpic­os de Sydney y allí asombró a sus rivales. Se hizo con el oro. Era el segundo título que ganaba Ray Torres. Ocho años antes ya había recogido otro, en Barcelona’92. Ganaban y ya había ganado antes con otros compañeros. ¿Por qué no iba a ser posible? ¿Por qué pensar mal?

Pero le rondaba el pensamient­o: lo raro es que ninguno de ellos es raro.

Aquella era su percepción. ¿Qué veía? No nos lo cuenta. Sólo nos cuenta que no eran raros.

(...)

Ray Torres había venido al mundo envuelto en una nebulosa. Le costaba aprender.

Los otros críos lo maltrataba­n.

Para protegerse, había ido a refugiarse en el baloncesto. Era alto y fuerte, y siempre iba de un lado al otro con la Spalding que le había regalado su padre. Tenía muñeca, envergadur­a y cierto talento para el baloncesto. Si cargaban contra él, se evadía pensando en su próxima canasta.

Era tan bueno que le aplaudían por jugar al baloncesto. Le entrenaban, iban a verle, lograba medallas.

El equipo ganó en Sydney y luego se destapó el pastel y se supo que diez de sus doce jugadores no eran raros :no tenían deficienci­as intelectua­les. Nos contaron que la culpa era de Fernando Martín Vicente, el presidente de la Federación Española para Deportes con Discapacid­ad Intelectua­l (Feddi). Que el hombre quería más subvencion­es para su organismo, más dinero. El dinero llega a base de títulos. Y un título paralímpic­o se cotiza alto.

A Ray Torres le rompieron el paraguas. Le dejaron desnortado, sin explicacio­nes: le quitaron el título, como a los otros. No entendió del todo lo que había pasado, y de eso va King Ray, el documental que nos sumerge en su historia.

–Siento que todo lo que he hecho en la vida es mentira –se lamenta.

Qué raro es el ser humano.

Ray Torres había venido al mundo envuelto en una nebulosa; le costaba aprender, los otros críos lo maltrataba­n

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