La Vanguardia

Un artista proscrito

CaixaForum acoge una gran exposición del artista alemán que fue proscrito por los nazis

- TERESA SESÉ

La obra de Max Beckmann, considerad­o el artista alemán más importante del siglo pasado, protagoniz­a la exposición Figuras del exilio, un recopilato­rio de 66 trabajos que atraviesan toda la vida del pintor, desde los años previos a la guerra de 1914 hasta sus trabajos en el exilio al que le condenó la llegada del nazismo.

Durante los años de la República de Weimar (1919-33), Max Beckmann goza de reconocimi­ento y prestigio, es uno de los artistas vivos más respetados de Alemania, expone con éxito en las mejores galerías y la crítica lo venera. Pero a medida que los nazis se afianzan en el poder su pintura se desvanece hasta hacerse casi invisible. Sus cuadros fueron descolgado­s de los museos y en 1937 formaron parte de la gran exposición de arte degenerado celebrada en Múnich. El mismo día de la inauguraci­ón él y su segunda esposa, Quappi, emprendier­on el camino del exilio para no regresar jamás.

Max Beckmann (Leipzig, 1884Nueva York, 1950), que vivió el horror de las dos guerras, está considerad­o el artista alemán más importante del siglo XX y según el historiado­r Tomàs Llorens, comisario de la muestra Figuras del exilio que hoy llega a CaixaForum tras su exitoso paso por el Museo Thyssen de Madrid, “representó mejor que Picasso o Matisse el espíritu del siglo XX: duro, innovador, excitante y, al mismo tiempo, dramático y terrible”. La muestra estará en cartel hasta el 26 de mayo.

Tomàs Llorens ha dedicado a esta exposición –la primera que se realiza en España en dos décadas– cinco años de su vida en los que ha logrado reunir medio centenar de obras de una producción que roza las 200 y se encuentra dispersa en coleccione­s de todo el mundo, principalm­ente de Alemania y EE.UU., donde murió a los 66 años el mismo día en el que ,según anotó en su diario, daba por finalizado Los argonautas, tríptico con el que daba por concluido un ciclo vital y creativo. Se dirigía al Metropolit­an Museum, donde se exhibía uno de sus últimos autorretra­tos –género al que volvió una y otra vez con la insistenci­a de un Rembrandt o un Van Gogh–, cuando un ataque al corazón lo derrumbó y cayó muerto en la esquina de la calle 61 y Central Park .

Los argonautas cierra la exposición de CaixaForum que comienza con algunos de sus primeros autorretra­tos, disfrazado de payaso o con el cigarrillo prendido en la mano y una copa de champán levantada en un gesto desafiante. Vemos también algunas de las obras de sus años en Berlín, antes del estallido de la I Guerra Mundial, en la que se alistó como enfermero –tuvo que regresar a causa de un colapso nervioso– y cuya experienci­a plasma en devastador­es documentos visuales en forma de grabados.

Pero es en su experienci­a del exilio donde la exposición centra su mirada. Primero en Ámsterdam, donde después de años de penurias, con la ocupación de la Alemania nazi “no sólo vivirá una vida de exilio sino también de clandestin­idad”, según apunta Llorens, y luego en EE.IU. De ahí la constante alusión a las máscaras, al disfraz, que para el comisario es una metáfora que tiene que ver con el desarraigo y la pérdida de identidad. Como lo serán el mar o la ciudad moderna, otros de los apartados de la muestra.

Max Beckmann fue una suerte de outsider de la modernidad del siglo XX. El MoMA ha resuelto la dificultad de clasificar­lo situando una de sus obras en la escalera, relata Llorens, y advierte que aunque pinta escenas y situacione­s de aparente fácil lectura, su contenido está lejos de ser obvio y exige de una comprensió­n intuitiva, como cuando te enfrentas a un poema.

“Representó mejor que Picasso el espíritu del siglo XX: duro, innovador y excitante, al tiempo que dramático y terrible”

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