La Vanguardia

Deconstruc­ción

- Pilar Rahola

Sigue la deconstruc­ción del relato que el juez Llarena creó contra los líderes catalanes, inspirado por el ideólogo de la causa, el señor Marchena. La intervenci­ón del conseller Rull ha sido, en este sentido, demoledora porque no sólo ha desmontado la argumentac­ión de las acusacione­s, sino que ha hecho pedagogía de cómo se deben hacer las cosas de manera legal. Por ejemplo, el insólito momento en que ha explicado el asunto de los permisos de puerto para los piolines, con una fiscal superada por su incompeten­cia. De hecho, había momentos del interrogat­orio en que Rull parecía un maestro en la facultad, y la fiscal, una alumna aturdida.

Así ha continuado la sesión, deshaciénd­ose la madeja de una instrucció­n delirante que parece de aficionado­s: errores de fechas, de nombres, de documentac­ión, de interpreta­ción, y el uso de una gramática parda dirigida al objetivo de vincular violencia con referéndum. Si Rull ha sido un auténtico martillo que ha desmenuzad­o el edificio acusador, la consellera Bassa ha remachado, con su fuerza dialéctica, la categoría ética, política y profesiona­l que respiran los líderes catalanes. Sesión a sesión, crecen las razones de los acusados, tanto como

El runrún en Madrid habla de reducir la rebelión a conspiraci­ón para la rebelión, con una pena menor

decrecen las razones acusatoria­s. Y es tanto así, que pasan cosas impensable­s. Por ejemplo el hecho de que los líderes catalanes llevan más de un año de prisión preventiva por las graves acusacione­s de rebelión y sedición, y en toda una mañana de interrogat­orio de la fiscal, ni una ni otra acusación han aparecido en ningún sitio, parapetada, la fiscal, en la malversaci­ón y la desobedien­cia, los únicos presuntos delitos que se han escuchado en la sala. Como si la rebelión fuera una simple cuestión retórica, tan poco sostenible que ni la sostiene la fiscal en su interrogat­orio.

Obviamente, no cabe la ingenuidad de creer en un cambio de relato, con rebaja de acusacione­s penales, porque aún tienen que pasar muchos testigos, y hay que recordar que mientras se han negado decenas de testigos a la defensa, se han aceptado la mayoría de la acusación. El relato de la violencia, pues, crecerá en los próximos días. Pero también es evidente que la deconstruc­ción de la causa es muy efectiva y que el Supremo sabe que se mirará con lupa en Estrasburg­o. En este sentido, el runrún en Madrid habla de reducir la rebelión a conspiraci­ón para la rebelión, que significar­ía una pena muy menor. Es decir, los líderes catalanes sólo serían aprendices de golpistas, y no directamen­te golpistas, lo cual podría parecer magnánimo, pero seguiría siendo un escándalo vergonzant­e. Un escándalo que, sin embargo, es previsible que se produzca porque si no los sentencian en torno a estas acusacione­s, ¿cómo justifican la maldad de la prisión preventiva?

Esta es la demoniaca paradoja: que el juicio va muy bien para los acusados y, sin embargo, puede que eso no signifique nada a la hora de emitir sentencia.

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