Juicio y elecciones
La celebración de unas elecciones generales con el juicio del proceso soberanista como telón de fondo hace inevitable que la campaña electoral acabe contagiada por el nacionalismo. A priori, no parece el mejor escenario para el PSOE, pues el debate territorial suele ser controvertido entre el electorado de izquierdas. Si dejamos al margen las comunidades históricas, en España hay casi tantos ciudadanos progresistas partidarios de potenciar el Estado de las autonomías como partidarios de lo opuesto. El debate territorial es una cuestión que tradicionalmente ha generado un enorme consenso entre los votantes de la derecha, pero divide profundamente a los de la izquierda. Es por este motivo que no deja de ser irónico que la crisis catalana haya acabado por fomentar la descomposición del PP y la fragmentación de la derecha.
Pedro Sánchez ha sabido entender que una campaña electoral con el juicio del proceso soberanista en marcha obliga al PSOE a acomodarse a una realidad que no puede cambiar. Puesto que los socialistas no pueden evitar que la agenda esté marcada por la crisis catalana, lo más estratégico es intentar surfear la ola lo mejor posible en lugar de luchar inútilmente contra ella. Es por este motivo que el PSOE acierta en incluir la palabra España en su eslogan de campaña y en abordar explícitamente el conflicto territorial en su discurso.
Los socialistas están intentando enfocar el complicado debate territorial bajo el marco conceptual de la necesidad de fomentar el diálogo. Existen buenos motivos estratégicos para ello. Por ejemplo, la encuesta de GAD3 publicada en este periódico el pasado domingo pone en relieve que los españoles simpatizan con una solución al conflicto territorial que pase por el diálogo. Los datos indican, pues, que, en términos abstractos, el concepto diálogo es atractivo a ojos del electorado y es de esperar que el PSOE intente abordar la campaña electoral contraponiéndolo con aquellas formaciones que apuestan por la crispación y la confrontación entre territorios.
Sin embargo, el PSOE corre el riesgo de que durante la campaña electoral sus adversarios políticos acaben empujándole a explicitar con más detalle qué implica el diálogo. Y es que, en realidad, el margen de negociación existente es hoy por hoy francamente estrecho. Si bien una inmensa mayoría de los catalanes quiere un mayor autogobierno e incluso el derecho a la autodeterminación, lo opuesto ocurre en muchas otras comunidades autónomas. En territorios como Asturias, las Castillas, Comunidad Valenciana, la Rioja o Madrid, la preferencia mayoritaria es la recentralización e incluso la abolición de las autonomías.
En definitiva, diálogo sí, pero ¿qué ponemos exactamente encima la mesa?
Con la vista judicial como telón de fondo, es inevitable una campaña contagiada por el nacionalismo