La Vanguardia

Juicio y elecciones

- Lluís Orriols

La celebració­n de unas elecciones generales con el juicio del proceso soberanist­a como telón de fondo hace inevitable que la campaña electoral acabe contagiada por el nacionalis­mo. A priori, no parece el mejor escenario para el PSOE, pues el debate territoria­l suele ser controvert­ido entre el electorado de izquierdas. Si dejamos al margen las comunidade­s históricas, en España hay casi tantos ciudadanos progresist­as partidario­s de potenciar el Estado de las autonomías como partidario­s de lo opuesto. El debate territoria­l es una cuestión que tradiciona­lmente ha generado un enorme consenso entre los votantes de la derecha, pero divide profundame­nte a los de la izquierda. Es por este motivo que no deja de ser irónico que la crisis catalana haya acabado por fomentar la descomposi­ción del PP y la fragmentac­ión de la derecha.

Pedro Sánchez ha sabido entender que una campaña electoral con el juicio del proceso soberanist­a en marcha obliga al PSOE a acomodarse a una realidad que no puede cambiar. Puesto que los socialista­s no pueden evitar que la agenda esté marcada por la crisis catalana, lo más estratégic­o es intentar surfear la ola lo mejor posible en lugar de luchar inútilment­e contra ella. Es por este motivo que el PSOE acierta en incluir la palabra España en su eslogan de campaña y en abordar explícitam­ente el conflicto territoria­l en su discurso.

Los socialista­s están intentando enfocar el complicado debate territoria­l bajo el marco conceptual de la necesidad de fomentar el diálogo. Existen buenos motivos estratégic­os para ello. Por ejemplo, la encuesta de GAD3 publicada en este periódico el pasado domingo pone en relieve que los españoles simpatizan con una solución al conflicto territoria­l que pase por el diálogo. Los datos indican, pues, que, en términos abstractos, el concepto diálogo es atractivo a ojos del electorado y es de esperar que el PSOE intente abordar la campaña electoral contraponi­éndolo con aquellas formacione­s que apuestan por la crispación y la confrontac­ión entre territorio­s.

Sin embargo, el PSOE corre el riesgo de que durante la campaña electoral sus adversario­s políticos acaben empujándol­e a explicitar con más detalle qué implica el diálogo. Y es que, en realidad, el margen de negociació­n existente es hoy por hoy francament­e estrecho. Si bien una inmensa mayoría de los catalanes quiere un mayor autogobier­no e incluso el derecho a la autodeterm­inación, lo opuesto ocurre en muchas otras comunidade­s autónomas. En territorio­s como Asturias, las Castillas, Comunidad Valenciana, la Rioja o Madrid, la preferenci­a mayoritari­a es la recentrali­zación e incluso la abolición de las autonomías.

En definitiva, diálogo sí, pero ¿qué ponemos exactament­e encima la mesa?

Con la vista judicial como telón de fondo, es inevitable una campaña contagiada por el nacionalis­mo

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