¿Crisis industrial?
Venimos defendiendo que, aunque el horizonte se ha ensombrecido, las soflamas apocalípticas sobre una recesión mundial son, hasta hoy, sólo eso: soflamas. Porque, entre otros remedios y si algún accidente ocurriera, veríamos una nueva quantitative easing americana y la reversión del endurecimiento monetario del BCE. Pero ello no obsta para destacar que Brexit, guerra comercial EE.UU.-China, la posible extensión de esta a la UE y el menor crecimiento chino generan un panorama incierto.
En lo relativo a la producción industrial en Catalunya, las últimas cifras son decepcionantes. En el cuarto trimestre del 2018, cayó la renta generada por la industria (-1,5% interanual), reflejo, en particular, de la fuerte contracción de diciembre (casi el -11%, por encima del -6,6% español). Lo preocupante es que ya llevamos más de cuatro meses en esta pendiente descendente: desde el avance de enerojunio del 2018 (3,7%) hasta la reducción de los últimos meses del año (-4,6%). Ello refleja, en gran medida, la moderación en el crecimiento de las exportaciones: tras un sensible aumento enero-agosto (5,4%), las ventas exteriores se redujeron notablemente la última parte del ejercicio (al 1,1%). De hecho, el volumen de exportación industrial del 2018 (unos 72.000 de euros) será sólo algo superior a los casi 70.000 millones del 2017, con lo que el intenso avance desde el 2010 (cuando se exportaron
Los indicadores de Catalunya no son muy optimistas y convendría recuperar la calma política
46.000 millones) parece que ha quedado ya atrás.
En el ámbito ocupacional, y a pesar de que entre finales del 2013 y del 2017 la industria catalana generó más de un tercio de los puestos de trabajo creados (75.000 del total de 211.000), el cambio del 2018 ha sido sustancial: al aumento total de 73.000 se contrapone la contracción de la industria (en 3.000 personas). Con ello su empleo todavía se sitúa un 21% por debajo del de finales del 2007.
¿Qué cabe esperar para el 2019? La encuesta de inversión industrial en Catalunya no permite ser muy optimistas: los empresarios esperan una caída próxima al -10%, sensiblemente por encima del aumento, moderado pero positivo, que se espera para el conjunto de España (1,4%). Y el mismo perfil a la baja sugiere el indicador de clima industrial, cuyos saldos se han deteriorado notablemente desde mediados del 2018.
Es más que probable que en ninguna de las cuestiones económicas internacionales la sangre llegue al río. Pero lo cierto es que, en particular en Alemania, los efectos de la incertidumbre son más que evidentes, aunque haya escapado por los pelos a la recesión. Ello es del todo relevante porque cuando Alemania tose, aquí, inevitablemente, nos constipamos. En esta tesitura, habrá que convenir que la situación política, española y catalana, no ayudan. Y que sería preciso recuperar la calma, imprescindible para la mejora de una deteriorada confianza. Ya tenemos suficientes golpes exteriores para generarnos, nosotros mismos, más daño. Sería deseable que todos lo tuvieran en cuenta.