MUEBLES CON HISTORIA
El hallazgo de más de dos mil fotos, cartas y dibujos de la ebanistería Ribas reescribe la evolución estilística del mueble catalán.
Cuando Pepe Ribas, conocido como escritor y fundador de la revista
Ajoblanco, accedió hace unos meses al piso del Eixample que había sido de su hermana Rosa y anteriormente de su abuela Pilar Seva Roca, no se podía imaginar lo que iba a encontrar allí. En el fondo de un altillo que había permanecido escondido tras unas cortinas, se guardaban los álbumes de fotos, los dibujos, las agendas personales y los planos que resumen más de cien años de historia de la empresa Muebles Ribas.
Bajo los nombres comerciales Pons y Ribas, José Ribas e Hijos, José Ribas y Vda. de Ribas, cuatro generaciones mantuvieron uno de los negocios catalanes más importantes de ebanistería, entre 1860 y 1984. Los muebles Ribas no sólo están en muchas casas señoriales de Barcelona sino que pueden encon- trarse también en Madrid, Bilbao, Sevilla, París, Londres e incluso en América. No existía una historia de esta empresa, como no la hay de los archivos de muchas familias relevantes del país. Por eso, el hallazgo de más de dos mil fotografías de muebles fabricados por esa marca, junto con los dibujos y planos preparatorios, apuntes y cartas, permite, en palabras de la presidenta de la Asociación para el Estudio del Mueble, Mònica Piera, “replantear la historia de las industrias que trabajaban para los arquitectos y decoradores y reseguir la evolución estilística del mueble catalán”.
Una primera cata de esta colección tendrá lugar esta próxima semana en la cita anual que organiza esta Asociación para el Estudio del Mueble. El jueves por la tarde habrá un simposio en el Museu del Disseny, en el que nueve expertos, encabezados por la directora del Museu del Disseny, Pilar Vélez, explicarán la historia de esta marca y su extenso catálogo de productos y cómo contribuyó a la renovación artística de la ciudad. Y se completará el sábado con una visita a las salas nobles del palacio de Capitanía General, en el paseo de Colom, que fue amueblado por la fábrica Ribas, bajo la dirección de Ramon Rigol.
Josep Ribas Fort (1830-1897), nacido en Castellvell del Camp, cerca de Reus, era hijo de un militar carlista que tuvo que exiliarse. Vivió su juventud en Ginebra y en París, donde aprendió a trabajar con ebanistas. Al regresar a Barcelona, abrió un taller en Hort de Sant Beltran 14, junto al muelle donde los barcos descargaban la madera (ya entonces empezaron a importar maderas de Fernando Poo, Cuba, Australia, Canadá o islas Molucas). Diez años más tarde creó, con otro socio, la empresa Pons y Ribas y abrió tienda en la calle Ciutat. Un anuncio de la época lo presenta como “gran depósito de muebles de lujo y de ebanistería; sillerías de tapicería y junco, de rejilla. Muebles dorados; cortinajes y adornos de tapicería, construidos en dicho establecimiento y en los principales talleres del extranjero”. En 1867 obtienen un premio en la Exposición Internacional de París y la fábrica cuenta ya con 80 trabajadores. Y aunque en 1884 sufren un incendio en su comercio, la fama adquirida provocará que le sea encargada la decoración de varios pabellones de la Exposición Universal de Barcelona, de 1888.
En septiembre de 1892 se disuelve Pons y Ribas y nace la empresa José Ribas e Hijos. La fábrica se instala en la calle Consell de Cent. Es el momento en que no sólo ofrecen muebles de diseño propios sino
La primera tienda de la marca nació junto al puerto de Barcelona, donde llegaba la madera importada
también otros de estilo japonés y colaboran con ellos conocidos artesanos como Malvehy o Concordio González (padre del escultor Julio González).
Las inquietudes culturales del hijo, José Ribas Anguera (1866-1909), convertirán la tienda de la plaza de Catalunya –edificio donde ahora está CaixaBank– en un salón donde también organizaba exposiciones artísticas. Una guía artística de Barcelona, de 1908, recomendaba a los turistas la visita al establecimiento por su originalidad y buen gusto. Durante 13 años, cada febrero-marzo se organizaba una gran exposición. Así el primer año, 1904, junto al mobiliario, que se inclinaba hacia el modern style, se mostraban obras de Ramon Casas, Enric Galwey, Luis Graner, Josep Llimona o el sueco Anders Zorn. El segundo año, pinturas y tapices de Alejo Clapés junto a esculturas de artistas como Rodin “porque así armonizan las bellas artes con las artes del mobiliario del propio modo que debe armonizar este con el carácter arquitectónico del interior”. Y en los años siguientes, Segundo Matilla, Josep Masriera, Laura Albéniz, Ismael Smith...
Una de las novedades de esta época es un parquet plegable, patentado en 1905 y muy publicitado al menos hasta la Guerra Civil.
En abril de 1909 se produce un hecho luctuoso, aun no aclarado. Josep Ribas, hijo, recibe un tiro en el tren de Sarrià y muere tras seis meses de sufrimiento. En la familia se atribuyó a un accidente, no a una venganza o atentado político, pese a coincidir con el año de la Setmana Tràgica. Entonces tomó el mando su viuda, Pilar Seva Roca (18761950), mujer decidida, muy católica, que hablaba nueve idiomas, incluido el ruso, ahijada del conocido empresario Lluís G. Pons i Enric. Antes de tomar las riendas de la empresa, se había dedicado a pintar y había participado en exposiciones, una de ellas sobre Arte femenino en el salón Parés, en 1896.
A partir de 1924 asume el negocio el nieto, José Ribas Seva (19351983), amigo del arquitecto Josep Lluís Sert y proveedor del Gatcpac. De esos años son los muebles de la biblioteca Cambó, diseñados por Rigol y Florensa, los de la casa Amatller y los de la joyería Roca, diseñados por Sert (hoy en el MNAC). Ahora se ha sabido que algunos muebles atribuidos a Francesc Vidal, competidor y principal negocio de industrias artísticas, son de Ribas. Mònica Piera explica que gracias a esta documentación se ha establecido la autoría de piezas como una silla de la reina regente María Cristina y una trona del niño Alfonso XIII para la Exposición Universal de 1888, que están en el Museu del Disseny. Merche Fernández, que ha estudiado la historia del taller de ebanistería, señala como muy remarcable que durante 30 años suministraron al palacio de la Diputación de Barcelona.
El negocio sobrevivió a los años difíciles, primero a una durísima huelga del sindicato de la madera, en 1932, y luego a la colectivización de 1936. Josep Ribas Seva, que fue teniente de alcalde franquista, lo reemprendió tras la guerra hasta 1980. Aún hubo cuatro años entre 1980 y 1984 que la empresa fue gestionada por las hermanas Carmen y Rosa Ribas hasta echar el cierre. “Esta documentación –precisa Mònica Piera– nos abre los ojos para conocer mejor el sector de las industrias artísticas del modernismo y para darnos cuenta de que los interiores pueden ser incluso más importantes que los exteriores”. Un futuro catálogo y/o una exposición pueden ser los siguientes pasos.
A principios del siglo XX, el local de la plaza Catalunya era lugar de exposición de muebles y obras de arte