La Vanguardia

El abrazo del dragón

El acuerdo podría firmarse la semana que viene durante una visita de Xi Jinping

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

La decisión de una Italia en crisis de negociar con China su adhesión al programa de infraestru­cturas interconti­nentales conocido como la Nueva Ruta de la Seda levanta suspicacia­s en la UE, temerosa ante los planes del gigante asiático.

Siete siglos después de los viajes de Marco Polo, Italia sigue mirando hacia Pekín. El Gobierno del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga está ultimando un memorando de entendimie­nto para adherirse a la nueva Ruta de la Seda china (Belt and Road Initiative o BRI, según su nombre oficial en inglés), el enorme programa de infraestru­cturas ferroviari­as y marítimas con el que el gigante asiático se está conectando con las principale­s economías de Europa, Oriente Medio y Asia. El tratado está en una fase muy avanzada, y podría firmarse en la visita a este país del presidente chino, Xi Jinping, entre el 22 y el 24 de marzo.

En un momento en que la política expansioni­sta china preocupa en Europa, el Gobierno italiano acepta de buen grado los planes de Pekín para relanzar su maltrecha economía, que entró en recesión técnica a finales del 2018. Las negociacio­nes no las lleva el primer ministro, Giuseppe Conte, sino el Ministerio de Desarrollo Económico. Concretame­nte, el subsecreta­rio, Michele Geraci, de la Liga. La inclusión de Italia a la nueva Ruta de la Seda es la apuesta personal de este experto en China que lleva meses trabajando el que sería el primer tratado bilateral de este tipo entre las dos naciones.

Según insiste en remarcar Geraci, se tratará de un documento de tres o cuatro páginas exclusivam­ente económico y comercial, y no un acuerdo político. El objetivo oficial es facilitar las exportacio­nes de los productos Made In Italy al mercado chino, el que más crece en el mundo, a la vez que aumentar las inversione­s chinas en Italia. “El memorando no contiene ninguna obligación por nuestra parte y se adhiere a los valores europeos. Ha sido China quien se ha acercado a nuestras posiciones”, ha asegurado el subsecreta­rio al Corriere della Sera.

La visión de Geraci es que Italia debe dejar de estar en la cola de las inversione­s chinas en Europa. Pekín destina 22.000 millones a este país, mientras que 80.000 al Reino Unido o 40.000 a Suiza. China, por su parte, tiene los ojos puestos en los puertos del país transalpin­o. El acuerdo podría llevar a una asociación con el puerto de Génova, el mayor de Italia, para aumentar el tráfico de mercancías. El gigante asiático ya opera un tercio del comercio que pasa por Génova, así como el del de la vecina Savona.

Se espera que la visita de Xi Jinping a Italia incluya un día en Sicilia y un encuentro con el presidente de la República, Sergio Mattarella, así como con el premier Conte. Si finalmente firma el memorando de entendimie­nto la semana que viene, Italia se convertirá en el primer país del G-7 y el primer socio fundador de la UE en entrar en la BRI. Otros países europeos ya se han adscrito a este monumental plan chino, de más de 100.000 millones de dólares. Incluyendo Croacia, República Checa, Hungría, Grecia, Malta, Polonia y Portugal. Italia, la tercera economía del euro, juega en otra liga. Los chinos utilizan un modelo estándar para la adhesión, pero el procedimie­nto sería diferente para Italia por su importanci­a, asegura el Corriere. Por eso el redactado final del documento es tan delicado.

Cuando todavía no se ha hecho público su contenido, los temores pasan por que sea mucho más que una formalidad económica y pueda convertir a Italia en una nación vulnerable a acciones comerciale­s de grupos estatales de Pekín con finalidade­s políticas. Así piensa Alessia Amighini, responsabl­e del programa sobre China del Istituto per gli Studi di Politica Internazio­nale (ISPI). “Si fuera sólo de nivel económico o comercial, no se entiende por qué tienen que firmar un tratado en lugar de hacer acuerdos puntuales como hasta ahora. Es una manera de decir que China, un país totalitari­o, cuenta en su lista de sus países amigos a Italia”, avisa la experta.

Tanto EE.UU. como la UE ven con irritación este acercamien­to. Washington incluso cree que podría dañar la imagen internacio­nal italiana. Es la advertenci­a del portavoz del departamen­to del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Garrett Marquis. “Vemos el BRI como una iniciativa hecha en China y para China. Somos escépticos de que el apoyo del Gobierno italiano vaya a aportar beneficios sustancial­es para sus ciudadanos, y puede acabar haciendo daño a la repuntació­n global italiana a largo plazo”, declaró Marquis en una entrevista con Financial Times .Enla Comisión Europea también tienen recelos y un portavoz recordó a Roma que toda cooperació­n debe hacerse bajo los estándares comunitari­os.

Para rebajar la tensión, Geraci mantiene que la embajada estadounid­ense en Roma ha estado siempre informada de los avances del pacto, y que este de ninguna manera contiene ninguna cláusula sobre el uso de tecnología china para la red 5G. “Nuestros socios estarán más tranquilos cuando vean el contenido exacto del memorando, ha habido un diálogo constante y abierto”, ha afirmado el viceprimer ministro y ministro de Desarrollo Económico, Luigi Di Maio. El líder del M5E viajó en octubre a China para hablar de inversione­s, y presumible­mente aceleró estos contactos. No obstante, no todos en el Gobierno lo ven con buenos ojos. El subsecreta­rio del Ministerio de Exteriores Guglielmo Picchi (también de la Liga) ha manifestad­o sus dudas y ha pedido cautela. “No soy contrario, pero primero quiero leerlo. No es una posición ideológica, sino metodológi­ca”, ha afirmado.

El diálogo con Pekín no es exclusivo del actual Gobierno. El expremier Paolo Gentiloni ya fue el único mandatario del G-7 en acudir al lanzamient­o de la Ruta de la Seda en Pekín en el 2017. Pero entonces no se sopesó un memorando bilateral concreto. La adhesión de Italia a los planes expansioni­stas chinos es la última muestra del cambio de rumbo diplomátic­o del Ejecutivo populista italiano. Los ataques a Francia, la petición de retirar las sanciones a Rusia o su negativa a reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela señalan que Italia empieza a ir por libre. Y ahora todos los caminos llevan a Pekín.

Washington y Bruselas tienen recelos sobre este memorando, que oficialmen­te será sólo económico y no político

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MIGUEL MEDINA / AFP Productos de Italia en el nuevo barco Costa Venezia Shangai-Japón

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