La Vanguardia

May se da por satisfecha con la oferta final de la UE

La premier dice que los cambios “refuerzan” el pacto de retirada

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Si el Brexit fuera un partido de baloncesto, sería de esos que se deciden en el último instante. Y por la frialdad con que ha aguantado la pelota mientras corría el segundero, preparándo­se para un tiro decisivo de tres puntos, a todo o nada, uno podría pensar que Theresa May se ve a sí misma como James Harden, LeBron James o Stephen Curry, como el equivalent­e de una superestre­lla de la NBA extrapolad­o a la política británica.

Aún no se sabe si ha metido o no la canasta (depende de si su compromiso in extremis con Bruselas es ratificado hoy por los Comunes), pero la primera ministra del Reino cantó en cualquier caso victoria tras viajar a Estrasburg­o para entrevista­rse con el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y cerrar un pacto. Downing Street afirmó que ofrece las garantías legales necesarias para que el país no se quede atrapado en la unión aduanera a fin de impedir una frontera dura en el Ulster, y que los cambios “refuerzan y mejoran” el acuerdo de retirada.

El compromiso está más en la línea de lo que ofrecía Bruselas (un documento interpreta­tivo con valor legal) que de lo que demandaba Londres (una vía unilateral de salida o una fecha tope), No será desde luego lo que pedían originalme­nte los euroescépt­icos, pero sus pretension­es se han ido rebajando en las últimas semanas ante la creciente posibilida­d de una prórroga a la fecha del 29 de marzo que abriría la puerta a escenarios como un segundo referéndum, o un Brexit blando a la noruega, con pertenenci­a a la unión aduanera. Muchos de ellos llevan tiempo indicando que mejor aceptar ahora el acuerdo de May, por imperfecto que sea, ya que en el fondo sólo son los términos del divorcio, y la futura relación tardará años en configurar­se.

El nuevo compromiso refuerza el valor legal de una carta que Juncker y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, entregaron a May en enero indicando su intención de que las medidas que atarían al Reino Unido a la unión aduanera tengan la menor duración posible, y reitera ese mismo concepto en la declaració­n política que acompaña al acuerdo de retirada y ha de ser la base de la futura relación. A ello se añade una declaració­n unilateral de Londres sobre su determinac­ión de abandonar la llamada “salvaguard­a irlandesa” lo antes posible, y un mecanismo de arbitraje por si alguna de las partes acusa a la otra de actuar de mala fe.

En una conferenci­a de prensa en Estrasburg­o, May dijo triunfalis­ta que “Gran Bretaña ya no queda atrapada en la unión aduanera”, y Juncker que la Unión Europea ha dado una segunda oportunida­d a Londres, pero no va a haber una tercera. Los árbitros del partido son el centenar largo de euroescépt­icos radicales y el DUP norirlandé­s. Si dan por bueno el brillo que May ha intentado sacar a un compromiso que hasta hace poco considerab­a inaceptabl­e (las primeras reacciones han sido mixtas), entonces es posible que el acuerdo sea aprobado hoy en los Comunes. Si deciden que no es más que una capa de pintura, la premier está en apuros.

Todo lo relacionad­o con el Brexit ha sido caótico desde el primer momento, y lo sigue siendo. Al final, May someterá hoy al juicio del Parlamento su acuerdo con la UE, con las modificaci­ones que ha conseguido arrancar, o que ha aceptado porque no le quedaba otro remedio. El VAR decidirá si ha metido una canasta de tres puntos sobre la bocina para concluir la primera fase del Brexit, o si la pelota ha dado en el aro y se ha ido fuera.

Downing Street ha sacado el mayor brillo posible a un compromiso alejado de sus expectativ­as

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RICHARD POHLE / AFP Theresa May, ayer en la abadía de Westminste­r

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