Divulgador de la melancolía
JEAN STAROBINSKI (1920-2019) Historiador y crítico literario
De Jean Starobinski se ha dicho que fue el “último humanista” y el “último de los enciclopedistas.” Nada más alejado de las jergas y los vuelos baratos de la expresión y del pensamiento que este paradigma del europeo políglota e inmensamente cultivado, que recorrió la cultura occidental y conectó en profundidad la antigüedad clásica con la creación y el pensamiento modernos.
Starobinski nació en 1920 en Ginebra, en el barrio de Plainpalais del que se decía un “producto puro” y donde residió casi toda su vida. Sus padres, polacos judíos, habían llegado a la ciudad suiza en 1913 para estudiar medicina y se quedaron al estallar la Primera Guerra Mundial. De niño acudió ala Maison des Petits del Instituto Rousseau, establecimiento pionero de la pedagogía progresista; ya célebre intérprete del filósofo ginebrino, recordaría la libertad y el contacto con la naturaleza que ofrecía una escuela donde los alumnos eran “pequeños Emilio” (protagonista del tratado de Rousseau sobre la educación). Valores fundamentales de aquella vivencia persistieron en un hombre que pasaba sus veranos caminando en la montaña y nunca siguió ninguna corriente ni se rodeó de seguidores.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Starobinski entra en contacto con autores vinculados a la resistencia francesa; empieza a publicar y ofrece entre otros textos una traducción de En la colonia penitenciaria de Kafka.
El privilegio de vivir en “el balcón sobre Europa” (como P. Béguin llama a la Suiza de entonces) motiva un compromiso moral que lo lleva a participar en las Rencontres internationales de Genève desde el primer encuentro, dedicado en 1946 al “espíritu europeo.”
En 1958, Starobinski se doctora en letras con la tesis Jean-Jacques Rousseau. La transparencia y el obstáculo, un hito en la crítica literaria. Ese mismo año es nombrado profesor de historia de las ideas en la Universidad de Ginebra, donde hasta 1985 enseña también la historia de la medicina y la literatura francesa. En 1960 se doctora en medicina, especializándose en psiquiatría, con una tesis sobre la historia del tratamiento de la melancolía. Ésta será uno de sus leitmotivs; La tinta de la melancolía reúne medio siglo de investigaciones sobre aspectos literarios y médicos de la experiencia melancólica. Cada uno de sus libros ofrecerá nuevas maneras de pensar autores como Montaigne, Diderot, Baudelaire, Stendhal o Valéry, una época (el Iluminismo en La invención de la libertad y 1789, los emblemas de la razón), o la historia de los conceptos entre ciencia y literatura (Acción y reacción. Vida y aventuras de una pareja). Recibirá por sus logros importantes recompensas y será nombrado miembro de diversas academias.
Alérgico a lo que llamó “metodolatría,” Starobinski fue ante todo un ensayista; recopilaciones de ensayos son algunos de sus libros principales, como La relación crítica, El ojo vivo o Tres furores. Pensaba que el ensayo permite seguir el “movimiento” de un autor con libertad y rigor, entrelazar épocas, contextos y ámbitos de creación, y ofrecer interpretaciones donde el lenguaje es tanto expresión de una interioridad como factor formativo de la subjetividad, de la conciencia de sí y hasta de la sensación del cuerpo propio. Aspiraba a una “historia de las ideas sin fronteras”, pero sabía que solo tenemos acceso a la parte de la experiencia afectiva “que se ha plasmado en un estilo.”
Ambos residentes en Plainpalais, nos encontrábamos a veces en el vecino mercado de las pulgas. Compartíamos ese “sentimiento de pequeño apocalipsis” (son sus palabras) que suscita un mercadillo. Allí había comprado parte de su biblioteca de 40.000 volúmenes. Contenía muchas obras raras, pero era un instrumento de trabajo. En el único espacio libre había un piano vertical: Starobinski era excelente músico; escribió bellamente sobre la ópera, le conmovía Mozart y amaba tocar Scarlatti. Decía que se deben “escuchar” los textos como se escucha la música. Murió el 4 de marzo de 2019. Queda su obra impresa; y quien entienda francés tendrá fácil acceso a largas entrevistas que prolongarán para siempre el placer de escucharlo.