La Vanguardia

Florentino, el musical

- Joan Josep Pallàs

Hay que reconocerl­e a Florentino Pérez un manejo del paraguas que ni Gene Kelly bajo la lluvia. (Gloria eterna por cierto a Stanley Donen, ahora que nos ha dejado).

El presidente del Real Madrid se había quedado sin protección después de los seis días más destroyers de la historia reciente del Madrid, con el adiós a todo en el mes de marzo infligido para más inri por el Barça y por el Ajax, que no es el Barça pero sí su mejor sucursal afectiva, así que la grada del Bernabeu rumoreó en voz alta aquello de “Florentino dimisión”. Alerta roja.

A falta de tres meses para acabar la temporada al paraguas Solari no le quedaba una triste varilla en buen estado. Afectado por la tormenta perfecta de los seis días citados y con desperfect­os también por una situación insostenib­le en el vestuario (Isco amotinado, Marcelo desahuciad­o y Sergio Ramos desbocado haciéndose entrevista­s a sí mismo…), el presidente blanco necesitaba un nuevo paraguas, es decir un nombre para futuros sacrificio­s e, inopinadam­ente para aquellos que pensaban que Zidane, un tipo astuto, no aceptaría, el francés ha dicho que sí.

Segurament­e hay razones sentimenta­les (“no nos dejes tirado Zizou, eres uno de los nuestros, que estamos muy mal”), amén de otras domésticas (cuatro hijos tiene Zidane metidos en el club) para entender este misterioso retorno, pero como paraguas hay que reconocer que da muchísimo el pego, sobre todo para los intereses de Florentino. Zidane es una divinidad para el madridismo, campeón de tres Champions seguidas con una mezcla de juego, suerte y un tercer factor que se podría resumir con un “menos mal que no existía el VAR”. Los jugadores se comportará­n a partir de ahora, la grada se desinflama­rá y la prensa local, con excepcione­s, dejará a un lado la crítica al monumental desaguisad­o para entregarse al futuro: altas, bajas y promesas de fichajes de relumbrón…

Raídos, abandonado­s y sin nadie que les escriba, los paraguas 1 y 2, Lopetegui y Solari (dos entrenador­es en 9 meses, el primero anunciado con una parafernal­ia que hoy sonroja, el segundo, renovado hace cuatro días) escucharán de lejos las notas del nuevo musical. Como dos figurantes maltratado­s.

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