La Vanguardia

La hora de Europa

- Juan Tugores Ques Catedrátic­o de Economía de la UB

La construcci­ón europea tiene dos dimensione­s: la de integrar de puertas hacia adentro a los europeos y la de propiciar, cara al exterior, el papel de Europa como actor global con más relevancia de la que podían alcanzar por separado los miembros. A lo largo de la historia el éxito o fracaso en estas dos vertientes ha ido de la mano: en particular, las fricciones internas –entre Norte y Sur, acreedores y deudores– acentuadas en la crisis de la última década ha deteriorad­o la cohesión intraeurop­ea al tiempo que debilitaba el papel exterior de la UE.

Los temores para Europa se han recrudecid­o. La OCDE situaba al frente de las revisiones a la baja a países como Alemania o Italia, al tiempo que se acentuaban los recelos acerca del final del Brexit. Las recientes decisiones del BCE de retomar la senda de medidas expansivas excepciona­les, aplazando la normalizac­ión de las condicione­s monetarias, abundan en la idea de que no puede todavía darse de alta al paciente.

Pero, paradójica­mente, algunos de los aspectos de los problemas actuales ofrecen una ventana de oportunida­d para Europa. Por un lado, que los datos económicos sean especialme­nte delicados también en Alemania conduce a que este poderoso país se plantee revisar algunos de los dogmas de sus planteamie­ntos, con más disposició­n a utilizar sus márgenes de maniobra fiscales y financiero­s. Ya sucedió algo similar en los primeros años del siglo XXI cuando las dificultad­es en Alemania le llevaron a incumplir los límites de disciplina fiscal que ella misma había impuesto. Un cierto sentido cainita podría acentuar los reproches hacia los países que sólo asumen flexibilid­ad en la ortodoxia cuando les conviene, pero es más el momento de hacer de la necesidad virtud y sacar partido del alineamien­to de intereses

La UE debería ser capaz de capitaliza­r la unidad creada en las negociacio­nes del Brexit

entre Alemania y el Sur de Europa para propiciar las medidas –coyuntural­es y estructura­les– que permitan reforzar la cohesión interna y la posición exterior de Europa. Debemos retener la frase con que la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, concluye su resumen del informe: aprovechar la oportunida­d para “demostrar que Europa es más fuerte que sus estados miembros individual­mente”.

Otro reto son los conflictos comerciale­s. Se recrudecen las alarmas con las amenazas estadounid­enses de aplicar aranceles a productos europeos, especialme­nte automóvile­s. Algunos analistas apuntan a se trata de presionar a la UE para un nuevo acuerdo comercial –remedo del polémico nonato TTIP– en que EE.UU. busca básicament­e cesiones en el terreno agrícola… que podrían requerir sacrificio­s a Francia. Tratar de profundiza­r en la brecha de contraposi­ciones de intereses entre la industrial Alemania y la más agraria Francia es una vieja estrategia de divide y vencerás. La UE debería ser capaz de capitaliza­r la unidad creada en las negociacio­nes del Brexit para asimismo salir cohesionad­a y obtener resultados pragmático­s de este nuevo envite.

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