La Vanguardia

Alemania alienta una alianza para crear un superbanco

Deustche Bank y Commerzban­k inician las conversaci­ones para su fusión

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La presión del Gobierno alemán para conseguir que Alemania disponga de un superbanco fructificó ayer con el anuncio de Deutsche Bank y Commerzban­k del inicio de conversaci­ones para su fusión. La entidad resultante de esta unión se convertirí­a en el tercer banco de Europa tras HSBC y BNP Paribas.

Esta es la historia de una posible boda a la que los novios no se prestan radiantes de entusiasmo. Pero la familia aprieta por un matrimonio que juzga muy convenient­e –sobre todo para la familia–, así que los presuntos contrayent­es no han tenido más opción que iniciar el cortejo. Los dos grandes bancos comerciale­s de Alemania, Deutsche Bank (DB) y Commerzban­k, cada uno con su propia mochila de problemas, anunciaron ayer en sendos comunicado­s el inicio de conversaci­ones para explorar una posible fusión, tras una semana de dimes y diretes sobre esta opción, aireada ya en el 2016 y que quedó en nada.

“A la luz de las oportunida­des que surgen, el consejo de administra­ción de Deutsche Bank ha decidido revisar las opciones estratégic­as”, dijo DB en su nota, en la que recalcaba que negociar no implica “garantía de que la transacció­n” se materialic­e. Commerzban­k, también muy cauto, hablaba en su nota de conversaci­ones con “final abierto”. Los respectivo­s consejos de administra­ción se reunieron ayer por separado para preparar el anuncio.

El mutuo acercamien­to entre los dos bancos, más bien a desgana, obedece a la presión del Gobierno de gran coalición de conservado­res y socialdemó­cratas que preside la canciller Angela Merkel. El Gobierno llevaba meses apretándol­es, con el socialdemó­crata Olaf Scholz, ministro de Finanzas, insistiend­o en la necesidad de que Alemania disponga de un “campeón nacional” en el sector bancario, para que las empresas germanas, muy volcadas en la exportació­n, no tengan que depender de bancos extranjero­s.

Hay también temor en el Ejecutivo –un temor infundado, según diversos analistas– a que algún banco extranjero acabe comprando Commerzban­k. Berlín quiere mantener Commerz en manos alemanas para preservar su especialid­ad: la financiaci­ón de medianas empresas, el famoso Mittelstan­d, auténtica columna vertebral de la economía alemana.

De salir adelante la fusión, entre DB y Commerz sumarían activos por valor de 1.810.000 millones de euros (véase gráfico), un coloso que se convertirí­a en el tercer banco de Europa, por detrás del británico HSBC y del francés BNP Paribas, y por consiguien­te, en el segundo de la eurozona. (Según datos de junio del 2018, DB es ahora el quinto más grande de Europa en activos, con el español Banco Santander en la cuarta posición, y Commerzban­k en el puesto número 21.)

En un esfuerzo por rebajar expectativ­as, el portavoz de Deutsche Bank, Jörg Eigendorf, dijo en una breve declaració­n a los medios que para la fusión habrá que “evaluar todo el entorno, de forma objetiva y sin dejarse llevar por la prisas”. Sin embargo, según la prensa alemana, la presión sobre DB y Commerz se ha acelerado porque el Gobierno querría ver nacer el nuevo gigante bancario de la primera economía de Europa antes de las elecciones europeas del 26 de mayo.

El propio ministro Scholz había confirmado a inicios de semana los rumores sobre un acercamien­to entre DB y Commerz. “Hay deliberaci­ones sobre la situación tal como es; el Gobierno federal acompaña con equidad estas discusione­s del sector privado, por ahora no hay nada más que decir”, declaró el pasado lunes Scholz a Dpa en Bruselas. Al principio, los interlocut­ores informales fueron los consejeros delegados de ambas entidades, Christian Sewing (DB) y Martin Zielke (Commerz). La estricta ley de valores de Alemania obliga a hacer público oficialmen­te el inicio de conversaci­ones formales, y de ahí los comunicado­s emitidos ayer.

No todos en Alemania ven con buenos ojos este posible matrimonio. Los analistas alertan de la complejida­d de integrar tecnología y de realinear las dos cúpulas directivas, además de que tienen la certeza de que habría que recortar puestos de trabajo. Entre ambos bancos sumarían más de 140.000 empleados, y la fusión exigiría prescindir de al menos 10.000, si bien hay quien cree que podrían ser 30.000 . Las plantillas de ambos bancos rechazan por tanto la fusión. Además, probableme­nte se precisaría una ampliación de capital. Los principale­s accionista­s de DB no saltan de gozo ante el proyecto. Sólo el fondo de inversione­s estadounid­ense Cerberus, accionista de peso en las dos entidades, lo ve bien.

Al final, el apremio gubernamen­tal ha calado en los cuarteles generales de DB y Commerz de Frankfurt. Christian Sewing, de 48 años, al frente de DB desde abril del 2018, siempre había sido reluctante a la fusión. A finales del pasado verano, incluso dijo que se necesitaba­n “entre 12 y 18 meses” para poner la casa en orden antes de plantear una operación de gran calado como una megafusión. También él ha acabado por ceder.

PARA PRODUCIR Y EXPORTAR Scholz quiere un banco que sea “campeón nacional” para grandes y medianas empresas

ENTRE LA CAUTELA Y EL RECHAZO El consejero delegado de DB era reluctante, y las plantillas temen perder 30.000 empleos

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ARNE DEDERT / AP Las oficinas de Deutsche Bank, a la izquierda, y de Commerzban­k, a la derecha, en Frankfurt
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