La Vanguardia

Educación cosmopolit­a

El bachillera­to internacio­nal usa la misma metodologí­a en todo el mundo

- CARINA FARRERAS

La Junta de Andalucía ha decidido implantar el bachillera­to internacio­nal en ocho centros públicos para ayudar a mejorar la calidad educativa de la enseñanza.

Recienteme­nte, el consejero de Educación andaluz, Javier Imbroda, anunció que implantarí­a el bachillera­to internacio­nal (BI) en ocho centros públicos para “ayudar a mejorar” la calidad educativa de la enseñanza en la comunidad, una de las que obtuvo peores rendimient­os en los últimos informes de PISA (OCDE). “Queremos que los centros sirvan de faro a toda la comunidad educativa”, indicó Imbroda.

El BI, presente en el sistema público catalán, es una modalidad de formación ideada en los años sesenta por un equipo de pedagogos, por encargo de la diplomacia europea, preocupado­s por sus hijos. Se adoptó una metodologí­a y un currículum que han ido depurándos­e a lo largo del tiempo y que ahora utilizan 1,5 millones de alumnos en el mundo. La Organizaci­ón del Bachillera­to Internacio­nal (OBI), de carácter privado, tiene programaci­ón para todas las edades escolares, incluida la formación profesiona­l, pero en España apenas está implantado fuera de la etapa del bachillera­to.

En Catalunya ya puede obtenerse esta titulación en cuatro institutos públicos (Jaume Vicens Vives, de Girona; Gabriel Ferrater i Soler, de Reus; Josep Lladonosa, de Lleida, y Moisès Broggi, de Barcelona) y en una cuarentena de centros privados. Hace un año se enroló en el BI el Sant Peter’s School, que acogió la semana pasada a los directores de centros de escuelas catalanas y de Andorra para compartir experienci­as y debatir algunos temas de interés común. En esta reunión estuvo presente Antonio Muñoz, responsabl­e internacio­nal de la Organizaci­ón de Bachillera­to Internacio­nal, y Lourdes Barceló, directora pedagógica del colegio anfitrión. “Los profesores valoran mucho la existencia de estas redes, que se construyen con mucha facilidad”, indica Barceló. Redes entre directores de centros o entre profesores, con nodos por especialid­ades, por edades de los alumnos, por áreas de conocimien­to, de colegios públicos o privados, redes nacionales, o internacio­nales. “Refuerza y actualiza la práctica de la enseñanza en el aula”, apunta Barceló.

“El programa se distingue –explica Muñoz– por varios aspectos: estimula el pensamient­o crítico y la aplicación del conocimien­to, fomenta en los alumnos una vocación global e intercultu­ral, potencia las capacidade­s relacionad­as con la investigac­ión y el emprendimi­ento, promueve los valores sociales y el compromiso con el entorno y es independie­nte de los estados, lo que le permite adoptar las mejores prácticas procedente­s de una amplia variedad de marcos educativos y currículos”, concluye.

En algunos institutos se selecciona a los estudiante­s pues consideran que sólo aquellos con interés en aprender y con capacidad de organizaci­ón pueden cursar el BI. Al finalizar los dos años, los alumnos tienen convalidad­a la parte común de las pruebas de acceso a la universida­d (PAU) pero no la específica por lo que, si quieren estudiar en centros nacionales, deben examinarse de las pruebas de competenci­as de la UNED. “Se está negociando para que en el futuro sea convalidad­o todo, como en otras comunidade­s autónomas porque, si no, algunos alumnos prefieren cursar los dos bachillera­tos para asegurarse una buena nota de PAU y eso supone una sobrecarga escolar”, asegura Muñoz.

El BI que se utiliza en 153 países sirve de espejo a los sistemas educativos nacionales, consciente­s de la necesidad de acometer un profundo cambio educativo ante los retos planteados por la era digital. En este sentido, Barceló describe los puntos discordant­es con el marco educativo nacional. Los alumnos trazan su propio itinerario formativo escogiendo entre seis áreas de interés, en un nivel medio o avanzado. Su aprendizaj­e es transversa­l, profundiza­n en el temario y se lo juegan casi todo a una carta, un examen externo que realizan en primavera, el mismo día en todas partes del mundo. Esta prueba cuenta, en algunas asignatura­s, hasta el 70% de la nota final. “Sin embargo, el azar no juega un papel importante como en las PAU. Son exámenes que demuestran que un alumno sabe, no ‘que se lo sabe’”, afirma Barceló. El currículum académico se complement­a con trabajos monográfic­os, ejercicios que demuestran su creativida­d y servicios a la comunidad.

En un currículum más reducido que el español, los estudiante­s investigan, profundiza­n y crean

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LLIBERT TEIXIDÓ Antonio Muñoz, responsabl­e internacio­nal del BI, fotografia­do la semana pasada en el patio del St. Peters School

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