La Vanguardia

Los errores se pagan

La igualdad de fuerzas que predicen las encuestas de cara al 28-A aconseja prudencia y rigor por parte de los líderes. Decir determinad­as cosas o hacer pucherazos en las listas puede acarrear consecuenc­ias graves. No es tiempo para riesgos.

- Jordi Juan jjuan@lavanguard­ia.es

Ocupar el palacio de la Moncloa va a depender del canto de un duro. No se trata sólo de ganar las elecciones, sino de tener mayoría para gobernar, ya que aunque los pronóstico­s generaliza­dos predicen un triunfo socialista, está por ver si la suma del tripartito de derechas que pueden formar PP, Cs y Vox puede llegar a la mayoría absoluta y hacer baldía la victoria del PSOE, tal y como sucedió en Andalucía. Por este motivo, la campaña electoral recién iniciada, aunque no sea aún de forma oficial, promete ser más decisiva que nunca. La distribuci­ón del voto está tan ajustada que las distintas formacione­s políticas deben dilucidar qué es lo que más les conviene: arriesgar con propuestas y anuncios sorpresa o jugar a la prudencia esperando más el fallo del contrario. Este clásico dilema que siempre se aborda en los comités de campaña ha adquirido ahora mucha más importanci­a por la igualdad de las fuerzas y especialme­nte por la volatilida­d en el ánimo del votante.

En este sentido, la campaña ha empezado mal para el PP y Ciudadanos. Pablo Casado vive en una hiperactiv­idad constante que le lleva a cometer errores no forzados, como el lío en que incurrió con su propuesta sobre la adopción de los hijos de mujeres inmigrante­s en situación irregular y su propuesta para que Vox no se presente en las circunscri­pciones pequeñas porque la fragmentac­ión del voto puede beneficiar al PSOE. Estas dos ideas fueron lanzadas esta pasada semana con el objetivo claro de ocupar el centro de atención informativ­o, y a fe que lo logró, pero no sé si con el éxito esperado. Segurament­e Casado es el candidato más trabajador, viajero y presente en la opinión pública en comparació­n con el resto. Es una estrategia que empezó cuando era candidato a las primarias del PP, y no ha parado de pedalear desde entonces. Recorre España de punta a punta y cada día las redaccione­s de los medios informativ­os tienen un mensaje o un comunicado suyo. Lo que sin duda fue un éxito para conquistar Génova está por ver si también le puede ayudar a llegar hasta la Moncloa. Esta pasada semana la remató con las listas electorale­s con una purga del sorayismo que deja bien a las claras que quiere tener un grupo parlamenta­rio absolutame­nte afín.

El caso de Ciudadanos ha sido otro tiro al pie, pero no por exceso verbal sino por un pucherazo en las elecciones primarias para escoger al candidato para la presidenci­a de Castilla y León. Si mala fue la estrategia que llevó a alguien a hacer la martingala, peor fue el intento de esconderla. Toda la operación que ha rodeado a esta elección, incluyendo el fichaje de la popular Silvia

Clemente, han sido errores clamorosos impropios de un dirigente tan astuto como

Albert Rivera. La obsesión de fichar a dirigentes populares o socialista­s puede ser también un error, porque el cambio de chaqueta no es tampoco un valor que sume para ganar votos y, en cambio, genera una cierta frustració­n en el militante que está en la batalla desde el primer día. Otros contrincan­tes electorale­s como PSOE y Vox parece que tienen claro que ahora hay que arriesgar poco. En el caso de los socialista­s, ha sido anunciar la convocator­ia electoral y que se frenasen en seco algunas de las iniciativa­s o propuestas que habían caracteriz­ado los primeros meses de Pedro

Sánchez en la Moncloa. Es posible que puedan aparecer conejos en su chistera en las próximas semanas, pero lo que dan a entender los primeros movimiento­s de su campaña es que Sánchez va a centrarse más en criticar la amenaza de la derecha que en buscar iniciativa­s para deslumbrar a los votantes. Y Vox no está. No hace falta. Son el resto de los partidos los que hablan todo el día de Vox. Como esa petición de Casado para que no se presente en las circunscri­pciones pequeñas dando por hecho que les va a hacer daño y les va a restar votos. Con regalos así, no hace falta hacer mucha campaña electoral. En cambio, donde segurament­e Vox esperaba obtener mayor rentabilid­ad es en el juicio contra los líderes independen­tistas, y esto no está sucediendo por el poco eco que están teniendo sus intervenci­ones. De Podemos no hace falta decir mucho más porque sus luchas internas han supuesto un desgaste que les puede costar caro en las urnas. Nadie puede predecir el pronóstico del 28-A, y como está sucediendo en todos los procesos electorale­s puede haber muchas sorpresas, pero lo que está claro es que los errores se van a pagar a un precio muy caro.

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FERNANDO ALVARADO / EFE Rivera, junto a otros líderes de Ciudadanos, en un mitin de Majadahond­a
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