Las nuevas Glòries
La reforma de la plaza de las Glòries es una de las obras civiles de mayor calado realizadas por el Ayuntamiento de Barcelona y que ha ocupado a cuatro alcaldes: Clos, Hereu, Trias y Colau. Después de muchos retrasos y graves problemas –en abril del 2017, el Ayuntamiento rescindió el contrato a las empresas concesionarias de los túneles ferroviarios del subsuelo–, parece que por fin se atisba la luz. A principios del próximo mes está prevista la puesta en funcionamiento de la primera fase de la reforma de la plaza, un macroespacio verde de más de 20.000 metros cuadrados, mientras que los túneles ferroviarios tienen un nivel de realización del 45%, con una inversión de 180 millones de euros desde el 2007.
El macrocruce de Diagonal, Gran Via y Meridiana que el ingeniero Ildefons Cerdà planeó como un gran centro neurálgico, hace casi 160 años, está a punto de convertirse en realidad después de ocupar aquel espacio con un gigantesco e inhumano anillo aéreo de vías elevadas –el scalextric– que convirtió la plaza interior en un área fallida, depauperada e insegura que fue preciso finalmente derribar.
Con anterioridad, en el 2007, el Ayuntamiento había llegado a un acuerdo con los vecinos, “el compromís de les Glòries”, para convertir la plaza de casi 46.000 metros cuadrados en una gran zona verde, equipamientos y espacios al servicio del barcelonés, que en quince días empezará a ser realidad.
Pero hay dos cuestiones básicas que preocupan. La primera es la seguridad. La zona verde de la Canòpia Urbana es una extensa área que precisa vigilancia, especialmente durante la noche. Aunque el Ayuntamiento asegura que la habrá permanente, así como un sistema de alumbrado potente, el espacio es tan grande que provoca temor en el vecindario y es preciso resolverlo de forma adecuada. La segunda cuestión es el llamado “mercadillo de la miseria”. Nacido ilegalmente al albur de la nueva plaza, hace veinte años, se trata de un mercado de productos procedentes del desecho y la basura, que se situó en el centro del anillo y que ha ido desplazándose según la presión policial sobre una actividad que provoca molestias al vecindario y a los comerciantes de los Encants. La pregunta es cuál es el plan municipal para acabar con ese mercadillo.
La trascendencia urbana de las nuevas Glòries, con el 22@ como vecino y motor cívico principal, así como la inversión realizada, son lo suficientemente importantes para que no quede un cabo suelto al final de su ejecución. Conviene por tanto que los munícipes pongan toda su atención.