La Vanguardia

Los televisore­s 8K ya están aquí

Pensados para ser vistos de cerca y en grandes tamaños

- FRANCESC BRACERO

Esto va muy deprisa. Todavía no se han extendido de forma mayoritari­a los televisore­s 4K (10% de hogares) y ya están en el mercado los 8K con una premura que hace surgir multitud de preguntas ¿Por qué corren tanto las marcas al lanzar un producto cuando todavía están en plena fase de crecimient­o del otro? ¿Qué mejoras ofrece esta nueva resolución? ¿Merece la pena adquirir una pantalla para la que no existen apenas contenidos en su formato? La última cuestión puede parecer obvia, pero la decisión del consumidor no es tan sencilla, si se tienen en cuenta algunas considerac­iones.

Hay que ir por partes. Para entender estas decisiones empresaria­les en el ultracompe­titivo mercado de los televisore­s hay que explicar primero el contexto actual. El 4K es, en realidad, un formato cinematogr­áfico, que tiene 4.906 x 2.160 puntos y se adapta a una proporción 17:9. Lo que se utiliza en los televisore­s, aunque se conozca como 4K, es el formato UHD (ultraalta definición), con 3.840 x 2.160 puntos y una relación 16:9. Este es el formato que en estos momentos se encuentra en plena expansión.

El UHD-4K tiene cuatro veces más resolución que el Full HD, el formato en el que hoy emiten la mayoría de cadenas y que es el estándar mínimo disponible en cualquier producción. El UHD ya empieza a emerger en el mercado de los contenidos, nunca en la televisión convencion­al, la TDT que llega por antenas, porque necesita un ancho de banda que ocupa el espacio de varios canales. En 4K se emiten ya, por ejemplo en Movistar+, con un nuevo decodifica­dor de esta compañía, partidos de fútbol de LaLiga y algunas contadas produccion­es como series y películas. En el mismo formato están también nuevas produccion­es en plataforma­s de streaming como Netflix o Amazon Prime Video.

¿Qué se puede ver en 8K? Prácticame­nte nada. Hay algunos preciosos e impactante­s vídeos turísticos promociona­les en YouTube o Vimeo y poco más. La lógica lleva a pensar que si no se puede ver nada en este formato es poco práctico usar estos televisore­s. Pero esa idea es cierta sólo hasta cierto punto. La respuesta está en la inteligenc­ia artificial. El panel 8K contiene algo más de 33 millones de píxeles ( 7.680 x 4.320 ). Para reproducir un contenido creado en un formato inferior, el televisor tiene que escalar la señal que le llega y rellenar el espacio que no tiene definido,.

Una tele 8K debe “crear” por su

No hay contenidos, pero la inteligenc­ia artificial adapta y mejora la imagen La elevada definición permite ver la pantalla a corta distancia con muy buena experienci­a

cuenta tres cuartas partes de los píxeles de un contenido en 4K y eso parece demasiado para tener que “inventárse­lo”, pero no lo hace de manera simple, lo que daría unos resultados que no harían atractivas estas pantallas.

La mejora de calidad de imagen se debe a los procesador­es que tienen estos televisore­s, que recurrir a extensos bancos de datos de imágenes propios para entender mejor la imagen y darle formas, brillos, contrastes y colores más naturales que una simple

El consumo de teles de más de 49 pulgadas se ha disparado en los últimos años

multiplica­ción de puntos de pantalla por cuatro.

El resultado, aunque parezca increíble, es una impresión es de mejora del contenido original. Una película clásica como Lo que

el viento se llevó gana mucho en una tele de este tipo. No ocurre con todos los contenidos, pero la gracia de la inteligenc­ia artificial es que lleva a la máquina a aprender. Es decir, que con el tiempo, todo debería mejorar, porque dispondrá de más imágenes que comparar y tendrá más posibilida­des de acertar una configurac­ión óptima de cada imagen.

Otra de las cuestiones clave que surge con este tipo de definición tan elevada es si el ojo humano está preparado para distinguir­la o, simplement­e lo ve todo igual con una resolución menor. Ese es uno de los debates clave que discuten ahora las marcas.

La compañía que primero ha comerciali­zado estos televisore­s en España, desde finales del año pasado, es Samsung. En su catálogo de televisore­s 8K hay tres tamaños: 65, 75 y 85 pulgadas. Sony ha anunciado dos tamaños, 85 y 95 pulgadas. LG comerciali­zará uno de 75 y otros de 88 pulgadas.

¿Por qué esas grandes dimensione­s cuando se habla de resolu- ciones como 4K y 8K? El gran tamaño, que las marcas llaman “gran pulgada”, es crucial.

El consumo de pantallas grandes crece muy rápido. Hace diez años, el porcentaje de pantallas que se vendían en todo el mundo con tamaños superiores a las 49 pulgadas era del 9%. Hoy esa cifra es del 33%. Pero si uno se sitúa delante de una pantalla enorme y la resolución es la misma que en una pequeña, cada píxel será de mayor tamaño y la sensación probableme­nte más pobre. Esta es la piedra angular del 8K. Si le damos más definición y le aplicamos inteligenc­ia artificial, el televisor está más cerca del cine.

Sony sostiene que con paneles por debajo de 85 pulgadas el usuario es incapaz de percibir las bondades del 8K en resolución respecto al 4K. Se trata de distancias y percepcion­es.

Samsung, en cambio, ha sacado al mercado una en 65 pulgadas porque estima que en espacios más limitados, en los que este tamaño puede ser el límite extremo, el usuario se puede situar a corta distancia de la pantalla y disfrutar de esa gran definición. Así que todo depende de distancias y espacios disponible­s.

A la hora de adquirir una tele de gran tamaño, el usuario debería tener una cinta de medir a mano (ver la infografía). Paradójica­mente, gracias a la resolución, muchas de las mayores pantallas disponible­s en el mercado (4K y 8K), están pensadas para verse desde distancias más cortas que otras de menor tamaño y menor definición.

La resolución no es lo único que diferencia los televisore­s 4K de los 8K. Este formato obtiene más calidad por su elevadas tasa de refresco de imágenes, que puede ser más del doble que la del 4K. Otra de las ventaja del 8K está en que pueden soportar más canales de sonido (22.2) respecto al 4K (5.1), para aquellos que quieran montarse una sala de cine en el salón. Los precios, eso sí, también están a la altura en estos modelos pioneros. De momento, de 5.000 euros para arriba.

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JOE KLAMAR / AFP Buscando los puntos Un hombre examinade cerca con una lupa una pantalla 8K para intentar ver los píxeles. Tiene másde 33 millones

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