La Vanguardia

Una fiel compañera de cordada

Un perro callejero llega a la cima de un pico de 7.120 metros en el Himalaya siguiendo al guía de una expedición

- ROSA M. BOSCH

Cada año un ejército de seres humanos ansían coronar las cimas más icónicas del Himalaya. Para romper límites, para disfrutar del momento, por ego... ¿Pero qué motivos pueden llevar a un animal abandonado a subir los 7.120 metros del Baruntse, no muy lejos del Everest? Mera, un cruce de mastín tibetano y pastor del Himalaya, ascendió sin proponérse­lo este pico el pasado noviembre. Ella se limitó a seguir montaña arriba a su nuevo amigo, el guía americano Don Wargowsky, que este último otoño acompañaba a un grupo de clientes hasta la cumbre de este sietemil nepalí.

No se tiene constancia de que ningún perro haya hollado el Baruntse, ni otro monte de 7.000 metros. Billi Bierling, la coordinado­ra en Katmandú del Himalayan Database, explica por correo electrónic­o que sí se han visto canes en el campo base del Everest (5.350 m.) y un poco más arriba, en la cascada de Khumbu, pero que no puede confirmar que hayan pisado cotas superiores. En todo caso, no hay dudas de la proeza de Mera, las fotos lo confirman.

La historia de Mera va más allá de su resistenci­a y de su aclimataci­ón. Es una ejemplo de fidelidad. Wargowsky, de 35 años, se tropezó con ella cuando descendía de otra montaña, Mera (6.476 m.), el nombre con el que a la postre la bautizó. Lo inusual del asunto es que el encuentro se produjo a 5.500 metros, “en un glaciar lleno de grietas”. Don adora los perros y le hizo gracia ver cómo la ágil Mera campaba como si nada rodeada de alpinistas ataviados con plumones, crampones, pioron lets... Al acercarse a ella se percató de que ya la había visto unos días antes, en el pueblo de Khare. Desde el momento que volvieron a cruzarse sus caminos, Mera fue la sombra de Don y de sus compañeros.

“Nos siguió hasta el campo base del Baruntse, a más de 22 kilómetros y cuatro días de marcha”, escribió el guía en un relato que difundió el 6 de marzo a través de las redes sociales. En la segunda noche, Mera aceptó dormir en la tienda de Don acomodada en uno de sus almohadone­s y arropada con prendas de abrigo. Era una más de la expedición, aunque nadie sospechaba que les seguiría hasta la cumbre.

Tras unas jornadas de descanso, los cuatro sherpas del equipo subie- hasta el campo 1 y fijaron cuerdas en las partes más comprometi­das del glaciar. Al anochecer regresaron abajo pero Mera, prudente y atemorizad­a, prefirió pernoctar a 6.000 metros ante el panorama de tener que descender por un terreno con tanta pendiente. “Se me rompió el corazón al pensar en ella durmiendo en la nieve sin comida, con viento y temperatur­as bajo cero”, detalla Wargowsky.

“¡El perro está bien!”, comunicó Jangbu Sherpa por radio al volver a subir hasta el C1. Tan bien que Mera acompañó a Jangbu y al resto de sherpas hasta los 6.800 metros en su misión de seguir poniendo cuerdas en el camino. Finalizado el trabajo todos volvieron al campo base.

“Vino corriendo hacia mí. Me saltaron las lágrimas. Había perdido algo de peso y tenía cortes en las patas, pero para haber pasado cinco días a más 6.000 metros en el Himalaya estaba increíble”. Después de alimentarl­a se retiró con Don a su tienda a descansar.

Al día siguiente tocaba empezar el ascenso definitivo. Don ató a Mera para evitar que los siguiera. Al cabo de media hora de marcha notó un cosquilleo en la parte posterior de una rodilla. “No tengo ni idea de cómo se desató”, exclama el guía, divertido al volver a ver con qué facilidad evoluciona­ba por el glaciar. “Yo necesito un calzado de 1.300 dólares para hacer lo que ella hace descalza”.

Al final sólo uno de los clientes logró coronar el Baruntse junto a Mera y Don.

“Durante el ascenso no necesitó ayuda alguna, sólo al bajar hice un largo rápel con ella en un tramo”, confirmó ayer Wargowsky por correo electrónic­o. En el Baruntse compartier­on tienda y comida y el guía subraya que Mera nunca se hizo pesada para obtener más alimentos. “No podía esperar una mejor compañera”.

Ahora Mera vive en Katmandú con el mánager del campo base de la expedición, Kaji, que la adoptó. De hecho, ya responde por Baru, el nombre con el que Kaji la ha rebautizad­o para recordar su hazaña en el Baruntse.

“Durante el ascenso no necesitó ayuda alguna, sólo al bajar hice un largo rápel con ella en un tramo”

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DON WARGOWSKY Don Wargowsky junto a Mera al culminar el Baruntse, una montaña cercana al Everest

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