El ‘speaker’ de los Comunes niega a May otra votación
Las contradicciones inherentes al Brexit han acabado sumiendo al Reino Unido en la crisis constitucional que lleva meses fraguándose, tras el anuncio ayer por parte del speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, de que el acuerdo suscrito por Theresa May con Bruselas para la salida de Europa no puede ser sometido a una tercera votación si no es objeto de “cambios sustanciales”.
Si Theresa May es ninguneada por su propio Gabinete, su propio grupo parlamentario, su partido y la prensa (que se refiere a ella de manera rutinaria como la persona más incapaz que ha ocupado el 10 de Downing Street en toda la historia), no es de extrañar que también lo haga el speaker Bercow, que además ha tenido en el pasado varios rifirrafes con la primera ministra y es partidario de un segundo referéndum y de la permanencia.
Bercow ha justificado su decisión en una serie de precedentes históricos según los cuales una misma moción gubernamental no se puede presentar a votación repetidamente. El acuerdo de Retirada lo ha sido ya dos veces (siendo derrotado por aplastante mayoría), pero en la segunda ocasión lo fue tras haber incorporado una serie de cambios negociados por May en Bruselas.
El anuncio pilló desprevenido a Downing Street, mientras negocia con el DUP norirlandés para que cambie de opinión y apoye el acuerdo, en la esperanza de que arrastren a un número suficiente de euroescépticos (tanto conservadores como laboristas) para que a la tercera sea la vencida, y el compromiso de
Bercow se ciñe al precedente de que una misma moción no puede ser votada repetidamente
May sea aprobado por los Comunes. La posición de Bercow complica aún más el panorama.
Los expertos constitucionales han sugerido que el Gobierno podría dar por terminada la actual legislatura, y empezar una nueva, con lo cual técnicamente la moción de May pidiendo la aprobación del acuerdo se presentaría por primera vez. Ello tiene sin embargo el inconveniente de poder dar pie a que la oposición exija la celebración de elecciones generales, algo que los tories prefieren evitar a toda costa a pesar de que los sondeos les dan una ligera ventaja.
Otra alternativa es que la primera ministra deje el tercer intento de sacar adelante el plan hasta después de la cumbre de Bruselas del jueves, y que convenza a los líderes europeos de que, si otorgan al Reino Unido una prórroga larga como se especula, lo hagan con una cláusula accediendo a otra más corta, de tan sólo semanas, si el acuerdo es aprobado por los Comunes antes del 29 de marzo, la fecha todavía vigente de salida.
El DUP, a cambio de su apoyo a May, exige más dinero para el Ulster, garantías de que no habrá diferencias regulatorias entre la provincia y el resto del país, y la participación en las futuras negociaciones con la UE.