La Vanguardia

Boya deja el secretaria­do de la CUP por ‘mobbing’

La exdiputada alega “agresión psicológic­a” de un compañero

- ÀLEX TORT

La exdiputada ya expresó formalment­e a la CUP hace dos semanas que dejaba el secretaria­do nacional. Pero fue la misma Mireia Boya quien ayer lo anunció con un comunicado en Twitter. Con él, una sacudida –otra más– para los cuperos, ya que el motivo afecta al ámbito del acoso emocional y laboral, del mobbing: un “episodio continuado de agresión psicológic­a” por parte de un compañero durante su etapa, en la anterior legislatur­a, como presidenta del grupo parlamenta­rio de la CUP. Un hecho que no estaba dispuesta a repetir ahora después de que este mismo compañero fuera designado por la formación para compartir nuevamente tareas con ella.

“Eso lo viví entonces y así lo siento ahora. Todo lo que pasó en aquellos tiempos complejos, donde la prioridad era el referéndum, y todo lo que ha venido asociado a la represión del Estado, me ha comportado problemas de salud que he escondido bajo una coraza que me fabriqué a medida”, argumenta Boya. Y continúa: “Ahora, he tenido que coincidir de nuevo con aquella persona, en mis tareas como miembro del secretaria­do nacional, y con el recuerdo de aquellos comportami­entos agresivos y roles de poder, a pesar de pedir evitarlo”.

Posteriorm­ente, la exmiembro de la CUP, que será juzgada en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya por un posible delito de desobedien­cia por el 1-O, aclaró que la persona que la asedió no forma parte del actual secretaria­do –órgano ejecutivo–, ni es ninguno de los diputados. En todo caso, pidió que se pusiera el foco en el qué, y no en el quién. Se va, según dice en la carta, siendo consciente de que deja el reto colectivo de mejorar la gestión de las agresiones machistas.

La CUP envió un comunicado poco después de que lo hiciera Boya. La formación anticapita­lista lamenta su marcha y asegura que la comisión feminista de la organizaci­ón “asume” la situación y la abordará para resolverla.

El periplo de Boya como diputada fue complicado en su última etapa. En mayo del 2017, hubo presiones internas para que dejara de ser uno de los interlocut­ores –junto con Anna Gabriel y Quim Arrufat– con Junts pel Sí y el Govern de Carles Puigdemont. Tal como informó este diario, el asunto causó revuelo y en el consejo político que la CUP hizo en Barberà del Vallès miembros de tres asambleas territoria­les abandonaro­n la reunión en desacuerdo con las explicacio­nes del secretaria­do, que justificó una “reorganiza­ción de tareas” en la CUP.

Una de las que ayer apoyó públicamen­te a Boya fue la también exdiputada cupera Pilar Castillejo, que asumió buena parte del peso en las negociacio­nes de los presupuest­os del 2016 y del 2017. Castillejo usó ayer, como Boya, el término “roles de poder” y dio a entender que sabía de qué hablaba: “Convivimos un tiempo en el Parlament y por desgracia soy conocedora de los roles de poder y los comportami­entos agresivos que explicas”. Castillejo dejó el Parlament en octubre del 2016, sólo siete meses después de recoger el acta de diputada.

Sea como sea, ahora la CUP tiene la palabra. De hecho, está ultimando un protocolo para tratar agresiones machistas. El caso Boya puede ir para largo, ya que en otro comunicado posterior avisó que el caso concreto de violencia psicológic­a “es una violencia a menudo difícil de percibir y tiene sus propios procesos de abordaje (...) y tiene una complejida­d muy grande”.

En mayo del 2017 ya sufrió presiones internas para que abandonara la interlocuc­ión con JxSí

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MARIONA PUIG / ACN / ARCHIVO Mireia Boya, el 10 de mayo pasado después de un consejo político

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