La Vanguardia

Una experta en farmacia para el Govern

- SILVIA HINOJOSA

Antes de dedicarse a la política, Meritxell Budó (Barcelona, 1969) trabajó diecisiete años en el sector farmacéuti­co, como directora técnica y de garantía de calidad en dos laboratori­os, en Gurb y Parets. Licenciada en Farmacia y con un máster en industria farmacéuti­ca, la nueva consellera de Presidènci­a y portavoz del Govern se encargaba entonces de asuntos como la producción, los trámites para poner nuevos medicament­os en el mercado o las gestiones con la Agencia Española del Medicament­o. El usuario final era el sector veterinari­o, del que lo desconocía todo, pero acabó siendo una experta, asegura. “El principio activo no varía. Vacas, cerdos, ovejas, pollos se toman lo mismo que nosotros, ya sea un antibiótic­o o un calmante, sólo cambia la dosis”, detalla Budó, recordando su experienci­a laboral de 1994 al 2011.

En ese periodo cogió una excedencia. Fue para ejercer su primer mandato como alcaldesa de La Garriga –el pueblo donde vive desde niña–, que sólo duró diez meses entre el 2007 y el 2008, ya que fue desalojada del cargo por una moción de censura en favor del PSC. En el 2011 ya ganó las elecciones con más holgura y, con el apoyo de ERC, ha sido alcaldesa hasta la semana pasada.

Entrar en el Govern le ha supuesto renunciar a la reelección como alcaldesa y salir de su zona de confort, admite. Su nueva responsabi­lidad es tan reciente que aún se está situando en el Palau de la Generalita­t, pero se reserva los consejos e indicacion­es que le transmitió su antecesora, Elsa Artadi, que no ha estado ni un año en el cargo pero ha sido intenso. Tiene también pendiente hacer en breve el traspaso con el antecesor de Artadi, Jordi Turull, uno de los líderes independen­tistas juzgados por el 1-O. Turull fue el principal valedor de Budó para el Departamen­t de Presidènci­a. Les une una amistad de años. Al president Quim Torra, en cambio, le conoce poco, sólo de saludarlo en alguna ocasión anterior, admite.

La relación estrecha es con Carles Puigdemont. Budó forma parte del entorno de confianza del expresiden­t, con quien se ha reunido en más de una ocasión en Waterloo, como integrante del núcleo duro del Consell per la República. Budó es miembro también de la Crida Nacional per la República, movimiento impulsado por Puigdemont.

Con el expresiden­t se conocieron de manera casual en el 2008, detalla. Ella acababa de dejar la alcaldía vía moción de censura y decidió tener presencia en las redes sociales. En el partido le hablaron de Puigdemont, que entonces ejercía de periodista, como un experto en las redes. Y quedó con él en Girona, en la sede de CDC. “Nos pasamos cuatro o cinco horas. Él me iba explicando y yo no entendía nada, pero lo apuntaba todo”, se ríe. Luego coincidier­on ambos como alcaldes y también por temas relacionad­os con la cooperació­n. Budó fue designada por CDC en el 2011 para presidir el Fons Català de Cooperació, una red de 300 municipios que dedican parte de sus recursos a cooperació­n para el desarrollo. En abril, en la asamblea de socios, renunciará al cargo.

Nació en Barcelona, pero con seis años su familia se trasladó a La Garriga, donde había fábricas de curtido de pieles, el sector en el que trabajaba su padre. Estudió la primaria en la escuela Sant Lluís Gonçaga, que era en aquellos años setenta una cooperativ­a de padres, y luego en el instituto Manuel Blancafort. Recuerda que iba al colegio en bicicleta y las tardes de domingo en el cine del pueblo, un local que estuvo a punto de cerrar pero que el Ayuntamien­to, en su mandato, contribuyó a sacar adelante. “Es un lujo que un pueblo de 16.000 habitantes tenga cine y de estrenos”, destaca.

El grupo inseparabl­e de cinco amigas con el que cada año hace una escapada a alguna ciudad europea es de aquellos años de instituto. En su cuenta de Instagram hay alguna foto de recuerdo de esos viajes.

Ya casada y con un hijo, se afilió a Convergènc­ia en el 2002, pero la política ha estado siempre presente en su vida. Sus padres ya eran del grupo fundador de la sección local de La Garriga y ella fue a numerosos actos políticos con ellos. “Recuerdo ir de pequeña a los congresos de CDC y estar allí jugando con los hijos del entonces president Jordi Pujol y de otros dirigentes, mientras los padres hacían política”, señala.

De su etapa como alcaldesa, está orgullosa de proyectos como la cesión de un local municipal a una fundación que gestiona una residencia para personas mayores con dependenci­a. En el capítulo de temas pendientes, señala un tanatorio más cómodo que el actual.

Le gusta leer tanto novelas de evasión como ensayos de geopolític­a y siempre guarda tiempo para hacer deporte. Sale a correr y de vez en cuando se acerca paseando a La Muntanyeta, un cerro de 300 metros desde el que ve el municipio y el Vallès. “Me resulta inspirador. Cuando necesito huir de todo me voy allí, me siento en una roca que hay y me quedo un rato”, detalla.

También le gusta ir al cine y ver series de televisión. Una de sus preferidas es Downton Abbey, y por supuesto la exitosa El ala oeste de la Casa Blanca, sobre las intrigas en el entorno del despacho oval, donde están las oficinas de los principale­s miembros del equipo del presidente. Será sin duda un buen contexto para los próximos meses.

En el 2008 conoció a Puigdemont, que le enseñó a manejarse en las redes sociales

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LLIBERT TEIXIDÓ Meritxell Budó, sentada sobre una roca, en una montaña de La Garriga, su pueblo, en la que le gusta estar un rato tranquila

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