Saber ver más allá
JOSEP ESTEVE I SOLER (1930-2019) Farmacéutico
Podríamos decir que mi padre trajo el pan debajo del brazo: nació prácticamente a la par que la empresa que lleva el nombre de nuestra familia desde hace casi 90 años.
Es muy difícil separar el padre empresario del padre de familia, del patriarca. Desde niño el negocio ha estado siempre mezclado con la familia y ha aderezado comidas, cenas y escenas familiares. Ya de pequeño mi padre jugaba al fútbol en los terrenos que ocuparon la antigua sede de la compañía, que dejamos hace apenas unos meses. Allí íbamos también nosotros de pequeños cuando los sábados se trabajaba.
Mi padre siguió la tradición y se convirtió en el sexto farmacéutico de la saga Esteve y heredó la vena emprendedora de mi abuelo. Nos inculcó la pasión por la familia y por la empresa; y nos hizo apreciar la importancia de realizar una labor noble y de interés universal: velar por la salud de las personas.
Asumió la presidencia de la compañía y tomó las riendas del negocio, junto con sus hermanos Joan y Montse, tras fallecer mi abuelo. Como empresario fue visionario y muy consciente de que había que mirar más allá de lo local. Trabajó para explorar otros mercados y aportar nuevas soluciones terapéuticas al mercado español. Hizo crecer la compañía y se implicó, no sólo en el negocio propio, sino también en la defensa de los intereses del sector.
Promovió el Instituto de la Empresa Familiar y presidió Farmaindustria en dos ocasiones, además de representar a la patronal española internacionalmente.
Fue reconocido en el ámbito empresarial sin alejarse nunca de la ciencia y el ámbito académico. Fue académico de las reales academias de Farmacia –que también presidió– y de Medicina de Catalunya; de las Academias de Farmacia española y francesa. Fue miembro del Consejo Asesor para la Ciencia y la Tecnología y la sociedad civil le otorgó, entre otros reconocimientos, la encomienda
de la Orden Civil de Sanidad o la Creu de Sant Jordi.
Su curiosidad no conocía límites, era inconformista y un firme impulsor y líder de la innovación y de su valor. Para ello, movilizaba los recursos que hiciese falta e incluso convencía gobiernos para apoyarle.
Socialmente comprometido, el mecenazgo formaba parte de su ADN. Como él mismo decía, una empresa de referencia debe tener impacto más allá de las fronteras empresariales: en la ciencia, en la cultura. “Estamos en deuda con la sociedad que confía en nosotros”, decía. Se implicaba y nos enseñó a implicarnos y formó parte de diversos patronatos, entre ellos la Fundación Príncipe de Asturias.
Deportista y amante del deporte, jugó al frontón hasta que su mano dijo basta. Se pasó a la raqueta y cuando se le resistió, al golf. Era competitivo y ágil de mente y tenía la habilidad curiosa de leer palabras o frases al revés. Un divertimento.
Con la honestidad por bandera fue capaz de liderar, cohesionar y arengar a la familia y a los colaboradores. Sus valores han sido los cimientos sobre los que hemos crecido personal y profesionalmente. De su ejemplo y enseñanzas hemos aprendido a ser las personas que somos. Desde un hoy en el que el dolor nos llena por su pérdida, me queda el deseo de que mis propios hijos se inspiren en él y honren su memoria como el referente que ha sido y es en todos los ámbitos de la vida. Él se sintió muy amado por todos, gracias en nombre de toda la familia.
Exploró nuevos mercados, presidió academias y tuvo siempre un fuerte compromiso social