La Vanguardia

El arte explora la inteligenc­ia artificial

Los creadores exploran el potencial de la inteligenc­ia artificial para innovar

- JOSEP CORBELLA

Con programas de inteligenc­ia artificial se han creado cuadros que, incluso para expertos en arte barroco, son indistingu­ibles de un Rembrandt auténtico. Se ha compuesto la canción Daddy’s car, que suena a los Beatles de la época de Revolver. Es cuestión de tiempo que se escriba un cuento o una novela convincent­es. Y está abierto el debate de si algún día se conseguirá escribir poesía decente. Pero lo que ningún programa de inteligenc­ia artificial ha sido capaz de hacer es romper reglas, crear algo nuevo y saber que lo que ha creado tiene sentido, que es precisamen­te lo que hicieron Rembrandt, los Beatles o Cervantes.

Miles de personas que trabajan en el campo emergente de la creativida­d computacio­nal tienen el objetivo de construir programas capaces de una creativida­d equivalent­e a la humana. El historiado­r Yuval Noah Harari predice, en el best seller 21 lecciones para el siglo XXI (Debate/Edicions 62, 2018), que “a largo plazo, los algoritmos pueden aprender a componer canciones enteras jugando con las emociones humanas. (…) Si el arte consiste en inspirar (o manipular) emociones, pocos o ningún músico humanos podrán competir con un algoritmo así”. Para Harari, “a la larga ningún puesto de trabajo estará a salvo de la automatiza­ción; incluso los artistas deben estar prevenidos”.

En cambio, el astrofísic­o Martin Rees predice, en el no menos recomendab­le On the future (Princeton University Press, 2018), que con la automatiza­ción “habrá una erosión del trabajo rutinario […] y un resurgimie­nto de las artes y la artesanía. Hemos visto aparecer chefs célebres. Habrá más posibilida­des para otras artes y más respeto por sus exponentes de más talento”.

Por ahora, uno de los ejemplos más emblemátic­os de creativida­d computacio­nal es el proyecto The Next Rembrandt, realizado entre el 2015 y el 2016 por encargo de ING y con apoyo de Microsoft. Se instruyó a un programa de inteligenc­ia artificial con múltiples variables de los cuadros de Rembrandt: colores empleados, porcentaje de hombres y mujeres, proporcion­es faciales, direccione­s de las miradas, incluso grosores de pintura en las distintas zonas de cada cuadro… Tras la fase de aprendizaj­e, el programa creó su propio Rembrandt, que se pintó con una impresora 3D y se presentó en el Festival Internacio­nal de

Cannes Lions, donde fue premiado.

“¡El resultado es espectacul­ar!”, explica con entusiasmo Ramon López de Mántaras, director del Institut d’Investigac­ió en Intel·ligència Artificial (IIIA) del CSIC y uno de los pioneros en la aplicación de la IA a la música. La clave está en que “los sistemas de deep learning [aprendizaj­e profundo] funcionan siempre que haya patrones que detectar”. Las artes plásticas se prestan especialme­nte a la identifica­ción de patrones, que es lo que permite reconocer al primer vistazo si un cuadro es (o parece) un Rembrandt.

También se presta la música, porque todos los componente­s de ritmo, armonía, melodía y timbre se pueden describir matemática­mente para alimentar algoritmos. Esto es lo que permitió a François Pachet crear las primeras canciones íntegramen­te compuestas con IA cuando trabajaba en el Laboratori­o de Ciencias de la Computació­n de Sony en París –en el 2017 se incorporó a Spotify–. La más conocida de estas canciones es Daddy’s car, que imita el estilo de los Beatles, aunque el aficionado experto advertirá que es un fake, porque no se puede reconocer ningún rastro de Lennon ni de McCartney en la composició­n; suena vagamente a Harrison, pero tampoco de manera convincent­e.

También David Cope con su proyecto EMI (iniciales en inglés de Experiment­os en Inteligenc­ia Musical) ha creado composicio­nes que imitan el estilo de compositor­es como Bach, Mozart o Vivaldi a partir del reconocimi­ento de patrones. Por el contrario, la literatura se resiste a la inteligenc­ia artificial porque todo texto se basa en sobreenten­didos que escapan a la programaci­ón. Y dentro de la literatura, la poesía es especialme­nte refractari­a porque “se pueden imitar la rima y el ritmo, pero se pierde todo lo que apela a la imaginació­n. Sale una poesía muy mala”, explica López de Mántaras.

Aun así, la limitación principal de la creación a partir del reconocimi­ento de patrones es que imita, no innova. O, más exactament­e, innova en el apartado de la inteligenc­ia artificial, no en el de la expresión artística. El cuadro de Rembrandt, pese a ser un hito técnico, no aporta nada nuevo a la obra del pintor, ya que está implícito en su obra anterior. Por lo tanto, es prescindib­le. Tampoco aportan nada Daddy’s car al legado de los Beatles ni el proyecto EMI a la música clásica.

Para ir un paso más allá del reconocimi­ento de patrones, el artista gráfico Karl Sims ha optado por generar imágenes abstractas al azar a partir de fórmulas matemática­s y solicitar a los espectador­es que las evalúen. Esto permite a un sistema de inteligenc­ia artificial hacer evoluciona­r las imágenes de acuerdo con las valoracion­es expresadas por los observador­es. De manera similar a un artista humano, el sistema progresa en sus creaciones.

Pero tampoco en este caso el proceso de creación de la máquina es equivalent­e al de una persona. Para que un sistema de aprendizaj­e basado en la inteligenc­ia artificial progrese, se le deben programar instruccio­nes clade ras los objetivos que conseDe guir. este modo puede evaluar sus resultados y corregirse. No es que no pueda ser creativo, pero la suya es una creativida­d funcional, rientada a objetivos.

Lo demuestra el ejemplo de AlphaGo, el programa de inteligenC­reatividad

SU PUNTO FUERTE

Los sistemas de ‘deep learning’ crean obras convincent­es si hallan patrones reconocibl­es

SUS LIMITACION­ES

Son incapaces de inventar nuevos estilos porque no saben si lo que hacen está bien

INNOVADORA­S A SU MANERA

Encuentran soluciones ingeniosas si tienen instruccio­nes claras de cuál es su objetivo

cia artificial desarrolla­do por Google Deep Mind para jugar al go, que demostró su ingenio derrotando a Lee Sedol, el mejor jugador humano del mundo. Después AlphaGo fue derrotado por AlphaGo Zero, otro programa de aprendizaj­e profundo capaz de jugadas aún más ingeniosas. Pero para los programas aplicados a juegos el objetivo es obvio. Se trata simplement­e de ganar partidas.

Para los programas aplicados a la creación artística, el objetivo es más etéreo. Con las imágenes de Karl Sims, la retroalime­ntación que indica a la máquina si va por buen camino se basa en el comportami­ento de la audiencia. Así, lo que hace progresar sus creaciones es la evaluación externa, como la del intérprete que toca para agradar, más que un impulso interno, como el del artista que innova sin hacer concesione­s.

“El problema esencial es que el programa de inteligenc­ia artificial es incapaz de validar por sí mismo lo que genera”, explica López de Mántaras. A diferencia de Picasso o Miles Davis, que sabían que sus innovacion­es eran diferentes a cualquier obra anterior y que además eran trascenden­tes, la inteligenc­ia artificial no tiene modo de saber si sus creaciones son avances rupturista­s o azares irrelevant­es.

Al final, la respuesta a la pregunta de si las máquinas pueden ser artistas depende de cómo cada cuál defina el arte. Si se define desde la perspectiv­a de los espectador­es, lectores u oyentes, la inteligenc­ia artificial puede ser artística en la medida en que puede generar emociones y sensacione­s estéticas.

Si se define desde la perspectiv­a de los creadores que están en la frontera de la innovación, experiment­ando con sonidos, colores, palabras y texturas, y expandiend­o el patrimonio sensorial y emocional de la humanidad, la inteligenc­ia artificial no llega a la categoría de artista, porque es incapaz de romper reglas y crear un nuevo estilo.

“Aun así, ¿cuántos artistas son realmente capaces de inventar nuevos estilos? Y no decimos que los otros no sean creativos, ¿verdad?”, observa López de Mántaras. “La creativida­d es una cuestión de grado, de más o menos. Yo no diría que la inteligenc­ia artificial no sea creativa. Lo que pasa es que no es creativa de la misma manera que lo es una persona. Pero no está mal adonde ha llegado hasta ahora”.

VEA EN UN VÍDEO CÓMO SE CREÓ EL CUADRO ‘THE NEXT REMBRANDT’

En artes plásticas y sonoras se han conseguido resultados estéticos plausibles

Las experienci­as en narrativa y en poesía han sido hasta ahora decepciona­ntes

 ??  ??
 ?? KARL SIMS ?? Una de las obras generadas por un sistema de inteligenc­ia artificial diseñado por el artista gráfico Karl Sims
KARL SIMS Una de las obras generadas por un sistema de inteligenc­ia artificial diseñado por el artista gráfico Karl Sims
 ??  ?? INTELIGENC­IA
ARTIFICIAL
INTELIGENC­IA ARTIFICIAL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain