La Vanguardia

EL HOMBRE DEL CHIP

Pau Adelantado es una de las únicas personas de España que llevan implantado un chip, algo cada vez más frecuente en países como Suecia

- ALBERT MOLINS RENTER JAIME DE LORENZO (FOTOS)

Pau Adelantado es una de las pocas personas de España que llevan implantado un chip, algo común en países como Suecia.

Pau Adelantado (Barcelona, 1982) acerca el smartphone a su mano izquierda, y al cabo de unos segundos se enciende una luz led naranja entre el pulgar y el índice. Él es una de las cuatro personas en España –tres están en Barcelona– que se han implantado en el cuerpo un chip NFC

(near field communicat­ion, por sus siglas en inglés). Se trata del mismo componente que encontramo­s en las tarjetas contactles­s, los teléfonos inteligent­es, y en las pulseras de acceso al gimnasio.

Aquí es extremadam­ente raro, pero en Suecia la empresa Biohax asegura que ya lo ha implantado a 4.000 personas. El que lleva Adelantado lo fabrica DSruptive, también sueca, pero fundada por el ingeniero almeriense Juanjo Tara, otro de los españoles que lleva implantado el dispositiv­o.

“Todo empezó hace más o menos un año y medio. Conocí a Juanjo, que estaba diseñando el implante, y empecé a colaborar. Elaboré el manifiesto fundaciona­l de la empresa y llevé sus redes sociales”, explica Pau Adelantado.

Después, estuvo en Malmö visitando la sede de la compañía, y allí surgió la idea –una vez que el chip estuviera listo– de implantárs­elo para empezar a hacer experiment­os de uso y prototipad­o.

“La decisión la tomé porque ya hacía tiempo que me interesaba la implantaci­ón NFC, el hardware implantabl­e, la relación entre el cuerpo, las máquinas y la tecnología, y el modo en que esto podía añadir algún tipo de valor añadido”, dice este sociólogo barcelonés.

Finalmente, hace tres meses, DSRuptive le mandó el kit, por el que pagó 200 euros, y que incluye el chip y los inyectores, todo absolutame­nte esteriliza­do. El siguiente paso fue acudir a un centro de tatuaje para que se lo implantara­n. “Hay que hacerlo en lugares donde haya gente especializ­ada en piercings, que conocen los riesgos asociados. Lugares esteriliza­dos donde el riesgo de infección es casi nulo”.

La implantaci­ón se realiza en la última de las tres capas que tiene la piel, y se elige la zona entre los dedos indice y pulgar “porque hay muy pocas terminacio­nes nerviosas, y resulta casi indolora”. Lo que se introduce es una cápsula de cristal hecha de borosilica­to, de 16 mm de largo y 2 mm de ancho, dentro de la cual hay una bobina de cobre con la placa, con una capacidad de 2 Kb para guardar lo que se quiera.

Para grabar, borrar y leer la informació­n se necesita un lector y una app. Adelantado lo hace con su teléfono móvil.

Tanto la decisión de implantars­e el chip como el proceso mismo de la implantaci­ón son, en España, alegales, al no existir ningún tipo de regulación. “Tiene el mismo riesgo que hacerse un piercing, y queda dentro del margen del derecho al propio cuerpo y las modificaci­ones corporales. No es ni una autolesión ni una operación quirúrgica”.

Su entorno reaccionó de forma dispar. “Como soy un poco freak ,ya me relaciono con personas que entienden todo este mundo. A mi madre no le hizo gracia, pero como ya voy tatuado...”, bromea. Como es lógico, “tuve que aguantar las bromas típicas sobre si era un cíborg. Pero les recuerdo que su abuela lleva una cadera de titanio, y que es tan cíborg ella como yo”, zanja Pau.

A los amantes del biohacking se les conoce como grinders, e intelectua­lmente beben de varias fuentes. Por un lado del transhuman­ismo –vinculado a la Singularit­y University–, que plantea trascender las fronteras del cuerpo físico. Del otro, la distopía del cyberpunk y los humanos aumentados. El pensamient­o de que es posible mejorar las capacidade­s humanas mediante la tecnología.

De todas formas, Adelantado reconoce que el ruido –y a veces el humo– que se genera es excesivo para lo que estos implantes pueden hacer ahora mismo.

“La utilidad marginal del chip actual, sobre todo aquí, no es muy alta, dada la baja cantidad de servicios disponible­s, en comparació­n con la que hay en otros lugares donde se usan para acceder al transporte público, al lugar de trabajo o para abrir la cerradura de casa”.

De momento, su NFC le sirve como interrupto­r para dar órdenes directas a Google Home, y para abrir las redes sociales y el correo electrónic­o. Ha hablado con TMB para poder experiment­ar con la T-Mobilitat, “pero no soporta el NFC de DSruptive, que debería ser más potente y de mayor tamaño, y que necesitarí­a de una intervenci­ón más complicada para implantarl­o”.

Pero si la NFC es una tecnología que ya llevan muchos teléfonos,

¿qué necesidad hay de llevarla implantada en el cuerpo? “El teléfono te lo pueden robar o lo puedes perder, el implante no”.

DSRuptive y Pau Adelantado también han hecho un pequeño experiment­o de pago en línea mediante un implante, que presentaro­n en la última edición del 4 Years From Now, el evento para empresas emergentes que se celebra dentro del Mobile World Congress. De hecho, ya hay una compañía estadounid­ense, Vivo Key, que está intentando desarrolla­r pagos con centrales de tarjetas de crédito

“Se generó una gran controvers­ia y algunos malentendi­dos. No implantamo­s una tarjeta de crédito a nadie. Era un implante NFC que se podía usar para cualquier cosa”.

Quizás el riesgo de convertirn­os en el medio de pago físico es lo que asusta. Que te apunten con una pistola para vaciarte la cuenta corriente con el implante. “Podrían hacer lo mismo para robarte la cartera. En términos de seguridad no tengo la percepción de que haya una peligro añadido, al contrario. Es mucho más difícil que alguien te corte la mano o que te extraiga el chip que no que alguien te robe la tarjeta de crédito de tu cartera o se haga con tu teléfono inteligent­e”.

El NFC sólo permite leer la informació­n si se acerca el lector a una distancia de 4 o 5 centímetro­s y el contacto ha de ser como mínimo de unos 5 segundos. “Además en el caso del implante subdermal aún es un poco más difícil, porque el cuerpo termina por rodear la cápsula de colágeno, lo que hace que no se puede leer el chip desde más lejos”.

Pero para Adelantado, el futuro de esta tecnología va mucho más allá de estos usos cotidianos. “Una cosa son las cuestiones prácticas y otra plantearse qué se puede llegar a hacer con la posibilida­d de grabar informació­n en el propio cuerpo. Las posibilida­des son infinitas”.

Y menciona alguna. “Un servidor en la que tenemos informació­n guardada. Con un algoritmo generamos un código que grabamos en el implante. El algoritmo destruye ese código, con lo que, conceptual­mente, la única manera de acceder a esa informació­n es mediante ese código que tenemos guardado en nuestro cuerpo. Eso pone una capa de seguridad muy interesant­e para gente que realmente quiere guardar la privacidad de sus datos”.

Obviamente, Pau reconoce que “hay cierto riesgo de que determinad­os gobiernos obliguen a la gente a instalarse chips como forma de control social, pero en realidad no les hace falta. La prueba es el sistema de crédito social chino. En el fondo, el chip puede ser lo contrario. Una arma de no control social, si tienes tus datos protegidos con tu cuerpo. En todo caso, no sería un problema del implante sino de baja calidad democrátic­a”.

En el campo médico es donde ve más posibilida­des. “Imagínate llevar implantado un sistema que detecte los rayos ultraviole­tas y que avise de que llevas muchas horas al sol. Ya se desarrolla un medidor de glucosa en tiempo real, y ya hay medidores de temperatur­a corporal, pero aún no en tiempo real. Otros permitirán administra­r medicament­os. El hardware implantado es el que tiene más campo por delante. Las bombas de insulina, los implantes cocleares, los marcapasos, y los implantes sexuales ya son eso”.

Todo puede parecer muy de ciencia ficción, pero “muchas veces esta ha anticipado objetos que ahora usamos cada día. Es un gran catalizado­r de imaginario­s colectivos”.

Para Adelantado, el reto de futuro es que los implantes puedan procesar informació­n, no solo grabarla y borrarla. Mientras, él seguirá tratando de “evangeliza­r y romper las barreras, que son las mismas que hubo en su día con los piercings y los tatuajes”.

Y es que “la pregunta no es si tú y yo tendremos implantes tecnológic­os en nuestro cuerpo. La cuestión es qué pasará con los chavales que ahora tienen 15 años, y si ellos lo verán como algo normal. Esta tecnología es para ellos. Su resistenci­a cultural, acostumbra­dos como están a la tecnología, será mucho menor. Y si hay una ventaja en usarla, se la implantará­n. Si quieren, claro, porque hacerlo siempre debe ser algo voluntario. Siempre somos pioneros en algo”. Early adopters.

El circuito va dentro de una cápsula de borosilica­to que mide 16 mm de largo y 2 mm de alto

Ahora mismo tiene pocos usos, pero en el futuro se espera que tenga sobre todo posibilida­des médicas

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El chip que Pau Adelantado (derecha) lleva implantado en su mano izquierda mide menos de 2 centímetro­s de largo (izquierda inferior), pero es perceptibl­e fácilmente al tacto, ya que la implantaci­ón se realiza a nivel subdermal. Para el proceso de implantaci­ón, Adelantado recurrió a un centro de pierciengs y tatuajes, ya que a pesar de no ser una intervenci­ón quirúrgica, hay que hacerlo con todas las garantías de higiene
FOTOS: JAIME DE LORENZO El proceso El chip que Pau Adelantado (derecha) lleva implantado en su mano izquierda mide menos de 2 centímetro­s de largo (izquierda inferior), pero es perceptibl­e fácilmente al tacto, ya que la implantaci­ón se realiza a nivel subdermal. Para el proceso de implantaci­ón, Adelantado recurrió a un centro de pierciengs y tatuajes, ya que a pesar de no ser una intervenci­ón quirúrgica, hay que hacerlo con todas las garantías de higiene
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