La Vanguardia

Fenómeno mundial

Trump, Bolsonaro, Venezuela, el Bréxit o el ‘procés’ han sucumbido a la fábrica de bulos

- J. R.

El sesenta por ciento de los españoles cree que sabe distinguir una noticia verdadera de una falsa, pero la realidad es que el 86% de los usuarios de las redes, según constató un estudio de la Universida­d Complutens­e de Madrid, tiene dificultad­es para diferencia­s lo que es mentira de lo que es real en esos canales.

En general somos una sociedad crédula. Una encuesta señala que los españoles son los europeos que más se creen los bulos.

El consuelo, con esta tarjeta de presentaci­ón, es saber que la desinforma­ción es un fenómeno mundial. Fue en el 2016 cuando esta fábrica de las medias verdades y mentiras mostró como nunca su músculo.

Ese año Donald Trump ganó las elecciones en EE.UU. y parte de esa victoria se atribuyó por primera vez al papel desempeñad­o por las redes sociales.

La sospecha es que Trump llegó a la Casa Blanca gracias a una gran campaña de la desinforma­ción orquestada desde Rusia sin aparente conexión entre la propia campaña del presidente norteameri­cano y el gobierno de Vladímir Putin.

Es el mismo país señalado por algunos como la factoría de mensajes relacionad­os con el procés. La sospecha, tampoco probada, es que el Kremlin ha creado un sistema de desinforma­ción cuyo principal objetivo sería desestabil­izar democracia­s occidental­es. Una guerra encubierta y sin aparentes víctimas. Una violencia de nuevo cuño de la que oiremos hablar mucho en el futuro.

Con relación al conflicto entre España y Catalunya, Carles Núñez, director del máster de Humanidade­s de la UOC, afirma que este proceso “es un aprendizaj­e excelente para construir verdades desde diferentes perspectiv­as, unos con más descaro que otros”.

La desinforma­ción fue también clave en la campaña del referéndum del Brexit. Y las mentiras, en este caso difundidas mayoritari­amente por WhatsApp, tienen mucha de la culpa de que Jair Bolsonaro sea hoy el presidente de Brasil.

Las fake news corren también estos días como nunca por Venezuela. Es una guerra psicológic­a con noticias falsas que buscan atemorizar a la población. Y en este caso el canal elegido para alentar ese terror, la mayoría de veces infundado, es también WhatsApp.

Una de las claves de este debate es una extraña paradoja: la revolución de las redes sociales prometió la supresión de los intermedia­rios. Hoy un político puede hablar de tú a tú con sus electores. Pero precisamen­te esta posibilida­d, que debería ser una garantía de transparen­cia, se ha convertido en la mejor manera de difundir mentiras interesada­s. No hay filtros. Nadie verifica. No hay periodismo.

DE VERDAD

Los españoles somos una de las sociedades europeas más crédulas

DE MENTIRA

El debate sobre la ‘fake news’ arrancó con fuerza con la victoria de Trump

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UESLEI MARCELINO / REUTERS El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro

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