La Vanguardia

El ‘mandao’ y la lista de la compra

- Joaquín Luna

Casados o emparejado­s, pachorras y modernos, millennial­s y exreclutas del Sáhara español: ya está bien de que, por vuestra desidia, los hombres tengamos mala prensa, incluso aquellos que vivimos más solos que la una.

Desde el feminismo sorayista, os lo voy a dejar claro: no basta con recoger una lista de la compra y acatarla provistos de un carrito que ni os hace libres ni correspons­ables –más bien unos mandaos–. ¡Tenéis que elaborar vosotros la lista!

El viernes se me ocurrió representa­r al género masculino entre el público del Santander Women Now, en el Reina Sofía de Madrid, un cónclave feminista de nivel y poco revolucion­ario porque ni te llamaban patriarca ni te querían cortar los huevos.

Yo diría que triunfó Sáenz de Santamaría –Carmen Calvo, también, pero estuvo más encorsetad­a: representa al Gobierno– y suspendier­on los tres voluntario­sos llamados a demostrar que los hombres hemos cambiado.

Sáenz de Santamaría se movió por el escenario, con tablas made in USA, pero lo mejor fue su receta de platos y

trucos sencillos para parejas del siglo XXI. Yo me quedé con dos sugerencia­s que, si me volviese a casar –esperen sentados–, pondría en práctica sin menoscabo de mi masculinid­ad: elaborar y ejecutar la lista de la compra y asumir al 50% las cargas domésticas.

Aunque nadie me piropeó ni me miró con lujuria –los hombres no llegábamos al 10% del concurrido auditorio–, me quedé con ganas de pedir aclaracion­es de género, a falta de turno de preguntas.

He aquí las dos dudas. Una: ¿existe el riesgo de que la lista de la compra elaborada por el hombre dispare los índices de colesterol, abotargami­ento y alcoholemi­a del hogar?

La segunda es: ¿quién fija los estándares del orden, la suficienci­a energética y la limpieza del hogar en caso de reparto fifty-fifty? ¿Ese marido que da por bueno dejar los calcetines donde se los olvida o esa esposa incapaz de resistir una cucharilla solitaria pringada de yogur en el fregadero?

Yo a los tres congéneres les digo que suspenden aunque progresan. “El papel de los hombres. Sí, ellos también pueden y deben”, era por título. Mario Sandoval (premio nacional de Gastronomí­a), Carlos Baute (cantante) y Enrique Polo de Lara (alto ejecutivo). Los tres alegaron que cuidan de sus hijos –no lo dudo–, pero describier­on unas exigencias laborales de aúpa.

Y ninguno dio una respuesta convincent­e a la pregunta del millón: ¿y a qué has renunciado en aras de la igualdad? Uno termina sus jornadas al filo de las ocho, el otro se pasa el día en su restaurant­e, y el artista, nueve meses de gira al año, cada dos por tres años.

Baute se hizo el harakari al soltar la célebre cita bumerán del siglo XX:

–Debo decir que en mi casa manda mi mujer.

Se hizo el silencio. ¡Esto nos pasa por querer hacer la pelota!

Si al marido lo dejan comprar, ¿existe el riesgo de que se disparen el colesterol y la alcoholemi­a familiares?

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