La Vanguardia

“Sin comer no se aguanta el ritmo de trabajo de una modelo”

- ISABEL CLARÓS

Marina Pérez se subió por primera vez a la pasarela con 14 años, y ahora con 34 piensa que cada desfile será el último. Pero los diseñadore­s la adoran. Hace un lustro dejó su profesión de modelo para estudiar sastrería masculina, a lo que se quiere dedicar cuando se retire. Pero no parece que vaya a ocurrir en breve, pues desde que regresó a las pasarelas, hace tres años, es quizás la más solicitada en la 080 Barcelona Fashion y en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. En el calendario internacio­nal, en cambio, por decisión propia desfila ocasionalm­ente.

¿Le piden consejo las modelos jóvenes con las que desfila?

No, pero a veces lo doy sin que me lo pidan. En el último desfile de Angel Schlesser, una jovencita lloraba porque había desfilado con la cremallera abierta. Intenté tranquiliz­arla, diciéndole que la culpa era del vestido o de las vestidoras.

Lleva 20 años de carrera. ¿Es bueno empezar tan joven?

A mí me vino bien, porque en el colegio nada me motivaba. Empecé con 11 años haciendo catálogos y a los 14 ya desfilé.

¿Quería ser modelo?

No. Me vieron por la calle y hablaron con mi madre para que me llevara a una agencia y así empecé. En aquellos momentos no me gustaba, pero así no iba al colegio.

¿Estudió luego para formarse como modelo?

¡Qué va!, y creo que hacerlo es un error. Porque, por ejemplo, te enseñan a andar, pero cuando vas fuera les gusta que seas tú misma, y con tus andares.

¿Qué parte del cuerpo de una modelo sufre más?

Yo tengo sensibles los ojos y la piel. Por el maquillaje me salen eccemas y rojeces. Tengo los pies pequeños y desfilo con zapatos del 40. Me ponen algodón en la punta, pero se me salen igual y acabo con mucho dolor. Algunas modelos tienen el pelo muy castigado o sufren de espalda por los tacones.

¿Qué es lo que más le ha costado acostumbra­rse?

A no saber qué haré mañana. A veces me llaman a las 12 de la noche para decirme que tengo un vuelo a las 9 de la mañana. Y también cuando me piden que sonría o ponga una cara dulce.

¿Es tan seria como parece?

Estar seria es mi cara relajada. Sonrío cuando me sale, pero cuando me dicen que tengo que hacerlo no soy capaz.

Ha sido criticada por sus ojeras y su extrema delgadez.

Las ojeras las tengo desde niña y es mi caracterís­tica principal. Y sí, creo que estoy muy delgada, pero es genético. Sin comer no se aguanta este ritmo de trabajo, ya que se está de pie muchas horas, con focos, tacones, gente retocándot­e... Habrá modelos que se someterán a dietas extremas, pero no se soporta mucho tiempo.

¿Cuándo hubo un antes y un después en su carrera?

Cuando desfilé en Nueva York en exclusiva para Calvin Klein. A partir de ahí todo fue rodado. y ya no tuve que hacer castings para Prada, Gucci, Balenciaga ....

¿Recuerda algún desfile?

El de otoño-invierno 2009 de Alexander McQueen. Desfilamos con zapatos complicado­s, unos corsés muy apretados, unas prótesis de látex en la cara. Fue muy difícil pero increíble.

¿Victoria’s Secret es el sueño de una modelo?

Depende. Es un desfile que no me gusta, porque no lo veo moda, ni por el público, ni por el show… En su momento me animaron para que fuera al casting, pero yo tenía otro registro, desfilaba para grandes firmas, y si hubiera aceptado, segurament­e no hubiera vuelto a Milán o París. Además no me importa enseñar un pecho en una foto, pero no me siento cómoda en lencería y con tacones.

¿Por qué desapareci­ó durante dos años?

Porque llevaba mucho tiempo en esto y estaba cansada. Ser modelo nunca me ha entusiasma­do y tampoco ser el centro de atención en las sesiones de fotos o en los desfiles, Empecé a coger manía al trabajo. Quería estudiar patronaje y sastrería de hombre, pero llevando ese ritmo no podía.

Y hace tres años regresó.

No lo tenía planeado. Me costó mucho decir que sí, porque en los dos años que estuve alejada desconecté por completo. Pero cuando volví no me pareció raro, era como si no hubiera parado nunca. Lo que sí es que ahora me lo tomo de otra manera, ya no me voy a París a hacer castings, sólo si me llama un diseñador concreto.

¿Se ha fijado algún plazo?

No lo sé. Hace cinco años pensé que era mi último desfile. pero sigo ahí. Me sorprendo que me vayan llamando temporada tras temporada, porque lo cierto es que tengo una edad.

¿Cuando se retire se dedicará a la sastrería masculina?

Mi sueño es tener una sastrería pequeñita, clásica y artesanal. Sin hacer coleccione­s ni desfiles.

Y si un día desfila con su firma, ¿qué pediría a las modelos?

No pediría sonreír. Les pediría que andasen muy rápido, porque como modelo ha sido lo que más he valorado.

La madrileña lleva más de dos décadas desfilando en las pasarelas internacio­nales y a sus 34 años sigue estando muy solicitada

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MANÉ ESPINOSA Marina Pérez en la sala de maquillaje y peluquería en el backstage de la última 080 Barcelona Fashion Week, celebrada en febrero
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