La Vanguardia

Con el agua no se juega

- Juan José Omella J. J. OMELLA, cardenal arzobispo de Barcelona

Al inicio de esta Cuaresma os proponía, entre otras cosas, hacer ayuno de agua, haciendo un consumo responsabl­e. El ayuno nos ayuda a reflexiona­r y valorar lo que tenemos gratis. En este sentido, os animaba a utilizar el agua con sensatez, sin desperdici­arla. Más allá del consumo racional del agua, existe un grave problema en el acceso a este bien esencial. Según datos de Naciones Unidas, a una de cada cuatro personas en el mundo no le llega agua potable en el hogar.

El 8 de noviembre del 2018, en una conferenci­a internacio­nal dedicada al agua, el papa Francisco señalaba que es indispensa­ble: promover estilos de vida responsabl­es y solidarios que velen por lograr una ecología integral; asegurar el acceso al agua potable como un derecho que nace de la dignidad

humana; y considerar el agua un bien esencial y necesario, y no un producto cualquiera, que pueda ser objeto de mercantili­zación.

El Santo Padre añadía: “La Santa Sede y la Iglesia están comprometi­das en favor del acceso al agua potable para todos. Este compromiso se manifiesta en muchas iniciativa­s, como la creación de infraestru­cturas, la formación, la consultorí­a, la asistencia a poblacione­s cuyo suministro de agua está en riesgo”. Hay muchas entidades de la Iglesia, como Manos Unidas y Cáritas, que trabajan y ayudan a resolver este grave problema. Sin embargo, aún nos queda mucho camino por recorrer. Os invito y me invito, en la medida de nuestras posibilida­des, a colaborar con nuestra limosna cuaresmal y os animo a sensibiliz­ar nuestro entorno sobre esta situación dolorosa.

El pasado 22 de marzo celebramos el día mundial del Agua con una propuesta clara: “No dejar a nadie atrás”. Este lema explica que desde ahora hasta el 2030 hay que conseguir el abastecimi­ento, la gestión sostenible y el saneamient­o del agua para todos. Este objetivo queda recogido en la Agenda 2030, un compromiso aprobado por los principale­s mandatario­s del mundo en una cumbre para el desarrollo sostenible que tuvo lugar en el 2015.

Hoy en día millones de personas viven aún sin agua potable –en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en la granja, en la fábrica– y luchan por sobrevivir y prosperar. A menudo, se olvidan los grupos especialme­nte afectados por esta realidad: mujeres, niños, refugiados, pueblos indígenas, personas con discapacid­ad y muchos otros.

En un momento histórico en el que la tecnología está presente en todo el mundo para hacernos la vida más fácil y para hacer cálculos más precisos, la gente del campo continúa mirando al cielo para saber si lloverá en muchos rincones del planeta y rezan para que así sea. Recemos para que llueva lo necesario y no nos falte el agua, pero recemos también para que lluevan muchas iniciativa­s que permitan hacer llegar el agua a todos los rincones del planeta.

Queridos hermanos, se debe asegurar el acceso al agua potable en todo el mundo. Es un bien esencial para la vida, un recurso natural limitado con el que no se puede jugar. Garantizar que nadie quede atrás es un reto para todos.

Recemos para que lluevan muchas iniciativa­s que hagan llegar el agua a todos los rincones del planeta

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