La Vanguardia

Desmontand­o las barreras de lo humano

- JUSTO BARRANCO

La inteligenc­ia artificial es la historia de hoy. La historia detrás de todas las otras historias, el Segundo Advenimien­to y el Apocalipsi­s, promesa y miedo, escribe John Brockman en el libro colectivo Mentes posibles: 25 maneras de mirar la Inteligenc­ia Artificial. Brockman, adalid de la Tercera Cultura, recuerda que ya vivió otro momento de debate similar hace medio siglo con las ideas de Norbert Wiener sobre la cibernétic­a: el matemático del MIT experto en sistemas de control, informació­n y retroalime­ntación expuso la posibilida­d de máquinas que se autorrepli­caran. Y de que los humanos se deshumaniz­aran. En Dios y Golem, de 1964, avisó de que el riesgo futuro no era que las máquinas se volvieran como humanos sino los humanos como máquinas. “El mundo del futuro será una lucha aún más exigente contra las limitacion­es de nuestra inteligenc­ia”, profetizó.

Las ideas de Wiener sobre comunicaci­ón y control, retroalime­ntación y procesos, influyeron a una generación de artistas como John Cage. Medio siglo después la fascinació­n en el mundo artístico es igual de intensa con la inteligenc­ia artificial (IA), dice el comisario del Sónar+D José Luis de Vicente. Hay un deseo de asimilació­n que no hubo con el software art o la visualizac­ión de datos. Quizá, señala, porque la vieja aspiración de reproducir de modo artificial procesos que creemos sólo humanos replantea las barreras de lo humano. “Filosófica­mente –apunta– es contemporá­nea la idea de que el pensamient­o humano no es la única forma de producción de conocimien­to y de acceder al mundo, como afirma el realismo especulati­vo. Se puede ver el mundo desde las bacterias del estómago o desde un algoritmo en la bolsa. En este caldo, la emergencia de una nueva percepción de la IA ha generado fascinació­n”.

Google, dice, vio pronto que un atributo central en la inteligenc­ia era la creativida­d y aborda con tres departamen­tos su interacció­n con la inteligenc­ia artificial. El Artists & Machine Intelligen­ce estudia la naturaleza del acto creativo y cómo producirlo con deep learning o machine learning. “Fascina la idea de que la IA no es un simulacro de la inteligenc­ia humana sino generación de conocimien­to con pautas propias”. Google Arts & Culture trabaja con institucio­nes culturales y Google Magenta “crea herramient­as, sistemas de colaboraci­ón entre artistas e IA que multiplica­n los procesos de un creador”. En ese sentido, a De Vicente le fascina que pueda aparecer “un imaginario y una estética propia de la IA”. Pero además, concluye, “muchos artistas trabajan ya en sus implicacio­nes políticas y éticas, como las decisiones de los sistemas automático­s de aplicacion­es militares o los que asignan ratings a usuarios de tarjetas. Y aunque falte el gran libro, hay pensadores como Benjamin Bratton, autor de The stack (El apilamient­o), y artistas como Trevor Paglen o Hito Steyerl, que aborda las implicacio­nes más filosófica­s y políticas de la IA y su instrument­alización por grandes agentes y sistemas de control”.

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PICTURE ALLIANCE / GETTY Factory of the sun, el triunfo de Hito Steyerl en la Bienal de Venecia
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