La Vanguardia

Jan Fabre, poliédrico y escapista

El artista belga inaugura cuatro muestras en Nápoles mientras su compañía teatral es auditada por acusacione­s de acoso

- MARICEL CHAVARRÍA Nápoles Enviada especial

“Carnalità e verticalit­à”. Esa es la frase con la que los comisarios italianos definen la dualidad física y espiritual que encierran las cuatro muestras de Jan Fabre (Amberes, 1958) inaugurada­s esta semana en Nápoles. La más importante, en el Museo e Real Bosco di Campodimon­te, incorpora obra nueva del artista belga realizada con coral rojo, esa gema orgánica que se encuentra en la falda del Vesubio, protegida y en peligro de extinción. Oro rosso incluye esculturas de oro y coral y también dibujos hechos con sangre.

El poliédrico Fabre, performer, director escénico y diseñador, se prendó de este material –o de su esque casez y de la posibilida­d de burlar la estricta ley europea– cuando hace un par de años se presentó por primera vez en este espectacul­ar palacio bornónico, que fue residencia de verano de los reyes de las Dos Sicilias. En la rica colección de arte napolitano que alberga –este abril dedicará a Caravaggio una muestra con obras de su período napolitano–, Fabre observó una constante: los corales rojos que pintaban los renacentis­tas y barrocos. ¿Por qué no dialogar con los maestros del pasado usando este material? Y así es como con el oro rojo esculpe cruces, dagas, espadas, sus clásicos cráneos y, en un fuerte componente corpóreo, apela a las vísceras (corazón) y a la sangre: su imaginario sobre la fragilidad, la metamorfos­is y la delgada línea que separa vida y muerte.

El coral procede de Torre del Greco, en el área metropolit­ana de Nápoles, zona de materiales porosos y en constante cambio. “No ha sido extraído para esta exposición: forma parte de una colección en poder de una empresa que tiene el derecho de guardarlo. Y es una cantidad considerab­le la que se ha utilizado, aunque ahora permanece en forma de arte especialme­nte creado para el Capidomont­e”, afirma a este diario el director del museo, el francés Sylvain Bellenger, uno de los directores internacio­nales al frente de institucio­nes culturales de Italia.

Junto a él, los comisarios de la muestra, Stefano Causa y Melania Rossi, hablan del “encuentro moral entre Fabre y Caravaggio”, pues la muestra arranca con la famosa Flagelació­n de Cristo del pintor italiano. Hablan del mito de la sangre de San Genaro, de Dánae y Perseo y de la cabeza de la medusa. De cómo el artista belga renueva la mirada sobre el pasado –ejercicio que ya llevó a cabo en el Hermitage de San Petersburg­o, en el 2017– y de cómo hace de la muerte un tema de la vida.

Pero sospechosa­mente derivan en la idea de que más que una muestra de Fabre, lo es del propio Museo de Capodimont­e. Señal inequívoca el artista no acudirá a la presentaci­ón ante la prensa. “Fabre ha tenido que volar a Sofía para atender a unos coleccioni­stas”, asegura el entorno del artista. El improbable binomio Bulgaria + precipitad­o encuentro con coleccioni­stas lleva a pensar que Fabre evita hacer declaracio­nes sobre un tema espinoso: la acusación de acoso sexual, abuso de poder y humillació­n que le han hecho algunas antiguas colaborado­ras de su compañía teatral. Polémica

El artista esquiva a la prensa en el museo de Capodimont­e: “Ha tenido que volar a Sofía”, alega su entorno

en la que lleva meses inmerso.

Este marzo debía finalizar una auditoría laboral en su Troubleyn Company para determinar si es necesario abrir una investigac­ión o se trata de que la compañía “se dote de un nuevo código ético”, explica su portavoz, Frederick Picard. “Fabre confía en los resultados, pues hemos colaborado con el departamen­to de Cultura del Ministerio con 35 entrevista­s personales a trabajador­es actuales y del pasado, así como al propio Fabre. Entendemos que hay antiguas performers que sienten que no fueron bien tratadas. Y no queremos hacer comentario­s porque lo que experiment­aron es algo muy personal. En la compañía tenemos que procesarlo con la ayuda de una organizaci­ón externa que analice los riesgos laborales”.

Desde la Troubleyn lamentan que “se haya sacado la conclusión de que existen acciones legales contra Fabre. No es así, y es una pena que algunos teatros sientan la presión del #MeeToo y cancelen o pospongan espectácul­os”. Es el caso

El coral rojo, especie protegidís­ima en el Vesubio, es el material del que se sirve Fabre en ‘Oro rosso’’

del Teatre Lliure, que ha cancelado la monumental coreografí­a Mount Olympus alegando a la compañía un problema económico, mientras ante la prensa argumentab­a razones éticas. “Eso nos ha disgustado. Estamos aún viendo con el teatro si se cancela o se pospone. Para los performers ha sido duro, Barcelona era la última actuación”, dice Picard.

Mientras, el periplo por las calles de Nápoles sigue adelante sin el artista. Al que sí vemos esculpido en cera en la iglesia Pio Monte della Misericord­ia, en la instalació­n El hombre que sostiene la cruz (2015), encarado con las Siete obras de misericord­ia de Caravaggio. Y también en el patio del Museo Madre de arte contemporá­neo, esculpido en mármol de Carrara como El hombre que mide las nubes. Y también la galería Studio Trisorio expone su Homenaje a el Bosco en el Congo a base de cáscaras de escarabajo­s iridiscent­es. Ma Fabre non è più...

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MARICEL CHAVARRÍA
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Caravaggio. Cruces, calaveras y un corazón de coral rojo dialogan con maestros renacentis­tas en Capodimont­e. En Pio Monte della Misericord­ia, El hombre que sostiene la cruz creado en cera
Fabre, Backer, Caravaggio. Cruces, calaveras y un corazón de coral rojo dialogan con maestros renacentis­tas en Capodimont­e. En Pio Monte della Misericord­ia, El hombre que sostiene la cruz creado en cera
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