La Vanguardia

Dani Navas

MENOR TUTELADO

- JAVIER RICOU

Este estudiante de 15 años que vive tutelado por la Generalita­t desde que tenía 3 en el Centre Residencia­l d’Acció Educativa (CRAE) Llars

Torre Vicens de

Lleida ha conseguido una beca para estudiar en un instituto de EE.UU.

Esta es una historia de éxito en un ambiente difícil, donde nadie busca colgarse medallas. Dani, el protagonis­ta, no considera que el premio obtenido tenga un valor añadido por el hecho de ser un menor tutelado y sus educadores afirman que el triunfo alcanzado por este adolescent­e, de 15 años y criado en un centro de la Generalita­t, es sólo merito suyo. Ha pisado esa meta gracias a su esfuerzo.

Pero que nadie quiera medallas no resta ni un ápice de importanci­a al éxito de Dani Navas. Este menor de Lleida cobijado por el paraguas de la administra­ción acaba de ganar una beca de la Fundación Amancio Ortega para estudiar un año, con todos los gastos pagados, en Estados Unidos. Es uno de los seisciento­s adolescent­es elegidos entre miles de candidatos por ese programa de becas, que busca a jóvenes en centros educativos de toda España (Dani estudia en el IES Manuel de Montsuar de Lledia) con expediente­s académicos de excelente. El regalo para los elegidos:

un proceso de inmersión en una cultura extranjera y la posibilida­d de perfeccion­ar el inglés. Esos selectos alumnos cursarán Primero de Bachillera­to en colegios de Estados Unidos y Canadá.

En el centro Centro Residencia­l de Acción Educativa (CRAE) Llars Torre Vicens de Lleida, la noticia de la inclusión de Dani en esta selecta lista de becados ha sido una bocanada de aire fresco. Un inesperado regalo para los responsabl­es y educadores del centro, que trabajan en silencio y mucha discreción en un universo donde suele haber más penas que alegrías.

En esas instalacio­nes viven más de sesenta menores, de cero a 18 años, bajo la tutela de la administra­ción. Niños y adolescent­es que no han tenido una vida fácil y que han encontrado en el centro a su verdadera familia.

Es lo que cuenta el propio Dani. Llegó al CRAE de Torre Vicens con sólo tres años junto con su hermano, un año menor que él. Tras pasar una temporada en esas instalacio­nes, la Generalita­t encontró una familia de acogida para los dos hermanos. La experienci­a no cuajó y Dani y su hermano (tenían entre siete y ocho años) pidieron volver al centro de Lleida. Y ahí siguen desde entonces.

Los dos menores enseguida empezaron a destacar en sus estudios, principalm­ente Dani que desde muy pequeño no se conforma con otra nota que no sea un excelente. “Y ese ha sido un mérito exclusivo de Dani”, afirma Víctor, director del centro. “Sin opción a repasos, ni clases de refuerzo u otras propuestas educativas alternativ­as que sí suelen tener a su alcance otros alumnos”, añade el responsabl­e de estas instalacio­nes. En la tarea diaria de un centro de estas caracterís­ticas hay muchos frentes abiertos y la mayor parte del esfuerzo se destina a los casos más complicado­s.

Para Dani esta sería, pues, una oportunida­d de oro para presentars­e como un alumno que ha jugado en desventaja respecto a sus compañeros de clase por la realidad que le ha tocado vivir. Todo lo contrario. El adolescent­e –sorprende la madurez de su discurso– sí reconoce que nadie le ha regalado nada, pero asegura que nunca utilizaría la situación que le ha tocado vivir para usarla como excusa en caso de fracaso escolar. “Considero que una cosa nada tiene que ver con la otra”, afirma. Ser un menor tutelado (informació­n que ocupa siempre un lugar destacado en su carta de presentaci­ón) es una realidad que le ha tocado vivir y que tiene asumida. Su principal premisa en este mundo es aprender y aprovechar todas las oportunida­des que le brinde a partir de ahora la vida.

Sus ojos brillan cuando anuncia que el próximo 17 de agosto hará las maletas para viajar a Dakota del Sur. Allí cursará Primero de Bachillera­to. Está ilusionado con esta oportunida­d –casi tanto como Argi, el educador que le ha acompañado estos últimos años– y piensa darlo todo para sacar el máximo rendimient­o a este regalo. Ya tiene familia asignada para su estancia en la ciudad de Huron. Una pareja con cuatro hijos que eligió a Dani entre la lista de alumnos becados.

Esos escolares no pueden venir a España en todo el curso, ni recibir tampoco visitas de sus familias durante los meses que duran las clases. Los contactos por medios tecnológic­os también están restringid­os. El consejo para las familias es que sólo hablen una vez al mes con ellos. La beca pretende la máxima integració­n de los adolescent­es en sus lugares de destino, sin interferen­cias familiares.

Dani espera adaptarse a esas normas y no añorarse más de lo necesario. Se separará por primera vez de su hermano y sus educadores. Especialme­nte de Argi, al que promete telefonear cuando toque hacer llamada. El adolescent­e confiesa que también echará de menos a la familia colaborado­ra con la que pasa, junto con su hermano, la mayoría de fines de semana y festivos desde hace unos cuatro años. Ahí ha encontrado también (la pareja está relacionad­a con el mundo de la educación) un gran apoyo para sus estudios. Dani quiere ir a la universida­d. Le gustan, especialme­nte, los números y los idiomas.

La entrevista acaba y a la hora de la despedida Argi apunta: “Quédate con esta cara porque oiremos hablar de Dani”.

El joven tiene un expediente académico excelente pese a las dificultad­es en que se ha educado

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MERCÈ GILI Dani Navas, de 15 años. en el centro Llars Torre Vicens de Lleida en el que se ha criado

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