La Vanguardia

Dos o tres veces virgen

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

La magia de Oriente opera en Estambul. En la misma ciudad de la que tantos calvos regresan con pelo, muchas chicas recuperan con mayor discreción algo mucho más delicado: su virgo. A menudo, en los mismos hospitales, donde la himenoplas­tia se ofrece como si fuera una especialid­ad más del turismo sanitario.

Aunque en un mundo ideal no tendría razón de ser, la reconstruc­ción del himen es la treta con la que no pocas jóvenes, sobre todo musulmana, hindúes y gitanas, logran burlar la tiranía de la honra. El doble rasero.

En veinte años, las manos del doctor Seker han devuelto “a unas ciento cincuenta chicas” la ilusión de virginidad. Más que a ellas, a sus futuros maridos. En Turquía se practica hace décadas y se anuncia en internet. Pero todo cambia. “Ahora el 60% o 70% de mis pacientes son de familia religiosa, con pañuelo, o su prometido es religioso”. Mujeres entre dos mundos.

Aunque el doctor estima que cada vez menos turcas recurren a la himenoplas­tia, las

turistas sanitarias, que pagan “unos mil euros”, compensan la merma. Se trata de cirugía menor –media hora– con anestesia local o general. La paciente se va a casa “en pocas horas” y se somete a una revisión al cabo de unos días, “entre tres y siete”.

Al parecer, hay quien no se contentan con ser virgen dos veces. “En unas diez ocasiones, la paciente ha vuelto para una segunda himenoplas­tia. Para una tercera aún no, aunque sería perfectame­nte factible”. La petición común es “sangrar como la primera vez. Y lo garantizo, si es rápido y brusco”.

En las grandes ciudades turcas los hospitales que practican esta intervenci­ón se cuentan por decenas, y los profesiona­les, por cientos. Ofrecen discreción cuando no secretismo. “Se anotan los nombres, pero no el motivo real de la visita”.

Podría suponerse que al doctor Seker no desean verle nunca más. Pero no es así. “Muchas vuelven después con su marido cuando se quedan embarazada­s”. Algo que no le incomoda, ya que no se considera cómplice de ningún engaño, aunque tampoco un justiciero. “Me limito a cumplir con mi trabajo”. Aunque en su hospital, como en otros, “algunos especialis­tas rechazan practicar esta intervenci­ón por motivos religiosos”.

A veces la etiqueta de turismo sanitario puede ser frívola e inadecuada. Zeynep –nombre cambiado– ha gestionado más de cien himenoplas­tias para extranjera­s a través de su agencia. “Tuvimos muchos casos por la guerra de Siria. Unos cincuenta el 2016 y unos veinticinc­o en el 2017. El 60% atribuía la pérdida de la virginidad a una violación. No decían de dónde venían, pero recuerdo a una chica que culpaba a los hombres de su campamento de refugiados. No por una vez, sino varias. En otro caso, el médico dijo que la chica no estaba en condicione­s psicológic­as para ser operada”.

Entre las clientas de Zeynep hay “muchas musulmanas de Europa Occidental que vienen solas o con una amiga”. También jóvenes de Arabia Saudí, que acuden “con su prometido, porque allí las relaciones prematrimo­niales se castigan con latigazos”. Así como “de Irak, Libia, Omán, Emiratos...”. Aunque esta operación se practique en alguno de esos sitios –y cada vez más en Europa–, lo que se busca es “un hospital discreto lo más lejos posible, donde jamás haya que volver”.

Otras clientas “son las gitanas de Bulgaria, que siempre escogen al cirujano más caro. Algunas vienen con el novio, y dos vinieron con su madre”, dice Zeynep.

Una oenegé que trabaja en Turquía con migrantes reconoce el recurso a la himenoplas­tia por parte de mujeres de muy distinto perfil: “Chicas iraníes de familia rica que estudian o trabajan en Occidente, antes de casarse en Irán”. La mayoría de los especialis­tas en himenoplas­tia son de hecho cirujanos plásticos, por lo que, si decaen las viejas tiranías, siempre pueden empezar a vivir de las nuevas, de índole estético, como la labioplast­ia.

El turismo sanitario ha encontrado un nuevo maná: la reconstruc­ción de virgos para salvar honras

Estambul es, con Beirut, la capital de la himenoplas­tia para Oriente Medio y los Balcanes

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Mustang (2015), que aborda las relaciones prematrimo­niales en Turquía. Abajo, marcha del
día de la Mujer en Estambul
Polémica. Escena de la película Mustang (2015), que aborda las relaciones prematrimo­niales en Turquía. Abajo, marcha del día de la Mujer en Estambul

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