La Vanguardia

¿Español o castellano?

- Mcamps@lavanguard­ia.es

La lengua de Borges tiene dos nombres: español y castellano. Hay hablantes que sólo emplean una forma y otros que alternan las dos. Un periodista madrileño me da esta razón: “Si hablo de las lenguas de España, suelo decir castellano; en cambio, en el ámbito internacio­nal, si cito el francés, el inglés, etcétera, entonces digo español”. Es una explicació­n plausible para los que usan las dos denominaci­ones.

Otros hablantes usan solo una. Razones las hay para todos los casos, geográfica­s, políticas y al gusto. Unos pueden decir castellano porque la lengua nació en Castilla, del mismo modo que decimos inglés y no británico. Otros consideran que se ha de llamar como el Estado donde se habla, español, porque es la lengua de España. No es la única, claro, pero ya he dicho que hay razones políticas para todos los puntos de vista. El diccionari­o considera equivalent­es los dos nombres, pero español es la denominaci­ón científica, como consta en los documentos científico­s y en los trabajos académicos.

Esta semana estuve en la Córdoba argentina para cubrir el congreso del español (CILE), y descubrí giros argentinos encantador­es. Como que el

remisero es el conductor de un Remis, un equivalent­e de Uber. Una tienda de ropa invita a entrar: “Vení a chusmear”, y un cartel anuncia: “Entrá en Kayak y ahorrá”. Argentina es una tierra donde los aeropuerto­s son sustentabl­es, los iconos son esdrújulos (íconos), las camisetas son remeras y la franja de los mensajes que aparecen en la parte baja del televisor es el zócalo. Es el acento argentino (o la tonada, como lo llaman en el Cono Sur, que sí está en el sur pero no es ningún cono, más bien un triángulo, pues no tiene base circular).

El caso es que en algunas intervenci­ones del CILE, los ponentes cuestionar­on la denominaci­ón español por considerar­la “neocolonia­lista”; prefieren castellano. Dos de los discursos más apasionado­s los pronunciar­on dos escritores argentinos, Jorge Fondebride­r y Mempo Giardinell­i. A este último no le gusta nada “que se llame español al castellano americano que hablamos”. “Yo no digo español, sino castellano, por más que todos los programas de computació­n del mundo cambien el vocablo castellano por español , el idioma español nunca existió, no existe, y si su uso se generalizó fue por la sumisión al barbarismo de traducir el vocablo inglés spanish”.

La política lo empapa todo, también la lengua. En el sur, en el norte, en el este y en el oeste.

En Argentina las camisetas son ‘remeras’ y los aeropuerto­s son ‘sustentabl­es’

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Magí Camps

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