El tiempo no tiene precio
Esta tarifa a los coches que entren al sur de Manhattan supone una decisión pionera en Estados Unidos, el país que adora quemar gasolina. No es fácil convertir al vehículo de cuatro ruedas en la supuesta víctima. Sin embargo, muchos conductores se muestran partidarios. Tienen claro que la circulación es insostenible, que el impuesto puede ayudar a una mayor movilidad y a una menor pérdida de tiempo que, ya se sabe, no tiene precio. Aunque sea original en Estados Unidos, iniciativas similares funcionan hacen años en Londres, Estocolmo y Singapur con una total aceptación. Lo que se ha visto, según los expertos a favor, es que construir autopistas en las ciudades sólo las ha hecho menos habitables.