El clímax de la cultura ‘drag’
El incombustible RuPaul ha revitalizado el estatus del ‘drag’ a través de un concurso cuyas influencias llegan a Barcelona
Hay movimientos culturales que se desarrollan debajo de la superficie porque son de nicho o porque son víctimas de la discriminación y los prejuicios. También hay momentos en los que hay una eclosión cultural y social que permiten que estos movimientos pasen al primer plano. Este punto es en el que se encuentra el universo drag. No se puede analizar su buen momento sin mencionar un nombre: RuPaul Andre Charles (58), el artífice del programa
RuPaul’s Drag Race, todo un fenómeno entre la comunidad gay, en los medios estadounidenses y en los hogares de las celebridades de Hollywood.
Para aquellos que no conozcan el programa, que lleva 11 temporadas emitidas desde el 2009, el formato es fácil de entender: drag queens compiten por llevarse una corona, 100.000 dólares de premio y una visibilidad mediática que no tiene precio. Lo hacen demostrando que tienen una estética cuidada y única y sobre todo mucho sentido del humor con unas pruebas irreverentes y divertidas. Es de los concursos más complejos porque requiere conocimientos de maquillaje, baile, confección, canto, interpretación, comedia, lip-sync y mucha creatividad. Y todo lo cuece y decide el propio RuPaul, que ejerce de presentador (como hombre) y de juez (como drag queen )yque es una eminencia desde que se formase en las discotecas de Georgia en la década de los 80.
Para que se entienda la importancia de RuPaul, sólo hay que ver los logros tan dispares que acumula: entró en las listas de ventas en 1992 con Supermodel (You better work), hizo un dueto con Elton John (una versión dance de Don’t go breaking my heart), lleva tres premios Emmy al mejor presentador de televisión por
RuPaul’s Drag Race (un formato también premiado), ahora tiene una serie en marcha en Netflix, ha hecho cameos en Los Simpson o Grace and Frankie con Jane Fonda, y es una de las personas que más influencia tiene en la comunidad gay. ¿Su filosofía de vida? Todos los seres humanos nacemos desnudos y todo lo que llevamos encima es drag.
Su poder de influencia se nota incluso en Barcelona, sobre todo desde que los aficionados del reality no tienen que descargarse los episodios vía webs piratas sino que pueden acceder a los episodios en Netflix. Proliferan fiestas por la ciudad y las concursantes más populares visitarán la ciudad el 6 de abril con su gira Werk The World en Teatre Apolo con entradas cuyo precio oscila entre los 49 y los 59 euros, sin hablar de las entradas VIP que permite conocer a las ídolos por 179 euros. “Programas como RPDR son muy importantes para dar visibilidad a todo el colectivo. Al mismo tiempo, ha dado mucho valor al arte del drag: ahora ya no son locas que hacen playbacks sino que se nota el trabajo, la dedicación, el diseño y el esfuerzo que supone”, explica Albert Villaplana, que lleva el bar de la Federica en Poble Sec. En un principio montaba fiestas en casa de un amigo inspirándose en el concurso con retos como vestir de “peperas en celo” o “eleganza extravaganza” y ahora las celebra en su bar cada sábado. También hablamos con el productor audiovisual Xavi Toll, que actúa como Conxxa Vitoy y es una habitual de las fiestas Pluma: “Muchos no nos habíamos planteado hacer drag porque lo veíamos underground o segregado pero, desde que llega RPDR a Netflix, se activa un fenómeno global que lleva el drag de nuevo al mainstream”. Él, por ejemplo, reconoce que conocía la figura de RuPaul y el drag antes del concurso pero no lo entendía como algo accesible para él: “Ahora lo entiendo como una actividad que puedo hacer y con la que me siento muy cómodo”. Eso sí, hay que marcar límites. RuPaul, que no tiene problemas en atraer a Miley Cirus, Ellen Pompeo, Ariana Grande o Lady Gaga como jurado, también tiene sus defectos: “El drag de Barcelona es mucho más moderno de lo que muestra RuPaul. Bebe de referentes locales y de elementos distintos. El drag es un movimiento reivindicativo para cuestionar el género mucho más profundo de lo que se muestra en el concurso”.
En este aspecto coincide Villaplana: “Cada vez hay más voces que reclaman una adaptación del concurso a los nuevos tiempos. No todas las drags tienen que ser femeninas, ni polite. Hay todo un estilo que no se afeita, muestra atributos masculinos como barba o bigote, y juega y cuestiona toda la teoría del género”. Además, lamenta que se hable tanto de RuPaul y después la gente se olvide de las drag queens del Cangrejo del Raval, que se preparaban “sin YouTube ni tutoriales de maquillaje y con pelucas y tacones a cuatro euros”.
Gracias a ‘RuPaul’s Drage Race’ se valora más el esfuerzo, diseño y trabajo de las ‘drag queens’