La Vanguardia

Dejemos de penalizar a los bancos

- Joaquín Maudos J. MAUDOS. Universida­d de Valencia-IvieCUNEF

Por fin parece que algo empieza a moverse en la opinión del BCE sobre los efectos colaterale­s que tiene su política de tipos negativos. Tenía sentido penalizar a los bancos en una época en la que había serías restriccio­nes en el acceso al crédito, cobrándole­s por el exceso de liquidez que tenían depositado en el BCE. El objetivo era que no hubiera demasiada liquidez “aparcada”, sino que se destinara en forma de crédito a financiar al sector real de la economía. Pero la medida se ha demostrado ineficaz teniendo en cuenta que a pesar de que la penalizaci­ón ha ido

subiendo (del 0,1% en junio del 2014 al 0,4% desde marzo del 2016) y lleva en vigor casi cinco años, el exceso de liquidez de la banca de la eurozona ha seguido creciendo, situándose en la actualidad en 1,8 billones de euros en forma reservas por encima de las exigidas (1,2 billones de euros) y la llamada facilidad marginal de depósitos (607.000 millones).

Los tipos negativos dañan la cuenta de resultados de los bancos por dos vías. La directa, por el coste que supone la penalizaci­ón, que se estima en más de 7.000 millones de euros al año al tipo actual del 0,4%. Y la segunda, por el efecto que tiene sobre el margen con el que intermedia­n los bancos, que se reduce conforme caen los tipos de interés de mercado, influencia­dos por los tipos que fija el BCE. Hay que tener en cuenta, que si bien los tipos de interés de los créditos caen conforme se reducen los tipos de referencia, los bancos no trasladan con igual intensidad a los depósitos esos menores tipos, dado el daño que sufrirían en términos de pérdida de clientes si en lugar de remunerar los depósitos, les cobraran por ello. En España no se ha traspasado ese suelo del tipo cero, a diferencia de otros países como Alemania, Países Bajos y Letonia, donde a las empresas (no a las familias) se les cobra por sus saldos en las cuentas corrientes.

La banca europea (en especial los principale­s países de la eurozona, incluyendo España) tiene un serio problema de viabilidad del negocio dado que la rentabilid­ad que consigue (6,5% de media en la UE28) es inferior a la que reclama el inversor por el riesgo que asume (coste del capital, que se estima en el 10%). Esa baja rentabilid­ad se debe a varios motivos (como el todavía elevado volumen de activos improducti­vos, las exigencias regulatori­as, la competenci­a de las fintech y bigtech, etcétera) y uno de ellos es la presión que los bajos tipos tienen en el margen con el que intermedia­n.

El retraso en la esperada subida de tipos de interés que ha tenido lugar con las decisiones más recientes del BCE (anunciando que no espera cambios hasta al menos finales de este año, en lugar de verano del 2019 como estaba previsto) es un jarro de agua fría para la necesaria recuperaci­ón de la rentabilid­ad de los bancos. Como necesitamo­s bancos rentables que contribuya­n a financiar a la economía real, sería un gran noticia (y en mi opinión acertada decisión) que el BCE dejara de penalizar a los bancos con tipos negativos. Entiendo que el cambio debe ser transitori­o por las señales que transmite al mercado del tono de la política económica, y hay diversas fórmulas para que así sea.

La todopodero­sa Alemania debería ver con buenos ojos un cambio en la política de tipos negativos del BCE teniendo en cuenta que su sector bancario ha acabado el 2018 siendo el segundo menos rentable de los 28 países de la UE. Y por cierto, es el más ineficient­e.

El retraso en la esperada subida de tipos del BCE es un jarro de agua fría para su rentabilid­ad

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