Una defensora de la infancia esconde a su hijo en el monte
Detenida en una finca con otra niña, también sin escolarizar
“Dios me ha dicho que mi padre no me quiere”. Fue la respuesta de Samuel, un niño de 11 años, a los agentes que lo localizaron este fin de semana en una aislada finca en un monte de Cuenca –su madre, una defensora de la infancia, lo tenía allí escondido– cuando esos policías comunicaron al menor que iban a llevarlo con su padre. El niño no estaba escolarizado, vivía en unas cuestionables condiciones y apenas tenía contacto con el mundo exterior.
Su padre, Rafael, lo buscaba desde hacía más de dos años. Una sentencia de divorcio le había concedido la custodia de Samuel, pero su exmujer –María Sevilla, presidenta de la asociación Infancia Libre– desapareció con el niño sin dejar rastro cuando tuvo conocimiento del fallo. Ahora ha sido detenida por un delito de sustracción de menores. El final de esta historia –la vuelta de Samuel a casa de su padre– lo narró ayer el propio Rafael en una entrevista en La Sexta. Lo que nadie se atreve a aventura aún es cómo ha sido la vida de este pequeño mientras su madre lo ha tenido escondido. “Él está bien, pero de momento no cuenta nada, hay que ir poco a poco”, afirma Rafael.
Lo que más choca, por las particularidades de esta historia, es que la madre del niño haya tenido responsabilidades en una asociación creada en favor del bienestar de los menores. María Sevilla formó parte de un grupo de personas que en el 2017 reclamó al Gobierno más medidas para proteger a la infancia. Aunque esta mujer no parece haber predicado, precisamente, con el ejemplo en la crianza de su hijo.
La operación policial que permitió rescatar a Samuel de la casa en la que vivía parece sacada de una película. No fue fácil localizar al niño al no estar escolarizado, ni constar su paso por ningún centro sanitario en los últimos años. Cuando los investigadores tuvieron la pista de que podría estar en una finca de 6.000 metros cuadrados en Villar de Cañas, una pedanía cercana a Tarancón, se montó un discreto servicio de vigilancia.
Todo el terreno estaba vallado para evitar la mirada de curiosos y el actual compañero de María Sevilla recorría cada tarde el perímetro de la finca para comprobar que nadie les estaba vigilando. Los agentes comprobaron, con un dron, que Samuel vivía en esa casa y que algunos días salía a pasear con su madre y su padrastro por la finca.
La Policia pidió una orden de entrada y registro y la madrugada del sábado irrumpieron en esa casa. En una habitación, que algunas fuentes apuntan estaba cerrada, estaba Samuel con su hermanastra, de 6 años, fruto de la relación de María Sevilla con su actual compañero. Ninguno de los dos menores iba a la escuela y su comportamiento, indican fuentes cercanas al caso, hace presumir que llevaban mucho tiempo aislados en ese reducido mundo. Se cree que pasaban muchas más horas en casa, que en el exterior. Lo contaba ayer Rafael en esa misma entrevista televisiva: “El sábado le compré ropa y después lo llevé a un restaurante. Tenía miedo de comer fuera”.
María Sevilla y su actual compañero profesan la religión evangelista. Cuando la Policía arrebató a Samuel a su madre para entregárselo al padre, la mujer le dio al niño una Biblia. “La tengo en casa, pero de momento Samuel no la ha pedido –reveló ayer su padre– y también me han dicho que el niño dijo a los agentes que quería ser pastor evangelista”.
Ningún vecino parece que detectara lo que ocurría en esa finca. Las compras las solía hacer el compañero de la mujer, que antes de desaparecer con su hijo denunció a su exmarido por abusos contra ese menor. Se abrieron varias causas judiciales y todas se archivaron por falta de evidencias y pruebas.
La mujer desapareció hace dos años tras una sentencia de divorcio que daba la custodia del pequeño a su padre