Tempos rápidos que desvirtúan
Director, no es una obra para bailar en el escenario dirigiendo los violines, para no decir nada además
Pasión según San Mateo
Intérpretes: Gabrieli Consort and Players Dirección: Paul McCreesh Lugar y fecha: Palau de la Música (10/IV/2019)
La traslación de la música para ocasiones singulares al escenario de concierto, caso habitual de El Mesías de Handel, o la Pasión según San Mateo, de Bach, entre otras obras singulares, supone un alejamiento de su origen y una necesidad de comprensión por parte del intérprete de sus contenidos originales, a la vez que una adecuación por parte del público a situarse dentro de este museo viviente que es en la actualidad la sala de conciertos.
Cada año los mejores grupos del mundo nos ofrecen sus versiones de esta magna obra de Bach, y seguramente van circulando por los escenarios día tras día. Esta es la sensación que me ha producido esta versión de la Pasión según San Mateo dirigida por el señor McCreesh con sus reconocidos grupos. La capacidad expresiva y la belleza propias de esta partitura superan por sí las distintas interpretaciones y llega sin duda al espectador, pero desde el punto de vista crítico hemos de hacer algunas puntualizaciones. Me decía con acierto uno de los estimados melómanos en la pausa: “Hace años se interpretaba con coros de 200 personas, luego pasaron a 50... y ahora el coro es de 8 cantantes!”. En efecto, sorprendió la escasa magnitud de este coro dividido en dos cuartetos apenas, que debió situarse en la boca del escenario delante de la orquesta para disponer de alguna proyección y en el que algunos de sus solistas comenzaron casi gritando. Hay que señalar que estos ocho incluían a los solistas de la obra.
Precisamente esa introducción instrumental y el coral Kommt, ihr Töchter son claves en el planteamiento por el compositor del carácter de esta Pasión. Allí nos convoca y nos advierte que se trata de la pasión del señor. Y es intolerable que de la mano de este director –que tiene en su haber buenos trabajos– se haya destruido este inicio con un tempo rapidísimo –que por otro lado marcó la mayor parte de la obra– que desvirtúa todo su contenido expresivo y carácter. Señor director, no es una obra para bailar en el escenario dirigiendo los violines, para no decir nada además, ya que se puede prescindir en escena de la batuta... Esta música exige una disposición y sensibilidad fuera de lo común. Y exige en diversos coros y corales una presencia vocal que establezca las diferencias que va marcando la estructura dramática; al menos 12 o 16 cantantes... Pero parecen tiempos de ahorros, ya que otra razón sería inexplicable.
No estaba en buena forma el evangelista además, con una resonancia –creo que de senos nasales– que no le ayudaba a la nitidez del mensaje, a pesar de que su timbre cuando sonaba limpio es atractivo. La preeminencia que dio a los vientos se vio también perjudicada por los fallos –tempo y técnica– frecuentes en momentos solistas. Son muchas las indicaciones que podría hacer pero prefiero no agobiar, sólo recomendar a estos señores que reflexionen sobre el verdadero carácter de la obra que interpretan en cuanto a fraseo, en la necesidad de proyectar la palabra, interpretar el drama (en algún momento bien logrado por el evangelista), y a los programadores, fiarse menos del relumbrón de los nombres reconocidos. Buena Semana Santa.