Buenas ayudas pero tardías

FRANCIA despertó ayer aún conmocionada por el trágico incendio de la catedral de Notre Dame pero ligeramente aliviada porque el fuego no pudo con ella. Lo importante es que no ha habido víctimas y que la catedral se mantiene en pie. Las principales reliquias han podido salvarse. Las imágenes revelan el gran daño causado por el fuego, pero la estructura del templo se mostró firme frente a la amenaza de las llamas. Esto es lo más importante, pero a la espera de conocer la causa real del fuego, relacionada seguramente con las obras de reforma que se estaban realizando, la gran sorpresa de ayer fue descubrir a distintos mecenas que aparecieron dispuestos a aportar todo el dinero posible para reconstruir la catedral. En sólo 24 horas los empresarios Bernard Arnault, del grupo Louis Vuitton, los Bettencourt de L’Oréal o los Pinault, dueños de marcas como Gucci o Saint Laurent, entre otros, ofrecieron cerca de 700 millones de euros para que Notre Dame recupere su aspecto

original. Sin duda es una muy buena noticia, pero es una inversión que llega tarde. La prensa francesa está llena de artículos publicados en los últimos años sobre la degradación de la catedral y el riesgo de que pudiera producirse una catástrofe como la del lunes. Incluso había estudios que cifraban la cantidad necesaria para la reforma: unos 150 millones de euros que nadie sabía dónde encontrar, ante el olvido y la indiferencia de la mayor parte de la opinión pública. Notre Dame, como otros grandes complejos culturales, sean religiosos o no, estaba amenazada por la falta de cuidado mientras miles de turistas la visitábamos sin conocer la verdadera noción del problema. El incendio de Notre Dame servirá sin duda para que muchos equipos de conservación de centros culturales de medio mundo levanten ahora el dedo y pidan ayuda para que se cuide su patrimonio. Escuchémosles.