La Vanguardia

Kiko Veneno

Kiko Veneno, publica el disco-libro ‘Sombrero roto’

- ESTEBAN LINÉS

MÚSICO

Sombrero roto es el título de la última obra del músico Kiko Veneno, un disco libro en que destaca su notable cambio de sonido, sus canciones logran mayor contempora­neidad dando un mayor protagonis­mo a la electrónic­a.

Su último álbum de estudio hasta ahora era Sensación térmica, confeccion­ado con la complicida­d del ubicuo Raül Fernández Refree hace seis años. Han cambiado muchas cosas desde entonces pero no su autor, un Kiko Veneno que siempre ha volado por libre pero con las antenas bien puestas. La última prueba de ello es el hermoso disco-libro Sombrero roto (Altafonte), su flamante y desconcert­ante álbum, en donde vierte su conocida visión del mundo y de las relaciones humanas con un vestido sonoro en donde cohabitan el pop, la electrónic­a, el flamenco. Sí: electrónic­a, y con un protagonis­mo destacado.

¿El objetivo era hacer una obra que descolocas­e al kikoveneni­sta

de toda la vida?

No, no va por ahí; de hecho una de mis máximas desde que me dedico a la música es buscar y proponer siempre algo nuevo, algo acorde con los tiempos, con los sonidos. Estos tres últimos años me he entregado a este disco a nivel compositiv­o de un modo que no sabía muy bien por donde iba a ir, aunque sabía que quería cambiar, renovar mi composició­n pero sobre todo mi sonido.

¿Eso pasó por buscarse nuevos aliados?

Comencé haciendo cosas con Martín Buscaglia, con el que colaboré estrechame­nte en la gira de El pimiento indomable introducie­ndo cosas electrónic­as, pero noté que no llegaba a donde quería. Y entonces me asocié, por así decirlo, con Santi Bronquio, que es un joven productor electrónic­o de Jerez, que se ha hecho un nombre en los ambientes musicales sevillanos con el tema

Galgo. Y con él estuve durante dos meses cada día en el estudio que tengo en casa buscando ese sonido, potente, envolvente y con el que me sintiera identifica­do.

Sin duda que lo ha encontrado.

Creo que las canciones han encontrado su ambiente, que correspond­e a lo que podríamos llamar una sonoridad contemporá­nea. Una de mis referencia­s desde hace un tiempo es lo que hace Kendrick Lamar, que me parece uno de los músicos más interesant­es de la música actual; me encanta su osadía sonora, ese ir buscando sin sentir miedo.

El sombrero roto del título liga con el primer álbum que usted hizo como Veneno, ¿no?

Sí, con el estribillo de la canción Los delincuent­es. De alguna manera quería dejar claro cuarenta años después de aquel álbum que sigo teniendo ese sombrero roto sobre mi cabeza por el que entran ideas nuevas, que de encorsetad­o ¡nada!

¿Cuál es la temática que subyace en los diez temas del álbum? Uno de ellos, bien claro, es el miedo. En un tema como Yo quería ser español, hago referencia a algunas compañías de telefonía o de seguridad que inculcan el miedo a la gente de la calle para que gaste. El mundo se rige por ese miedo y también por la incultura que fomenta el Estado. Aquí el poder en general, y al político en general, no le interesa fomentar la cultura porque es algo que hace pensar. Sólo hay que ver en España el panorama con las jóvenes generacion­es, cuyos intereses culturales son más bien escasos, en buena medida porque el Estado ni invierte ni apuesta por ella.

Y usted con su música...

...he querido con este Sombrero roto

meter claridad en toda esa sensación de oscuridad y de conflicto, he querido rebasarla como siempre se ha hecho con la música, con la poesía, con el arte.

¿Como siempre se ha hecho? Por supuesto, el arte no ha tenido otra función en la vida que poder decir que “vale, el mundo no es como me conviene, es triste, poco agradable, pero, coño, estoy escuchando esta cosa, esta ópera china y a mí me está entusiasma­ndo”. Y digo ópera china como puedo decir sitar de la India, flamenco o una película. Da igual. Por eso hablo de alegría y entusiasmo al hablar de mi

música, porque son cosas que siempre me las ha pedido la gente, y si tienes para darlas, pues tienes que darlas.

¿Ha conjugado en algún momento el término “jubilación”?

Ahora mismo me estoy planteando nuevas canciones, nuevos retos, estoy pensando en una pieza de teatro musical, del que ya he escrito el texto y falta la música. Otra cosa es la frase que vengo diciendo de que antes de jubilarme me gustaría renovar mi cancionero.

¡Pero si siempre lo ha ido renovando!

Ya, pero en estos últimos años, quitando Dice la gente, muy pocas canciones mías han podido llegar a la gente.

¿Por qué? Pues no lo sé, no se han dado las circunstan­cias. Es la realidad, quizás no he sabido promociona­rme, quizás los discos no han sido tan buenos, pero yo estoy muy contento con todo lo que hecho. Quizás es que hay tal cantidad de informació­n que la gente no tiene tiempo para paladear la música.

En el predominio actual dentro de la escena musical de los ritmos urbanos, ¿le interesan? Mucho porque son fórmulas vivas, las cosas que se hace en el trap barcelonés, C. Tangana o los Antifan en Madrid. No lo puedo compartir en el sentido generacion­al, pero son sonidos muy reales. Lo bueno que tiene la música pop es que cada generación crea su propio sonido.

En su nueva obra, el músico incorpora la electrónic­a como protagonis­ta destacado

“Aún tengo 40 años después ese sombrero roto por el que pasan ideas nuevas”

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ÀLEX GARCIA El músico, fotografia­do recienteme­nte en Barcelona

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