“Somos un pueblo de constructores”, dice Macron en un mensaje a Francia
El presidente fija en cinco años el plazo para rehacer la catedral tras el incendio
Emmanuel Macron se dirigió ayer a los franceses, en un tono muy solemne y patriótico, para elevarles la moral, tras la destrucción parcial de la catedral de Notre Dame de París, y reforzar su cohesión colectiva y su confianza en sí mismos. “Somos un pueblo de constructores”, dijo, y reiteró la promesa de que Notre Dame será reconstruida “más bella todavía”, un objetivo para el que marcó un plazo de cinco años.
El jefe de Estado rindió homenaje a los bomberos, a quienes puso como ejemplo de “la capacidad de movilización para ganar”, una virtud que deseó hacer extensiva al resto de la ciudadanía. Recordó que “nuestra historia no se detiene nunca”, e hizo alusión a cómo volvieron a levantarse ciudades, puertos e iglesias destruidos por guerras, revoluciones y errores humanos. “Lo que creemos indestructible puede no serlo –añadió el presidente–. Todo lo que hace Francia es material, espiritual y vivo, y por esa misma razón es frágil. No debemos olvidarlo”.
La alocución televisiva de Macron, de menos de seis minutos, se produjo en unas circunstancias muy excepcionales, inéditas. El discurso original, de casi media hora, tenía que haberlo pronunciado el lunes poco después de las 20 horas –y de hecho se había ya grabado–, pero en el último momento su emisión fue abortada por todas las cadenas, por orden presidencial, porque la catedral de Notre Dame estaba en llamas. El objetivo era anunciar medidas fiscales, sociales y políticas en respuesta a la crisis de los chalecos amarillos y al debate nacional de los últimos tres meses.
El Elíseo consideró que hubiera sido una frivolidad, en plena emergencia, seguir el guion previsto. Pero algunos medios revelaron ayer el contenido de la frustrada alocución, por lo que el presidente vio inevitable no demorar por más tiempo otra comparecencia y explicarse.
Macron optó por no abordar las medidas que debe comunicar al país. Dijo que no era el momento porque gobernar “no es sólo administrar cosas sino ser consciente de nuestra historia”. Probablemente lo haga la próxima semana, pasada la Pascua, cuando los rescoldos de Notre Dame se hayan apagado.
La concatenación de acontecimientos y el súbito cambio de planes supuso un desafío para Macron y sus asesores. Les arruinó una estrategia de marketing político muy meditada para recuperar la iniciativa. Habían apostado mucho con el anuncio de las medidas, destinadas a aliviar a la clase media y a los pensionistas, además de introducir cambios hacia una democracia más participativa. A la alocución debía seguir, hoy, una rueda prensa. Esta no va a celebrarse.
El desastre de Notre Dame abrió, de modo espontáneo y natural, una rara tregua en la bronca política habitual de Macron con la oposición y ante las elecciones europeas. El presidente no quiso romperla todavía. Prefirió presentarse ante el país en una función que le gusta representar, como garante de “la gran continuidad que hace a la nación”.
Estas reflexiones, que pueden parecer excesivamente retóricas en otros países, no son exclusivas del presidente. El estilo lo comparten muchos otros políticos franceses en puestos de responsabilidad.
Por la mañana, frente a la catedral, la presidenta de la región Îlede-France –que incluye París–, Valérie Pécresse, de Los Republicanos (derecha) declaró a La Vanguardia: “Es en estas pruebas, en estos golpes duros, cuando los franceses son mejores porque somos una nación viva. Ayer las lágrimas no tenían color, no tenían religión, no tenían partido político. Todo el mundo estaba unido. Vamos a reconstruirla y vamos a mostrar al mundo la calidad de nuestros arquitectos y de nuestros artesanos”.
“¿Sabe lo que me ha dicho el arzobispo de París? –agregó Pécresse–. No tengo catedral pero tengo un pueblo detrás de mí que es devoto y que me apoya”. La presidenta regional consideró que la salvación de Notre Dame fue “un pequeño milagro, gracias a los bomberos de París, a quienes debemos un reconocimiento infinito”. “Como ve, hay cosas que hacemos bien”, prosiguió con un punto de orgullo. Según Pécresse, el siniestro hay que verlo como una oportunidad. “Será un proyecto nacional ante un drama nacional”, concluyó la presidenta.
En uno de los puentes del Sena, el diputado Nicolas Dupont-Aignan, presidente de Debout la France (Francia en pie) –derecha gaullista y soberanista– y candidato a las europeas admitió que el país vive “una crisis profunda” y, pese a todo, se ha producido “un fervor increíble” de solidaridad tras el incendio de Notre Dame. Pero Dupont-Aignan, siempre muy combativo contra Macron, insinuó que la tregua política será corta. El diputado negó que el incendio haya sido una simple fatalidad. “No hay nunca fatalidades –enfatizó–. En la calle he visto mucho enfado de la gente. Se preguntan por qué han sido incapaces de conservar ese tesoro, por qué esa desidia”.
FRAGILIDAD
“Lo que creemos indestructible puede no serlo”, alerta el jefe de Estado
“HACEMOS COSAS BIEN” “Fue un pequeño milagro”, destaca la presidenta regional, y elogia a los bomberos